Si yo no hubiera tenido niñez, si la vida hubiera sido un
puente entre el alumbramiento materno y la oscuridad de este día de otoño que
simula invierno en la temperatura; si no recordara que hubo una juventud cuyos
propósitos se fueron desdibujando y trazando cortas pinceladas de un bosquejo
que no me había propuesto… Si de
repente una mancha de color parda me hubiera empotrado
en la lluvia, en esta madrugada, con su redoble de tambor líquido y tenebroso,
insistente como una marcha militar y su contrapartida reconfortante de arrebujo
entre las sábanas; si a pesar de todo ello, esta madrugada me hubiera despertado
la lluvia por primera vez en mi vida, habría inaugurado esta noche mi niñez,
con la certeza cercana del burladero de mis padres, tal vez también despiertos,
en la habitación contigua y dispuestos a consolarme. Así como reptan las
sombras, con sus insidias aliñadas, una ola nocturna me ha arrebatado del descanso
y me ha plantado en la intemperie de un ensordecedor ruido, presidido por el
filo misterioso de unas fauces jugosas de festín. Si yo no hubiera tenido
niñez, habría descubierto esta madrugada el salario del miedo.
30 noviembre 2017
28 noviembre 2017
YO SÍ TE CREO
Yo
sí te creo, mujer. Un escalofrío brutal me sacude el pecho, un zarandeo de
animalidad por la barbarie de tomar al asalto la jurisdicción que sólo el amor
o la suma positiva de voluntades adultas franquea. Le llaman violencia de
género. Seguro que entre los mentores no había un filólogo que bautizara la
infamia de forma más apropiada. Yo sí te creo, mujer, y te reconozco tu libertad,
tu albedrío, y tu dignidad de ser humano, y de criatura divina, y tu capacidad
de elección. Que juzguen los magistrados ajustándose escrupulosamente a las
leyes, que sean rigurosos y ofrezcan garantías a los acusados. Pero que nadie
ponga en duda que cuando una mujer dice no, es no. Yo sí te creo, mujer.
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26 noviembre 2017
PASA DEJANDO EL PESO DE LOS AÑOS
Pasa
dejando su mácula. Pasa dejando el peso de los años a su paso, en una cuantía
que me acerca al borde del área. Mi farmacéutica, donde compro tanto como en el
super, me trata con mimo y emplaza a vivir el engaño a Cronos: “¡Quién lo
diría! ¡No aparentas esa edad! ¡Estás muy joven!” Gracias, Raquel, por poner un
visillo entre mi mirada y el espejo, ya que no puedes engrasar las rótulas y
evitar los chirridos artríticos. Como la historia, a base de páginas se cosen
unos cuadernillos a otros hasta formar un volumen y en ellos se mezclan las
sonrisas y las lágrimas, la alegre inconsciencia, los sinsabores y el gustillo
profundo de los gozosos logros. Con los años, uno viste un sobretodo por encima
de lo acostumbrado para la época del año: se dulcifican las altas temperaturas y
se recrudecen los inviernos. Ya no es estridente un chaleco en verano y sí las
sandalias; hasta se han acelerado los semáforos y parecen pistas de atletismo,
marcas imposibles de alcanzar. No es posible abrir el perímetro de una esfera
ni volver a planchar el pliego arrugado. Todo va dejando su sombra y ésta
amarillea. Se queda el reloj sin pilas, ahítas de segundos; pero no es posible
detener el paso del tiempo y va dejando un poso a su paso como de desaceleración,
en contra de la velocidad extrema de este tiempo presente. Pesa el tiempo que
pasa. Pesan los años y sólo el alma es liviana como si quisiera elevarse por
las barrocas cornisas de lo sublime.
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24 noviembre 2017
ASÍ EL OLVIDO
Palabras caducas, como hojas
de otoño; descoloridas, ojerosas y en caída libre. Así el olvido, así la noche
aciaga con palabras maltrechas o en silencio. El olvido es una muerte
anticipada que agoniza constantemente, un ala desplumada que no ha de volver a volar.
