Tanta luz. Tanto derroche
desde el alba hasta la noche,
despilfarros a troche y moche;
cada día con su noche.
Tanta luz. Tanto derroche.
Amanece. Se filtra la luz
por donde no cupo el aire fresco
y no alivió los sudores
y sí perturbó el silencio.
Los primeros en salir
vociferaron obscenos
cual pregoneros playeros.
Tanta luz. Recrecida a medio día,
donde el sudor es profuso
y a la hora de la siesta,
cuando todo es más confuso
y el termómetro amenaza
con romper toda barrera,
y de subir no se cansa
como una eterna escalera.
Tanta luz. Tanto derroche,
a pesar de los reproches,
así nos trata el verano.