31 diciembre 2016

ÚLTIMA HOJA DEL CALENDARIO



Un punto y seguido
entre la última hoja del calendario
y el nuevo almanaque, un relevo en el clavo
donde clavar el pasado
y colgar el futuro preñado de promesas
que se volverán a incumplir.
Así es la Nochevieja:
un atentado a nuestra integridad física
que se ingiere por la boca
y tardará cuarenta y ocho horas en ser evacuado
y borrar las secuelas;
más o menos el mismo tiempo
que tardan las promesas y buenos deseos
en descongelarse
y derretirse por el sumidero del olvido.
No prometo nada, lector,
mas por mi propio interés
deseo, de todo corazón, razón para evaluar
y fuerzas para cambiar lo trasnochado y gris
en lumínica pincelada firme
que abocete una nueva actitud ante la vida,
un camino que lleve a la Esperanza:
menos quejas y mayor compromiso social,
menos compostura y mayor eficacia,
menos justificaciones y mayor presencia;
donde el otro tenga tendida su mano
que se agarre la mía
para gritar juntos contra las injusticias,
las esclavitudes y por la paz.

28 diciembre 2016

LLANTO POR LA MUERTE DE LOS INOCENTES



Hoy, como ayer, Jesús tendría que huir
y posiblemente ni sabrían sus padres
en qué rincón de la Tierra protegerlo
de la enquistada inquina de Herodes .

Persiste el llanto en Ramá
─dos mil años después─
por la muerte de miles de inocentes
y son también santos y vírgenes quienes caen
como hojas de otoño lastradas del ocre del odio
por los oscuros recovecos de la economía:
Siria, Irak, Sudán del Sur, Afganistán,
Yemen, Libia, Burundi, Turquía,
Níger, Nigeria, Chad, Camerún…

En este cálido occidente nos alarmamos
ante terroríficas operaciones ocasionales:
París, Bruselas, Niza, Berlín…
y perdemos la noción del día a día
en los rescoldos bélicos
que nuestra industria alimenta.

Mi voz es insignificante, aunque no tanto
como mi poder de convocatoria,
empero no quiero llorar solo
y a ti extiendo mis manos para que nos encadenemos
a un aullido de protesta
por este holocausto de inocentes
donde cada día explotan las bombas de los poderosos.

Persiste el llanto en Ramá
─dos mil años después─
por la muerte de miles de inocentes,
y yo siento cómo explota la culpa en mi pecho
por la complicidad afónica de mi silencio.

27 diciembre 2016

HICE MUCHAS VECES LAS MALETAS



Las noches eran ventanas
al paisaje de la niñez.
AMELIA DÍAZ BENLLIURE


Hice muchas veces las maletas;
cambié de domicilio y hasta de ciudad.
No fui trashumante, ni perseguido;
me moví laboreando,
abriendo nuevos caminos
y nunca me dejó esta sombra achatada de pueblo,
con aroma a pan recién horneado.

A veces se me espanta el sueño y sale de estampida
por los paisajes de la infancia;
es como habitar
una alcoba de ventanas cegadas
que sólo dan acceso al paisaje de la niñez.

Entre bostezos y escalofríos,
deshilacho la madrugada salpimentando añoranzas
y bebo a tragos esta pesadumbre
que es distancia que nunca quiso ser.

15 diciembre 2016

EN CADA HOJA EL OTOÑO



En cada hoja el otoño,
en cada pecíolo la caducidad del tiempo
que se renueva,
como las agujas del reloj
pasan dos veces al día por la misma cifra.

En cada hoja toda la Naturaleza,
todo el vigor creador de gestación y óbito,
toda la paleta arcoíris
en ruta de degradación
por la cuerda floja que va del albor a la caída.

En cada hoja la parábola
de tu vida y mi vida, de nuestra existencia,
de nuestro caminar ajado y remiendos clínicos,
de la promesa cada día renovada
de vivir el uno por y para el otro.

13 diciembre 2016

ALJIBES DE BARRO



Botijo y cántaro tenían su alma líquida
y sus panzas sudorosas;
un sudor del reposo
con el que conservar fresco el contenido,
a la espera de darse con generosidad
y saciar la sed de toda la familia.
Pequeños aljibes de barro que se nutrían
─fundamentalmente─
del esfuerzo de la madre
o de las niñas que comenzaban a mocear.

En el pueblo no había red de alcantarillado,
pero “Los Chorros” corrían imperturbables
desde siempre y con vocación de permanencia.
¡Paquito, ve a por un búcaro fresquito,
que vamos a comer!

La plaza era un trasiego de niños que juegan,
madres que van y vienen sobre el agua
y acémilas llevadas a abrevar.
En cubos de zinc, las aguas negras eran devueltas al río
para completar el ciclo que hoy oculta el subsuelo.
En mi memoria no circula la añoranza
─salvo de las personas─
pero sí el recuerdo de un tiempo dulce de infancia.

