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18 noviembre 2024

TE LO HE DICHO

 


                                                   A mi hijo Carlos


Te lo he dicho con lluvia, con viento,

con sol extremo y arrebatador,

en la penumbra del alumbrado público

y a pleno día, cuando las sombras sestean.


Te lo he dicho en todo los meses,

en todos los climas y en todas las estaciones

a lo largo de tus cincuenta años.

No. No me corrijas, también cuento el embarazo.


Te lo he dicho en el ardor de la fiesta,

en los momentos de gozo y complacencia

y también en medio de los quebrantos,

cuando eras un niño y cuando muchacho.


Te lo he dicho con palabras y gestos,

con expresiones silenciosas y admirativas,

con todo mi poder y con mi nada.

Te lo he dicho y te lo repito mil veces:

para mí eres más que genuino, único.

26 noviembre 2022

SOSTENELLA Y NO ENMENDALLA



Tozudez, un callejón sin salida

que acabará dándonos

con las puertas en la narices.

No es fácil. Ya sé por mí mismo

que no es fácil,

cargar con el peso del error

y levantar la cara sin sentirse humillado.

La terquedad conduce, inevitablemente,

a las orejeras diseñadas para las acémilas

que, en ocasiones,

tantos de nosotros merecemos.

“Sostenella y no enmendalla”,

tiene sus amargas consecuencias,

como confundir la mar serena

con un campo sembrado de maíz

y adentrarse en las aguas

calculando la futura cosecha,

persistiendo en el engaño

lleva a la sima sin retorno.

Como la mar no es camino seguro

porque no es piedra, ni suelo firme,

tan solo un destello de jade

con ciertas irisaciones,

cuando lo ilumina los rayos del sol;

así también quien no corrige la deriva

y se deja ondear al capricho de los vientos,

desenvainada la espada

y sin poseer los menores rudimentos

de una buena atalaya,

ante el órdago que provoca

su obstinado desparpajo.

Frente a la terquedad, sagacidad;

contra la complejidad de la insistencia,

sencillez, disculpas, y enmendar el entuerto.

11 agosto 2022

PADRE Y MUY SEÑOR MÍO



Tengo, padre, una débil memoria,

pero en mí se afirmó tu sonrisa

y algunos de los conocimientos

que de la tierra y el monte,

con tesón, me trasplantaste.

 

Tú me hablabas del ciclo de la vida,

de la ecología que hoy estudian

los sesudos en luminosos despachos.

Tú, con tus manos sarmentosas,

estercolabas la tierra y la sembrabas,

aguardabas el fruto, y tu sudor

era el vehículo que la llevaba al granero.

 

Me enseñaste a respetar las lindes

y también las malas hierbas hasta la bina,

a entresacar la caña débil

para fortalecer el brío de las promesas.

 

De ti aprendí a conocer las nubes,

a distinguir los vientos y sus amenazas,

a gozar el aroma expectante del azahar,

pero también del cantueso y el tomillo,

de la hierbabuena y el romero,

o a valorar la suma sutileza del jazmín

que plantaron tus manos

y que con tanto amor llevabas

un lindo ramillete cada tarde a mamá.

 

Te empeñaste en que reconociera

las huellas de personas y animales,

asignatura no llegué a superar,

a pesar de tu empeño;

en cambio, sí que he seguido

tu afición lectora, amor que a ti debo,

como te debo la vida

y la habilidad de saber gozarla.

31 mayo 2022

EN EL VÉRTICE DE LA ADOLESCENCIA

 



A mi nieto Alberto

 

En la edad indefinida,

cuando el joven siente la necesidad

de plantar la semilla y adecuar el granero,

en ese tiempo entre dos estaciones

que en el calendario no deja de correr tenazmente,

como cuando pasamos delante de un espejo

y transita nuestra sombra

sin darnos un respiro ni detenerse,

mientras tratamos de encontrar el camino,

nuestro camino, y acertar en la elección…

 

Todo cuanto puedo decirte

es que te enfrentes al conocimiento

desde la premisa de la parcialidad,

la incertidumbre y la inexactitud.

Por mucho que abarques, te quedarán flecos,

incluso grupos de materias que te serán

tan desconocidas como necesarias:

la formación académica

es solo la base del conocimiento,

pero en ningún caso del alfa a la omega del saber.

 

La vida es cambio, es búsqueda, es camino:

un camino interminable que te irá desbrozando

la necesidad de averiguar el sentido de las cosas,

así como las nuevas urgencias

hacia las que evoluciona el vivir.

 

Regálate un tiempo de silencio, de contemplación,

un deseo insaciable de seguir aprendiendo,

aunque acabarás por entender tu pequeñez rotunda.

Desde mi cima y mi mucha ignorancia,

puedo asegurarte que no hay cualidad

superior a la escucha.

 

No te guardes todo para ti, sé generoso

y comparte. Y así por siempre dando gracias

y creciendo sin límites.