Me miro al espejo
y veo la desnudez
de esta soledad entre el bullicio
y la agitación que me carcome.
El teléfono tiene un resto
de batería
y a mí me queda un hilo de esperanza:
llamo, una vez más,
reclamando la cita médica
que no llega.
“Estamos desbordados,
siga esperando”.
Hago por dormirme
con esa cantinela martilleando
que antes o después
desembocará en el Edén
sin billete de regreso,
mientras las entidades privadas
crecen y crecen
en este agosto privativo
de unos cuantos.
Si el Covi dió pié en algunos paises a reducir la sanidad pública, ahora viene otra ¿pandemia?, la del virus del mono, con esta ya está todo resuelto se acabó la medicina pública y desarrollo de la privada. Esto está ya inventado, generar crisis para hacer lo que se quiera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cualquier excusa es buena para dedicar menor atención a lo público y centrarse en lo que da beneficio. Por mal camino andamos, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Yo tendría que ir al médico, pero voy a esperar a que se vaya el calor, pués con tan altas temperaturas es un peligro salir a la calle.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todo depende de lo urgente que sea tu necesidad de acudir al médico. Espero que sea algo pasajero y pueda esperar.
EliminarUn abrazo.
¡Hola! La verdad es que queda mucho por reflexionar sobre estos temas y lo peor es que parece imposible cambiar algo. Un abrazo ❤️
ResponderEliminarPosdata: te sigo y dejo mi blog por si te quieres pasar: http://aborboletaturquesa.blogspot.com/
Muchas gracias, Carolina. Me paso por tu casa a curiosear un poco.
EliminarUn abrazo.