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10 junio 2021

LA NOTORIEDAD


La notoriedad, como la moda,

es de fácil mudanza;

a veces se exhibe por plazas y avenidas

jugando a la intemporalidad

de la intemperie

que conceden las estatuas,

otras al derribo por suplantación

o por el capricho político del presente.

 

Así, el aclamado de otro tiempo,

en su pose hierática de piedra,

inalterable al curso de los días,

─salvo a la contaminación─

sigue insistiendo en su estética estática

en el desenfado de su pose gallarda

que le fue otorgada por el cincel

que quiso plasmar sus glorias

más allá de su carácter.

 

La notoriedad, por tanto, es intransitiva

a largo plazo o será que antes o después

tiene caducidad toda dignidad concedida

a honores y reconocimientos.

La memoria es frágil, sumamente frágil.

¡Cómo para acordarme ahora de los reyes godos!

17 agosto 2017

NO SE DESCORRIÓ EL VELO



Anochecía en el claro del bosque
y el camino era un trazo diagonal
de luz ocre que cruzaba el paisaje,
arropado entre olivos
y flanqueado por serias escarpaduras.

Era en Juanar,  aguardábamos
el oscuro intenso y total para ver las estrellas;
más o menos a unos mil metros de altitud
y en medio de un silencio profundo,
coreado por la suave brisa en la arboleda
y la melodía monótona de los grillos
despidiendo el día desde la maleza.

Por los cerro cercanos, fumaradas
de nubes negras y deshilachadas
amenazaban con acomodarse por los riscos,
pero se desdibujaban al punto misteriosamente
y abrigábamos esperanzas de que despejara;
en el firmamento, una gran capa gaseosa
y aterciopelada de coral ocupaba
la casi totalidad del cielo
sin intención alguna de desplazarse y abrir.

La vista se acomoda a la escasez de luz,
como se acomodan los sencillos
a la calderilla de final de mes.
El pinar acaba siendo una mancha parda
donde sólo se delinea el contorno.

¿Acometemos a la intendencia?

Se hizo larga la espera como terca
y el firmamento cada vez más cerrado
invitaba a desistir y abandonar:
la Luna debía ser Nueva en algún lugar,
como lo habíamos previsto y sería sin dudas
el llanto lumínico de las hespérides el gran protagonista.
No se descorrió el velo nuboso, ya noche cerrada,
y festejamos el fracaso con las viandas
y alborozadas risas, mofas y linternas.

07 septiembre 2016

DORMITANDO LA SIESTA



Un acentuado sopor
recorre mi cuerpo:
el viento dormitando
el abandono,
me ha zambullido
en el sollozante suspiro
de tortuosos espectros,
esos que se licúan por cada poro
y riñen con el buqué desafinado
que se deshidrata en el jarrón.
Una cabezada
y el cuello se ha desplomado
sin rumbo y desorientado
hacia la nada.
Es el tercer día de encierro
en este in crescendo
sin pausa ni límites,
en plena afonía de la brisa.
En este mar de fuego,
tan sólo atenuado en la aurora;
todo ha quedado suspendido,
vedado, prohibido
como pecado capitalino,
como capricho de un mal legislador
que niega lo evidente.

06 septiembre 2016

COMO PRÓLOGO



Resoplabas.
Desperté y casi podíamos nadar
en la nada de nuestros cuerpos.
Es verano y ya se sabe, hace calor;
en invierno nos cubriríamos de inmediato
acurrucando nuestros cuerpos.
Resoplabas.
Fui a la cocina y regresé
con un zumo de naranjas
recién exprimido
que ni siquiera hiciste por llevarte a los labios.
Dejé el vaso en tu mesita
y te giraste
como quien huye del diablo.
Resoplabas.
Yo buscaba ganarme un beso
─como prólogo─
y tú no estabas por la labor de despertar
ni consentir carantoñas.
Resoplabas;
aunque eso no significa que yo diga que roncas.