¿Quién sabe el número de palabras que muere cada día como mueren los oídos que
están secos de arrebatos de amor, que se desmayan sin brazos que le arropen? A
base del mal uso, las palabras se desgastan como se desgasta la vida de abusos
insistentes o de no usarse. Todo exceso es un carcinoma que corroe, un sopor
del alma tan grave como el abandono. Como el eco de la luz que muere cada
anochecer, así es el silencio de las palabras no pronunciadas y así la sima
profunda del olvido.
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22 noviembre 2017
LA MAR HABÍA SIDO UN PAISAJE
La mar había sido un paisaje
desde la azotea antes de mis diez años; un lienzo azul con irisaciones, bajo el
a veces inmaculado cielo, separados por una imaginaria línea horizontal como
hasta entonces no había sido capaz de trazar. Desde la casa paterna, a veces se
apreciaba la silueta de un mercante que se me antojaba parsimonioso, como
recreándose en su propia estela; más raramente un velero como aquellos de las
aventuras de “El Cachorro” que solía devorar. El día del examen de ingreso
descubrí algo más mágico que el notable de la prueba: los pies descalzos, las
sandalias en las manos y las olas en el rebalaje que escarbaban mis pies como
invitándome a disfrutar el baño. Un leve mareo. Una fuerte atracción de la que
nunca más me volvería a desprender. El Instituto proyectaba su sombra de tres
plantas sobre la arena y la desierta playa del curso escolar era con frecuencia
el recreo de los sentidos y el lugar de los juegos. A escasos metros, el Muelle
de Piedra, dársena abierta sobre la que aventurar algún remojón por caída y la
captura de algún cangrejo y su escapatoria lateral. La mar incólume, grandiosa,
en constante movimiento aun en los días de calma, órgano gigantesco de
afinación salina y música sugerente de otras latitudes. Al fondo a la derecha,
la enhiesta silueta del Peñón de Gibraltar, frontera incomprensible y fuente
del estraperlo con el que tantos solventaron sus vidas bordeando la legalidad
por el pan de cada día. En los días de luz absoluta, la cordillera del Atlas
como telón de fondo delineando frontera. Y aquí, en el rebalaje, un número
indeterminado de sardinales, varadas bajo el sol, esperando el atardecer para
desplegar su vela latina en busca del número de brazas necesarias donde fondear
las redes y sacarle las escamas de plata al seno marino, manjar de moragas y
materia prima del saladero. La mar había sido un paisaje desde la azotea, ahora
era fuente de vida y de riqueza modesta y duramente trabajada.
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Recuerdos
20 noviembre 2017
APOSTADO
Apostado en la jamba
derecha,
tras tomar café,
y mirando al paseo,
me resultaba más atractivo
que el vocerío en medio
de una densa atmósfera de
humo.
“¡Las cuarenta!” ─sonó desde el fondo─
Ella había doblado la
esquina
radiante como el alba. Era
toda de luz
y gracia suprema,
un emanación de caminar
cadencioso.
Fue como casual, mas yo
estaba apostado,
y en sus labios una gran
sonrisa
precedieron a mis torpes
palabras;
luego, como quien sigue el
curso de la vida,
se fue alejando con
armonioso caminar
y cierta cimbra
de los mimbres de sus
miembros.
Antes de desaparecer,
me envolvió en su mirada
y la acompasó con una mueca.
Apostado, y había merecido
la pena.
18 noviembre 2017
EN LA DISTANCIA
Fue fuego
y acabó en el rescoldo de
este tiempo;
un recuerdo de juventud que
no ha logrado
aquietar por completo
aquella huella de ayer que comenzó
como un leve rasguño casual.
Era piel de azucena…
El verano de Marbella
ni siquiera fue un desaliño
en su cutis de almíbar
y su acento eslavo
sigue siendo eco musical
en mi oído interno.
Sus ojos… No recuerdo.
