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11 febrero 2025

CAMINATA

 



Yo voy andando caminos”,

callejeando la ciudad y abriendo la mañana

de este nuevo día que se despereza,

me cruzo con gente anónima

que me ignoran y ni intercambian una mirada.

De vez en cuando un gesto,

un par de vocablos ininteligibles;

un carraspeo, un movimiento de cabeza

y me siento saludado.

Los naranjos iluminan el verde de las copas

con una pródiga cosecha

y el suelo acusa el viento de la noche pasada

pintando el suelo con brochazos anaranjados.

La brisa trae el aroma del río,

también la quietud y la calma,

y la planicie de las aguas que se derraman

camino de la mar,

un último trecho remansado y titubeante

que a veces baja y otras sube,

según la musicalidad de la mar.

En las avenidas el fulgor de las prisas

y la aceleración por la quema de combustible,

cada quien afanado en sus tareas:

un sin fin de individualidades al unísono.


13 agosto 2024

PASEO

 




Ayer paseamos de la mano

como por un deshielo indefinido,

sin rumbo, sin destino,

sin otro objetivo por mi parte

que el de sentirme indisoluble de ti.

No estoy tan seguro, quizás tú de mí.


Compartimos un largo silencio

y, de vez en cuando,

se abrazaba tu mirada a la mía

y nos sentíamos uno.


De aquel primer escalofrío,

del calambre de tu piel en mi piel,

el estremecimiento ingobernable

que electrocuta la piel,

eriza el bello y se comunica

por lo recóndito y anónimo.


De repente, te quejabas

de lo prieto de mi mano en tu mano

y rectificaba para volver de nuevo.

El paisaje no era anodino

y sí memorizado. El de tantas veces.

Caminábamos en silencio,

pero no por rutina

sino por el campo virgen

de una mirada, unas manos entrelazadas

y un destino compartido

que se actualiza en cada nueva ocasión.

11 agosto 2024

CALLEJEANDO

 




Los recuerdos, un pasado que renace

que toma vida por las calles solitarias,

donde la infancia es el pulso acelerado

de un tiempo que se me eterniza,

como amarillentas hojas del calendario.


Hoy subo y bajo estas empinadas calles

al límite de mi capacidad de esfuerzo;

entonces las correteaba sin descanso

y con la velocidad de un corzo

a riesgo de caídas y rebotes.


Tan solo los mayores me reconocen,

mientras paso lista a las ausencias:

en cada rincón un nombre, un mote,

unas vivencias de ayer que se anudan

al calendario que amarilleó con los días,

pero sigue vigente en mi remembranza.


Era una vida más tosca, más elemental,

carente de artificios, pero acunada

en la grácil sustancia de la infancia,

donde los juegos era la médula de los días.

28 junio 2024

EN EL PINAR

 



Fuera el sol es radiante,

pero entre los pinos

huele a sombra fresca, a cúpula verde,

luz tamizada y brisa acicular

como banda sonora

para este entre dos que no cesa.

Crujen las agujas secas a nuestros pasos,

testigos y huellas de nuestro caminar.

A poca distancia la música es salada,

pero también la agitación

alborotada de los bañistas, los mirones,

el bulle bulle de los chiringuitos

y los buscavidas que ofrecen bisutería.

Un rayo filtrado ilumina de plata

un mechón de tu cabello

y todavía eres más hermosa.

Se me encienden los ojos de pasión

y tú haces mutis tras un tronco

sin abandonar la travesura juvenil

que anida en ti como una constante.

Ya va de caída. Ahora el sol

es menos severo y acaricia sin fustigar.

El gentío está lejos. Ni el murmullo

de la mar llega hasta nosotros.

La paz es esto, los dos de la mano,

donde un resbalón es un acercamiento,

una proximidad que nos entrelaza.

Los pinos, la soledad, la ausencia

de terceros… Unas risas, una pose,

la vida. El universo somos tú y yo.

