¡Dichoso el que
sabe lo que quiere, así deja de malgastar esfuerzos en todo aquello que le
distrae de su meta!
¡Gracias a Dios que no he tenido que pasar por tener la menstruación!
¡Sólo faltaba que careciendo de los muchos encantos de ella tuviera fases como
la luna!
¡Lo encontré! El estragón está en el diccionario, además de en
numerosas recetas de cocina.
¿Por qué si es arte la pintura, la escultura, la literatura, no lo es
la agricultura?
“¡Ahí está la madre del cordero!” ¡Ahí está la oveja!
“Los excesos se pagan”: el de alcohol con una borrachera; el de comida con una indigestión;
el de estrés con un infarto; el de velocidad, con mucha suerte, con una multa;
sin ella, con un lamentable accidente que posiblemente no puedas contar.
Al llegar la noche, las imágenes juegan y canturrean como sutiles
surtidores en las aguas opacas de los ensueños.
Al producirse un incendio en la colmena, dijo la reina con regia voz: ¡No hay más cera que la que arde!
Así como el cuerpo se libera de gran parte de peso cuando se sumerge
en el agua, se descarga la conciencia al revelar un secreto; no obstante,
conviene, tanto nadar y guardar la ropa, como guardar en secreto las
intimidades que no deseemos ver aireadas a los cuatro vientos.
Aunque ciertamente los humanos sólo somos iguales, sin distinción de
razas ni credos, en el nacer desnudos y en el indefectible morir, somos menos iguales
en las prendas que viste la nacida desnudez, y en las pompas fúnebres que darán
por acabadas tantas diferencias y privilegios.
Aunque el que teme es un temeroso, el que medra no tiene por qué ser
medroso.
Aunque la causa es el origen y el efecto la meta, todavía no se sabe a
ciencia cierta quién es antes, si el huevo o la gallina.