Yo fui un proyecto esperanzado,
un germen que crecía
sin desbordarse,
que espigaba lentamente
y se sustentaba en la media aritmética.
Uno de tantos. Uno más,
genuino y selecto
para el capricho de los íntimos;
ese aporte energético
que proyecta arabescos
con la fascinación que lo hace el cine.
Ahora es tarde
y, al cierre por inventario,
quizás no de la talla soñada
insuflada y estelar
que durmió a la orilla del camino.
Así he sido, poca cosa camino del olvido.
Todo empieza con un proyecto, es un deseo, un ansia de luz.
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