El honor es más,
mucho más que un ceremonial,
más que la glosa de un vivir glorioso
a lomos del capricho.
A veces sobre el esquema de un ir tirando
o de construir una barricada
en lugar de levantar un puente,
de trinchar este pan para este queso,
pero lavar en virtud la conducta
o la deriva de las ostentosas tentaciones.
Es quemar el pasaporte
de las cosas pasajeras
y optar por la oscuridad de lo cotidiano
y menos atractivo.
Bien sabe la codicia cómo es tentador
lo ajeno, como de dulce al oído
son la carne vedada y las adulaciones,
aquello que enceniza
dejando una mácula que no se marchita
ni en el ostentoso exilio.
El honor y la gloria
no se alcanza con decretos generosos
sino con obras, modales y respeto.
Con el ejemplo, en todo instante el ejemplo.