Me quedé preso en el ámbito
del todo
y sigue siendo
una aventura inocente de
juventud
que nunca fue sino jarabe de
anhelos.
16 noviembre 2017
TODOS LOS ATARDECERES
Todos los atardeceres
se derrama la luz por el río
y, envuelto en manto plata,
se aleja y amodorra el
murmullo
mientras las sombras cobijan
a los vencejos
por los aleros y las
espadañas
y briznas del ayer huido
cierran las cortinas del
cielo
para abrirlas nuevamente al
alba.
Por la callejas del agua,
remecidas en los meandros,
rumores de copla por los
arrozales
y flamencos y grullas y
patos, cigüeñas y ánsares:
la marisma, milagro en sí
misma.
Todos los atardeceres,
entre tu orilla y mi orilla,
impaciente y dulce espera;
y en el valle de mi pecho
una flor que se marchita,
que mustia y desespera por
una mirada tuya,
un puente de tus pestañas,
un guiño,
una complacencia desde tu
boca a mi boca
con regusto de permanencia.
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Poesía
14 noviembre 2017
MIENTRAS LA TIERRA YERMA
Mientras la tierra yerma
dialoga con la lluvia mansa a
grandes sorbos
y en su ansia acabará ahíta,
el gusano escarba en la
hojarasca
y el jilguero enrojece el
buche de deseo
y sueña bocados exquisitos;
el búho, en la rama, es agudeza
sin destello
que vigila todos los
movimientos
ahorrando esfuerzos que
pudieran acabar
sin recompensa.
En el corral, una gallina
enhuera en silencio
y el gallo hace ligero
duermevela esperando al alba;
bajo la herida de la azada,
se acurruca la simiente con
la promesa de germinar
y en el naranjo, lo que
fuera azahar,
son bolitas verdes que
canturrean cítricos alientos
En la modesta cama del
labriego,
el descanso se abriga en los
lienzos de esperanza
y se regocija con la música
del agua.
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Sociología
12 noviembre 2017
COMO LA NOCHE ANTERIOR
En Viena, donde nunca
estuve,
me esperaban unas cien
doncellas
con las que habría de danzar
y festejar la vida como
coyunda escindida
entre el aquí que me urge y
el más allá.
Sonaba un vals, al que no
supe identificar,
pero lo hicimos volutas
interminables;
el salón de baile, con sus
arañas de cristal,
era un observatorio sobre
tarima amachimbrada
donde todos eran vigilados y
escudriñados.
Te quiero, me decían sus
labios silenciosos
rodeando mi cuello hasta el
oído más próximo.
Acababa de traspasar el
umbral
hacia lo desconocido cuando
tuve conciencia
de haberla sujetado con
firmeza por la cintura,
como maroma que maniata al
averno.
De repente, jadeaba por el
ejercicio
y su busto era un fuelle de
fragua
que enrojecía el fuste
que siempre había imaginado
indómito.
Salimos al jardín, donde los
jacintos
rivalizaban con su hermosura
hasta languidecer.
Hacía frío.En Viena hace
frío en noviembre
como resbalan los besos por
los hombros
de un palabra de honor
que nunca hubiera dado el
plácet.
Ella era de humo cuando yo
era fuego;
ella tangible para mi pulso acelerado…
Y llegó la mañana con luz
tenue,
mientras en la radio seguía
sonando
música de no sé de cuál de
los Strauss,
como la noche anterior.
10 noviembre 2017
OTOÑO
Una parva, el mullido suelo
de otoño
es una era desaforada, sin
lindes,
donde los fumadores sienten
ansias por liar
y las ramas los escalofríos
de la desnudez.
Todavía en el ambiente
el aroma característico de
la castañera
y el sonido del plegado de
papel de periódicos
haciendo cucuruchos
donde expender la candente
mercancía.
Por lo recóndito del parque,
el barrendero con un soplido
mecanizado
y la barredora mecánica
sorbiendo,
con bastante más ruidos que
nueces.
