Un pequeño esfuerzo y la gran recompensa:
mis hermanos viven en la gran ciudad
y yo he sido invitado a volver al origen
y a meditar mirando al Calvario.
Ellos llegaron fácilmente al acuerdo
y me ofrecen el calor de su presencia,
junto a la serenidad de su cercanía,
sin convocatoria, solo por arroparme.
Llegado el momento, si la semilla da fruto,
serán los primeros en festejarlo;
si por el contrario solo es paja sin grano,
también serán los primeros en arroparme.
Contra viento y marea, aunque el trillo no trille
y aunque la brisa sea calma adversa,
la parva llegará íntegra al granero,
harán de mi objeto de culto
y por activa o pasiva me saldrán las cuentas.
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