Si yo pudiera decir amo
con la voz inequívoca de los ángeles,
si al afirmarlo traspasara
las fronteras familiares
y también las que dicta al oído
las pérfidas conveniencias,
si lograra sentir, gozar y disfrutar
las bondades de todas las criaturas;
si acaso pudiera limar las asperezas
de quienes me consideran su enemigo
y allanara las distancias en cercanía,
si pudiera olvidar las afrentas
de otros desbocados
que traspasaron mis lindes
y hacer borrón y cuenta nueva;
si yo pudiera desear y conceder
la libertad que para mí ansío
dándola a manos llenas…
Después de eso, me sería fácil
partir y compartir el pan
con quienes carecen de casi todo
y hasta habitar cerca de la perfección.