Casi en lo inmediato, pasos
acelerados
que no quieren perder el
autobús,
cada vez más próximos a la
parada,
con el acompañamiento
musical
de la hojarasca mancillada.
Otoño; la desnudez que
reviste el pavimento.
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Otoño,
Poesía
08 noviembre 2017
EN LA CIUDAD…
En la ciudad no se ven las
estrellas,
ni guiña la luna al entrar
por el ventanuco del pajar
como salmodiando por los
frutos de la cosecha.
En la ciudad, las nubes son
amenazas
que nadie toma en cuenta,
pero nunca, nunca, un
carrusel caprichoso
que juega a las adivinanzas
en sus evoluciones
transformistas.
En la ciudad no hay regatos
cantarines
y lo suplen con fuentes que
no sacian la sed
y que blindan con setos,
como a los jardines;
no tienen valles por donde
se derrama el pasto
y la montaña es un sueño
caprichoso
con regusto a pesadilla.
En la ciudad, el amanecer es
un sobresalto metálico
que hace brincar de la cama,
para usar la hora siguiente
en bostezos polifónicos en
los medios de transportes.
En la ciudad, la vida es un
desapego,
un sinvivir frenético que te
saca de la vereda
y te orilla por el
desfiladero de lo impersonal,
una suerte de cuneta
en la que se encauza el sentimiento
de libertad
y se injertan las
contrariedades y las depresiones.
En la ciudad…
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Poesía
06 noviembre 2017
MAR SIN OLAS
Una formación militar,
plantada, pacífica,
relajada;
un encuadre perfecto con el
espacio justo
para que desfile el tractor
en camino enjuto
al alegre ritmo del sueño de
vareadores;
por entre el entramado de
brazos aguerridos,
enracimados de aceitunas que
serán oro,
oro líquido, zumo de
almazara;
en el verdor cetrino de
ancestral colorido
el sudor gratificante de una
tierra rumbosa
que se derrama
generosamente;
un mar arbóreo,
mar sin olas,
un océano anclado en tierra
que mece la brisa rizándose
en las copas,
en el tornasol de sus hojas
que emulan a la bandera
andaluza.
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Naturaleza,
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04 noviembre 2017
LLEVO EN LA MEMORIA
Llevo en la memoria…
tu mirada azul cielo,
las alas de ángel que no
llegué a ver nunca,
con las que seguramente te
desplazabas
y remontabas el vuelo
cuando la incomodidad o el
rubor te urgían.
Llevo en la memoria…
el tacto de cera de tu mano
en la mía,
el portón abierto de tu
mirada
iluminando el consentimiento
o poniendo límites a mi
osadía;
tu nariz menuda de rastro
afilado,
los lóbulos de tus orejas
entre la maleza de tu
cabellera en cascada;
el terciopelo de durazno de
tu rostro,
el panal de miel de tu boca
jugosa
y el juego de un guiño tuyo
cuando me arqueabas la ceja
derecha…
Llevo en la memoria…
tatuada tu impronta como un
sello indeleble
con el que podría llenar el
mundo
de copias troqueladas
multiplicándote,
como quien siembra ilusión
en un medio hostil
donde sólo prende la
desesperanza.
02 noviembre 2017
COMPROMISO Y SOLIDARIDAD
Hay muchas cosas cotidianas
que se palpan,
pero que no existen en las
enciclopedias…
el día es una colmatación de
instantes agolpados
que se apelmazan como celdas
de un panal
y entretejen el dulzor y los
sinsabores con la música
de este caminar vacilante,
siempre en marcha;
a veces con deseos
vehementes de abandonar
y apearse en camino, cuando
el hastío
es cansancio y es vereda indecisa
hacia el precipicio.
Y así las semanas, los meses
y el resto de sumandos
que se encaraman en la copa
del árbol de la vida
y sueñan en cosecha
abundante y compartida,
en verdad, sencillez,
compromiso y solidaridad.
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