28 noviembre 2022

EL MISMO PASEO



 

Hoy tiene el río su cabellera verde

algo encrespada

por esa brisa que alegre ríe

empujando a contra corriente.

 

Los pescadores ponen a prueba

derroches de paciencia

y quienes caminamos

vamos sorteando las imprudencias

de ciclistas y patinadores.

 

Tendidos en la hierba,

una pareja sin edad

ha congelado sus vidas

en el instante infinito de un beso,

mientras el álamo

les hace guiños blanquiverdes

y los patos hacen música

con gran frenesí,

al tiempo que flotan hieráticos.

 

Siempre el mismo paseo,

el mismo río,

los mismos personajes,

tal vez sean otras caras:

solo en el calendario

son los días iguales

con nombres distintos,

solo en mis sueños

tú eres una constante

como lo siguen siendo

estas pulsaciones desbocadas

cuando te hago presente.

28 septiembre 2022

DONDE EL YO VENCE

 


 

En el paseo, la esbeltez arbórea

es competencia visual

y oblación sin sacrificios

que aúpa la mirada a las alturas

hasta empequeñecernos.

 

Todo es solemne,

si miramos hacia el ángulo adecuado,

y también altivez sin arrogancia.

 

La brisa peina con ondas la superficie del río

y se enreda en el follaje

con musicalidad verdiblanca.

Miro a lo lejano y se jalonan

los puntos de interés

que en silencio me incitan.

 

Sigo caminando.

Lo hago con cierto cansancio

y agilidad limitada,

mientras mi sombra

se derrama en el suelo

y se expande sorteando obstáculos,

como vaharadas de humo

por entre el solado

acoplándose con sutilidad y adherencia.

 

Ni las circunstancias ni la edad

son adecuadas para batir marcas,

pero el que se ejercita y resiste

prepara su cuerpo para la próxima salida:

donde el yo vence,

significa que hay un desdoblamiento

que supera nuestras deficiencias.

09 septiembre 2022

POÉTICA



 

En el paseo por la ribera,

mi mirada se acoda

con el agua que se resiste contracorriente

y me mira a los ojos

en tono melancólico;

se recoloca entre los patos

que hacen coro a la orilla

y tal vez estén decidiendo por mayoría

los planes para la próxima avanzadilla.

Me quedo observando el brillo del sedal

cuando sale del agua terso,

como si columpiara una ilusión

largamente soñada.

Mi luz, es la sonrisa del niño

que trata de hacer los coros a su mami

mientras le dirige carantoñas y cucamonas.

Mis pasos cansinos se hacen más ligeros

cuando me da por subrayar las minucias

y vuelvo a casa

con una sonrisa agradecida a la vida.

29 mayo 2021

PARA IR AL PARQUE


Pandemia. No ha terminado. Ya lo sé,

pero me escapo cada vez que puedo

y me familiarizo con los colores

de la primavera. Todos nuevos.

 

Virginales. Son como un muestrario

de tintorero, con esa gama variada

de tonalidades del claro al oscuro.

Indecisión. Así llamo al que me apresa.

 

Sencillez. En el pasto humilde,

bajo la alfombra que pisan los pies

y apenas si le prestan atención

el resto de los sentidos. Verde.

 

Hojas y pedúnculos. Tréboles de una

o múltiples hojas para un profano,

forraje salpimentado de amarillo

que glosa los sentidos. Colofón.

 

Junto a la mansa acequia,

como goterón de tinta en la plana

que los ángeles rotularon con esmero

y empeño inusitado. Lirios.

 

Atardece. Sombras oblicuas que se deforman

tratando de ocupar todo el espacio;

en el parterre, una concentración

de delicados matices. Bermellón.

 

Declive. Tiempo de regresar,

de volver sobre los pasos dados

y reintegrase en el encierro preceptivo,

a pesar de la vacuna. Precaución.

 

Para ir al parque, le he pedido prestado

un retazo de ilusión a mi nieto Alejandro.

