Amanece con prisas.
Una inundación de luz se desborda,
se asoma a la ventana
invitando al encuentro.
Vacaciones. Tiempo de ocio,
de escasas sombras
y tardes dilatadas,
sobremesas de bostezos
y largas cabezadas,
de tardes infinitas
y sombras alargadas,
de mucha calle, de poca ropa,
de carnes aireadas.
Playa, piscina, río, alberca…
El agua es bien escaso
y las opciones varias,
cada quien se acomoda
-palpándose el bolsillo-
a gustos y caprichos
que su bolsillo alcanza.
La noche llega tarde
y no se encierra en casa,
trasnocha, se divierte,
y de repente el alba.
Amanece temprano,
el sol es un destello
de infinita jornada,
la noche un corto respiro
que invita a disfrutarla.
¡¡Que decir!! has versificado lo que suele pasar en verano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso es lo que he intentado, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Donde mejor se está la lado del mar y lejos del calor del asfalto de las ciudades interiores.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que tienes razón, pero no siempre se puede alcanzar lo que se desea, Antonia.
EliminarUn abrazo.
Me encanta el verano y tú lo has hecho poesía
ResponderEliminarHago lo que puedo. Yo sugiero y tú completas con tu imaginación.
EliminarUn abrazo.
Si, Francisco. El verano es un arrebato de luz y movimiento, todo pasa muy deprisa...Y es importante saborear este tiempo cálido y festivo, que se nos escapa...
ResponderEliminarMi abrazo y felices días.