Campos de lavanda de Brihuega |
A
Milena, María Jesús y Maite, quienes me preceden.
Antecedentes:
No hay norte, ni
sur, se dilataron las lindes
y de oriente a
occidente todo es un mar
inmenso, desbordante
y desbordado,
una sucesión de
olas rígidas e irisadas
que ciega la visión
y atrofia el olfato.
Un océano de surcos
interminables,
una formación
delineada por el esfuerzo
y la meticulosidad
del campesino especializado
que busca arrancar
a la tierra el mejor
de los aromas de
una paleta violácea
que parece no
agotarse en sí misma.
Desde el privilegio
de este promontorio,
la mirada derramada
en el lívido aroma,
sueño su cultivo y
ulterior transformación
para obtener las
tres primeras muestras
y obsequiar a Milena,
María Jesús y Maite
derramando ante
ellas mi admiración
sin límites en este
mundo de letras
en el que nos
desenvolvemos.