14 mayo 2021

ALAMEDEANDO


La media mañana de esta primavera

es como un ágil amanecer que se dilata

hacia el medio día

y emborrona las sombras con suave brisa

que arrastra pólenes diversos,

vida en plenitud de crecimiento.

 

Una niña agita sus rizos

correteando detrás de las palomas

y la abuela las convoca de nuevo

con mano generosa

esparciendo migas de pan

y un intento de gorjeo

que en nada se parece a una llamada.

 

De lo recóndito, aparece un mendigo

que bebe y se lava en la fuente

ante la indiferencia de quienes pasan.

 

En su elevado pedestal, Hércules otea

en silencio cuanto acontece

y Julio César es testigo mudo

de las evoluciones humanas.

 

Algunos rezagados desayunan

y otros más madrugadores

beben su primera cerveza

con el deleite de un largo ayuno

y prisas por escanciar

hasta los niveles del descontrol.

 

En una mesa agitada de bullicio

se discute de fútbol;

está acabando la liga

y todo está en el aire:

en las alturas no se ha dejado de maquinar

sobre una futura Superliga

que excluya, también aquí,

a los más humildes.

21 enero 2021

CONTANDO ESTRELLAS


Me he puesto a contar estrellas

mientras tomaba el sol

y la Alameda era un hervidero

de veladores a medio gas,

casi desolados;

algunos paseaban sus perros

y otros paseaban su soledad

por el brillante sol de tanta oscuridad.

No había niños. La escuela se disputa

el pastoreo de los pequeños,

salvo a las horas vespertinas del paseo.

Este sol de invierno es una estufa eficaz

que me convoca y conforta,

que desentumece las articulaciones

y hace germinar los verbos

en el barbecho del medio día.

¡He perdido la cuenta…!  Ya no sé

el número de estrellas que había contado,

aunque intuyo que tengo tarea acumulada.

Me gustaría salir a contabilizarlas de noche,

pero quizás he vuelto a la infancia

y me obligan a recluirme al caer la tarde.

Me pregunto si ellas me echarán de menos

como yo a ellas…

¡He perdido la cuenta, vuelvo a contar de nuevo!

 

02 mayo 2020

CUANDO RESPONDISTE SÍ


 

Cuando respondiste sí

me hiciste sentir importante,

entonces me supe elegido por ti

y vi cómo me tomabas la delantera;

Siempre has dado el primer paso,

aun cuando verbalizo antes

o te lanzo el sedal de mi mano

en espera de la tuya.

 

Es verdad, me someto a entrenamiento

y maquino o improviso mil maniobras,

pero tú siempre tomas la iniciativa

o aprueba con un gesto silente

para que yo la lleve a cabo.

 

Tantos años más tardes,

primer día de paseo de este Estado de Alarma,

no me atrevo a preguntar qué haremos,

pero estoy seguro que te valdrás

para salir o no y que yo lo lea en tus ojos,

esa enciclopedia de dos páginas

de la que tomo todas las decisiones.

 

Ayer como hoy, un mismo latir,

un sentir que se aúna antes del primer paso.

27 enero 2020

EN CAMINO




Contra este apresurado vivir, el dulce placer
de caminar y desenfrenar la aceleración
en la que nos precipitamos;
no es una huida, sino un esquinazo
a este movimiento uniformemente acelerado
que nos saca por la centrífuga
sin fuerzas y prisionero
de una fuente energética extraña
y cada día más cara y contaminante,
a fuer de acumulativa.
No hay un destino,
la meta es ponerse en camino
y encontrarse con el gozo
de lo nimio o lo grandioso.
Ha quedado atrás la ciudad, sus humos
sus coches y sus prisas;
la mirada se acompasa con el pensamiento
y la respiración pone música al ritmo,
los arbusto se arraciman bordeando el camino;
echo en falta a mi padre,
quien sabía identificar, cada planta,
cada animal, cada huella… 
Tras el recodo, una avecilla hace acrobacia
mientras liba sin cesar de batir las alas:
nunca es barato el pan de cada día.

