Vengo de un tiempo
donde el silencio ganó la partida
a la expresión,
y así, los padres enseñaron a sus hijos
a morderse la lengua,
a silenciar por pánico
y a hablar de lo insustancial.
De allí, por un atajo,
con la misma o más escasa formación
nos hemos plantado
en la crítica feroz y feraz.
Y ya puestos,
en la mentira, el bulo y la difamación.
El pasado era un edificio de puerta única
y ahora es la casa de Tócame Roque,
con tantos edificios
como puertas de entrada y salida
sin control ni peaje.
Se ha dicho y eso basta.
Ni la credibilidad ni el rigor
es moneda en curso,
lo críptico sobrenada y no solo flota,
sino que bombardea y hunde a capricho.
Vengo de un tiempo del rigor y el miedo
que ahora ha tomado la deriva
del acoso y derribo:
hemos pasado del silencioso pánico
a la difamación más impune:
progresión geométrica.
Creo que un personaje sabio y cabal dijo, que si cada uno hablara de lo que sabe, sin meterse en lo que desconoce, en España se produciría un productivo silencio que nos permitiría estudiar sin molestias.
ResponderEliminarSalud