Recientemente, mi amiga, Jone Miren Asteinza, Nerim, ha publicado su primer libro de relatos y hace días que me resisto, pero el corazón bombea suspiros por comentar. Todos los relatos son conocidos para quienes la seguimos en su blog Cajón Secreto, pero acaban de tomar cuerpo de imprenta con la edición de este librito de 90 páginas y el aroma inconfundible de esta mujer apasionante y apasionada de la vida, a la que nada deja indiferente.
Tampoco a sus lectores dejará indiferente
este libro. Algunos tienden a identificar al autor con el narrador, algo que no
es así nunca, salvo en las autobiografías y tampoco al completo, y no lo es en
el caso de estos 14 relatos. La autora presta de su experiencia vital a la narradora,
casi siempre mujer, salvo en un par de ocasiones, y le hace hablar en tono bien
distinto y distante como personaje nacido de la creación; creación que pone sus
cimientos en la vida real con grandes dotes de fantasía. Casi siempre nos
presenta una lucha entre los anhelos y el destino, una subyugación fatídica y
fatalista que acaba con los sueños y los sentimientos de sus protagonistas.
De la calidad de los relatos
también hablaron otras voces bien contrastadas y de mayor peso que la mía. El que da nombre genérico al libro, premiado en
el concurso de relatos Európides,
fue emitido a través de Luzde gas radio blog y oído con deleite por todos o gran parte de sus amigos blogueros; en el, un
matrimonio sin nombre, sin diálogo, sin vida en común, nos presenta una aciaga metáfora
de la vida de desencuentro entre ambos: ella sueña cada día y él sepulta a
diario sus ilusiones. Otros relatos son como luces y sombras, como un fuego muy sensorial que nos
lleva de la lucidez a la inconsciencia, del arropo al desvalimiento y tan real
y escalofriante como una pesadilla continuada en el tiempo, donde los
personajes secundarios son una masa amorfa de máscaras que sólo aportan el
paisaje necesario donde desarrollar la historia. Algunos son como una especie
de matrioska o cesta de cerezas donde
unos personajes van dando cobijo a otros bajo el denominador común de la
sensualidad o la sexualidad, en pareja o soledad.
En suma un mundo femenino que no
se resiste al papel de comparsa, sino que se reivindica a sí mismo con su
propia identidad y se lanza en busca del destino soñado. Para ello hace uso de
una prosa sencilla y cercana, sin barroquismos ni grandes elipsis, sino con el
narrar llano de unos personajes sencillos que hablan de sus vivencias y sus
complejidades. Historias de personajes reales que nada o bien poco tiene que
ver con lo autobiográfico, sino con la dedicación atenta y observadora de su
autora, persona que no pasa por la vida con la maleta cerrada, sino con los
ojos y el oído bien atentos.
El último relato, Entre redes, plantea el enfrentamiento entre lo real y lo virtual
tal y como puede suceder en la vida de cualquier bloguero y, desde mi punto de
vista, sí que tiene mucho de autobiográfico de su autora; no es que le haya
sucedido algo similar, pero sí habla de la imposibilidad de que a Mirentxu (Nerim) le pueda pasar algo parecido, ya
que me consta que ella antepone la presencia y la vida a la virtualidad fría y
sin compromiso. Mirentxu tiene muy poco de personaje y sí una gran personalidad
preocupada por todas y cada una de las actividades culturales que le son
posibles, y muy centrada en el relato como su arma de expresión. Es una
comunicadora nata. Quizás en sus relatos falte —para que esto no huela a
panegírico—, esa chispa, ese gesto peculiar de su mirada cuando conversa de
frente, cuando se interesa por ti y por los tuyos, cuando te da mucho más de lo
que de ella podrías esperar.
En la literatura está casi todo
dicho, pero es precisamente en las variantes, como sucede en la música, donde
se descubre al autor; no tanto en lo que cuenta, sino en cómo lo cuenta.
Historias todas ellas donde se palpa la vitalidad de la mujer que no se resigna
al papel que hasta ahora le había asignado la tradición. Una rebelde que lucha
por ser ella misma y a fe que lo consigue.
Para ti, Mirentxu, toda mi admiración
y mi cariño.