Hay un instante previo a la luz
donde reinaba el caos inmenso,
una sombra amorfa e infinita.
No existía la paleta. El negro
se expandía y lo uniformaba todo
y la vida era una espera indefinida
que se extendía por el no tiempo.
En la tiniebla nada tenía entidad,
todo era una larga e imprecisa espera.
Al nacer la luz todo fue un desencadenante:
se iluminaron las sombras y se apreció que
era nada menos que un diafragma de colores,
un abanico cromático del rojo al violeta
que fue asignando identidad a cada creatura.
Y surgieron los montes, y corrieron los ríos,
y el verde reinó en los prados y laderas,
y el azul destiló desde el cielo a los mares,
y en todo lugar surgieron animales
de todo tipo y especie…
Y el pez pequeño era devorado por el grande,
y el animalito frágil era ingerido por el fuerte.
Y nació el hombre, y tomó ejemplo,
y de esas incruentas maneras seguimos,
y sin perspectivas de cambio.
¿Y al séptimo dia descansó?
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay cosas de la creación que no llego a comprender: en la naturaleza hay víctimas y depredadores lo que supone para mi una pena, luego está el hombre cómo el más peligroso de todos los seres de la creación y eso es mucho más triste. Saludos
ResponderEliminarQuizás la inmensidad omnipresente negretud hoy se arrepiente de haberle dado cabida a ese incipiente y minúsculo rayo de luz que poco a poco fue descosiendo su manto oscuro hasta convertir la armosiosa nada en un caos infinito....bss
ResponderEliminarMuy bien contada, la idea que tienes de la creación.
ResponderEliminarFeliz fin de semana. Un abrazo.