17 enero 2020

LA TARDE AVEJENTA




La tarde se avejenta en oblicuo,
se somete al poniente
como el gato al rescoldo de la chimenea.

Han alargado los días el diafragma de luz
y la noche llega cada vez
con algo más de retraso.

Se apetece el paseo:
el frío invita a no quedarse inactivo
y acompaño al río
en su discurrir plácido al encuentro salobre.

Son pocos los que pasean; muchos corren
y algunos otros caminan atléticos
provistos de cronómetros
como si les fuera en ello la vida;
bicicletas y patinetes serpentean
poniendo en riesgo a los viandantes.

A lado y lado se va rezagando la ciudad
dejando tras de sí
historias no pronunciadas nunca
y ecos por descubrir
que acaban en promesas.

Muchos van aislados en su mundo sonoro
de auriculares; yo prefiero la banda sonora
del murmullo del agua,
la brisa agitando las junqueras,
la madre que advierte el riesgo que el niño no ve
o el timbrazo del ciclista
que exige para si lo que es compartido.

Echados en la hierba,
una parejita dialoga en silencio con besos
y los remeros hacen compás
de sus esfuerzos sudorosos.

La tarde avejenta, entre dorada y plomo;
el sol ha rendido sus fuerzas
y la luna comienza su espectacular pasarela.

13 enero 2020

MADRE E HIJA




Le ha enseñado los primeros escarceos
y ahora se vanagloria del elegante
caminar de su pequeña,
quien se mueve en el agua
con refinados pasos de ballet.

El río es un cristal entre verdoso y azulado,
una superficie marmórea
con irisaciones de dorados y argenta
que hacen soñar en el lago de los Cisnes.

Como quien juega, se zambulle
y vuelve a la superficie con algo en el pico
que transfiere de inmediato a su pequeña
como quienes se besan.

La cría mira y aprende:
lo intenta y fracasa; insiste y acierta.
Detrás de su peculiar coleteo,
la sonrisa panorámica de su madre,
orgullosa de su descendencia
y de la maestría que ha logrado transmitirle.

Y así, mientras madre e hija juegan y aprende,  
uno se complace en el paseo.

02 enero 2020

ELLA NO ESTÁ




A Mariángeles González Campos

La playa está desierta; amanece.
En su soledad, la música es el ritmo
del oleaje. Se descorren los visillos del alba
y anuncia esa luz que ya es casi manifiesta.

En el rebalaje, las olas dejan
un festón puntilloso y nacarado
que evito pisar para no deshacerlo
y desaparece a los pocos instantes.

Voy descalzo. En cada intervalo
de dos olas consecutivas sopla el silencio.

Entre las rocas, pequeños charcos
serán más tarde costra de sal
que vendrá a ser interrumpida
por la nueva marea.

Ella no está. Tendrá guardia,
pero su halo atractivo y de misterio
es aroma persistente que no se desvanece.

A los lejos un destello de sol
se refleja sobre el espejo del agua,
pronto será pleno día.

30 diciembre 2019

EN LA ALAMEDA




En la Alameda,
esta soleada tarde de final de año,
el sol oblicuo y dorado
alarga las sombras como arrastrándolas
por el adoquinado albero.

Tenderetes y veladores por todo el paseo,
tiovivos y otros juegos infantiles,
pista de patinaje sobre hielo,
personas de mediana edad  arracimadas
que se desparraman ociosos
sin otro horizonte que acallar sus vidas
ahogándolas en alcohol;
muchos beben sin límites
mientras la música hace conversaciones
ininteligibles y caos.

Ni por actitud ni por climatología
es Navidad en sus vidas:
tristeza anodina se mezcla con risotadas escandalosas,
rostros cuyas vidas bailan un ritmo cansino
e insípido de búsqueda sin frutos;
se solapan las horas a los días
sin otro horizonte
que el del náufrago que les habita.

En la Alameda,
esta soleada tarde de final de año,
el sol se va poniendo
mientras muchos quedan sin sombras ni rumbo.