11 diciembre 2016

LA CAMA PLANCHADA



A Tracy, como percha para sus recuerdos.

Recordaba los brazos de la abuela
como el rescoldo donde sentirse a salvo,
la dársena en la que refugiarse
de la tempestad de los miedos nocturnos
y dormirse arrullada por cuentos
en vez de padecer los hielos
de aquellos duros inviernos
en el desangelado caserón familiar.

Todos sus placeres se los adjudicaba a la abuela,
cada uno de aquellos momentos dulces
que conformaba el álbum de su infancia,
por eso no entendía
que la gente hablara de sus mayores
como antesala del gran derrumbe de la partida.

Pasados los años, descubrió en el desván
un extraño artilugio de metal
con el que la abuela  ─le contaron─
solía planchar la cama cada noche.
Ahora es ella abuela y brazos amorosos,
pero no necesita de esa reliquia para hacer
que su nieta duerma cada día en el paraíso.

10 diciembre 2016

PALMATORIA



En mi niñez, la luz eléctrica
era un bien que no alumbraba
todas las sombras. Quizá por eso,
recuerdo en la mesita de noche de mi madre
una palmatoria de bronce
con la que mi hermano y yo, a hurtadillas,
descubríamos tesoros inefables
a los que se llegaba por el pasadizo
secreto de lo mágico.

En la pirueta del vivir cotidiano,
nos rodeamos de cosas inútiles
y ocasionalmente de útiles en desuso
sobrepasados por la vanguardia de los días,
pero a los que nos vinculan
las historias vividas o soñadas,
esas que no resultan nada fáciles descartar
de entre los cachivache de la inutilidad.

Vivimos sueños y soñamos vidas que son como sueños,
en especial cuando un elemento material
ayuda a nuestra mente
a bichear por los corredores inmateriales
que socorre nuestra sed de fantasear,
fondeando el ancla en la bahía de la infancia.

09 diciembre 2016

LA GARRUCHA



Suspiraba de forma lastimera
a cada impulso sobre la cuerda,
como si se dejara jirones del alma de madera
en el roce metálico del eje
que le atraviesa de costado a costado;
pero tenía vocación de eternidad
y fue útil
hasta que la municipalidad
instaló saneamientos públicos
y el esfuerzo quedó limitado
al giro ocasional del grifo
y a la dictadura periódica de la facturación.

Sobre el arabesco metálico
que se eleva por encima del brocal
y del presente,
el testimonio de otras vidas más humildes.

En la garrucha, las muescas
y los desportillados del tiempo,
como aldaba
de un pasado que ahora parece lejanísimo,
pero que forma parte
del cliché imperecedero de mi infancia.

08 diciembre 2016

A UN BANCO DEL PARQUE



Hubiera dado algo importante
por tu cercanía mil pasos antes,
pero tú, pétreo obstinado,
─también húmedo─
te acomodas a tu sorda e insensible
terquedad con las visitas.

Has oído todos los cansancios,
todos los bostezos, las intimidades
y arrumacos de amores primerizos, o avejentados,
las largas sentadas, las largas esperas,
los acomodos y los de asientos inquietos.

Ni te ofreces, ni te niegas;
tan solo eres presencia dura
y duradera
que resiste todas las huellas,
salvo el moho y el musgo que te viste de anciano.

He soplado las hojas, he sacudido
los excrementos de las palomas
y me acoges
con tu escasa ternura,
mientras robas calor de mi cuerpo,
piedra taciturna.

06 diciembre 2016

UN GLOBO A LA ETERNIDAD


Velad, pues no sabéis ni el día ni la hora.
Mt 25, 13

Como una cometa que se eleva
filtrándose
por entre los pies amorfos de las nubes,
como estallido de rabia
que explosiona cuando se acerca a la órbita
y descarrila en mis brazos
por los caminos siderales,
desvaneciéndose
como luz que se apaga mortecina
y hace todavía más amarga la tiniebla,
como sorpresivo fin de fiesta
o piruleta que cae al suelo y la pisan
ante el desespero del niño
que llora con desgarro;
así, con esa virulencia
recibo de tu hija la noticia:

El Barberillo de Lavapiés
ahora es un globo a la eternidad.

Tan solo hace unos días de la renovada promesa
para ese encuentro por siempre aplazado
que reanudaremos
en el estadio de lo inmaterial.

Ya eres aire liberado por los espacios celestes
y yo llanto de ausencia,
como niño a quien rompen su juguete
y no encuentra consuelo.

Hace dos meses que canté tus bodas de oro
y desde entonces guardo silencio;
un misterio
una voz quebrada como augurio
de este azote con el que esta noche
he sido flagelado.