Al poeta Joaquín Hidalgo Cejudo
A veces es aroma de juncia,
de romero o de albahaca,
natural y silvestre
como el arrebol de una
amapola
que a nadie pidió permiso de
existencia,
ni hubo una mano encallecida
que con mimo la cultivara.
A veces es un destello
irisado,
como esas florecillas
silvestres
de nombres ignorados
y cuyo candor enternece
a lo más rudo y rústico
de la naturaleza.
A veces, las más veces,
es frágil crisálida
de ternura alada,
que revolotea alrededor de
mi cuello
y acaba por abrazarme
y en su unción me abraso.