23 febrero 2020

TE ADIVINO EN LAS SOMBRAS




Te adivino en las sombras,
en los barruntos del alba,
en la urgencia de mi pecho desbocado
y en el martilleo de mi mente sin reposo
anunciando tu nombre
y en el deseo de arder en el fuego de tu presencia.

Necesito la luz que me confirme
que eres tú y no un destello atormentado,
una enajenación en las sombras
de este calabozo de la espera.

Necesito ver cómo se acerca tu silueta
recortada al otro lado de mi imaginación
exenta de dudas, nítida, inequívoca…

Luz, luz a mis ojos, luz que certifique
lo que mi corazón anhela hasta el desvelo.

20 febrero 2020

ATURDIMIENTO




Aturdimiento, sopor, somnolencia,
cansancio profundo
es lo que arrastro en el plomo-buzo
de mis pies,
donde se encadena esta triste ebriedad
de profundo silencio e ideas abortada.

La cama me vocea, pero el descanso
no acaba con este desconcierto
que me desgobierna.
Entorno los ojos y veo igual de oscuro,
el mismo mar sin límites y turbio
que oscina de un extremo a otro
sin llegar a romper en tempestad.

Este anuncio de caos
encuentra cierta paz entornando los ojos,
donde se aboceta la nada;
esa magna fría e informe abulia
que me desencuaderna
mientras busca el abrigo
de una dársena que me está siendo esquiva.

19 febrero 2020

NUDOSO




Enhiesto, aunque con algún escorzo
sobre quien gira
en sentido ascendente;
nudoso, retorcido, desnudo,
pero buscando siempre la alturas
con las que aspirar a lo supremo.

Así también el hombre
trata de mantenerse sobre sus pies
y mira esperanzado al cielo,
de donde llega la luz,
a pesar de los nudos
de cada una de sus articulaciones
por la poda reumática y artrítica
de sus dolencias.

En cada incisión, una cicatriz
y de ella un brote verde
y esperanzado,
un nuevo impulso corrector
sobre el que seguir el destino.

Y así, árbol y hombre,
en su función desigual
simbiosis de respiración y clorofila.

18 febrero 2020

PERSPECTIVA




A Isidoro Jara

Las sombras se anticiparon a la caída
de la tarde como preludio;
poco después se vieron forzados
a abrir el paraguas
y protegerse bajo la cúpula de tela negra
mientras se alejaban.
Acabaron siendo dos siluetas,
un cuerpo único
esfumándose por el punto de fuga
de aquella perspectiva gris
que se proyectaba frente al ocaso
y en recoleto anonimato.

13 febrero 2020

CONVOY MILITAR




Llegamos a la estación de Málaga
a paso discrecional;
en la Caja de Reclutas
intercambiamos nuestros miedos
por un saco petate de tercera o cuarta mano
y una manta donde se habían arropado
no se sabe qué cantidad de cuerpos.
Las letrinas de la estación
eran un simple ensayo
frente a lo que nos esperaba.
El convoy echó a rodar
poco después del ángelus
de aquel lejano septiembre;
las uvas sesteaban en el pasero
y los campos se agostaban
a la espera de las primeras lluvias.
El viaje carecía de aventura:
íbamos como corderos llevados al matadero,
bajo disciplina y conteo permanente;
sudorosos, apiñados, sin prisas
y mucha pausa acompasada a los gemidos metálicos.
La incomprensible cortesía
cedía el paso en apeaderos y vías muertas
a correos y mercancías.
Pasada la hora de retreta,
en el silencio cuartelario y en penumbra,
llegamos a un cuartel de Córdoba,
desde donde reiniciaríamos viaje
a la mañana siguiente.
En el ensombrecido comedor
nos esperaba algo que no emparentaba sin rechinar
a una tortilla de patatas fría
y elaborada con escasez de todo,
salvo de patatas.
Se había hecho el silencio y,
al descalzarnos,
el aroma a pies engoló la voz
hasta lo inusitado del sopor.
Al día siguiente, una nueva jornada
de parsimonioso chachachá,
con Almería como destino intermedio
y Sidi Ifni como meta final.

12 febrero 2020

PASÓ POR MI LADO




Pasó por mi lado
como envolviéndome en su torbellino;
el borde de su falda me hizo cabalgar su ola
y me produjo vértigo
con tan solo el roce mínimo,
más imaginado que real.

Me sentí isla ignorada,
apenas un atolón para su corazón,
y vino a mí no sé qué súbito aroma
cálido de primavera
que me instalaba con tozudez en la esperanza.

Como las hojas de una flor,
traídas y llevadas por la brisa de la intemperie,
su ritmo cardíaco se instaló en mi pulso
y da la nota desde entonces
al diapasón de mis días.

Apenas me había rozado
o tal vez imaginé que así había sucedido;
en el ala de mi sombrero
─desde entonces─
el vuelo de su falda, el torbellino que me seduce.

11 febrero 2020

NOCHE CERRADA




Noche cerrada,
un velo oscuro lo cubre todo
de un lóbrego inhóspito;
a los lejos, restalla un rayo
abriendo veladuras en los cielos
y anticipando el estruendo inminente.

Se hacen incontables. Cientos.
La oscuridad subraya el desasosiego
cuando desaparece el fluido eléctrico
y se acentúa el profundo silencio.

El gutural quebranto de los montes
se duele con cada trueno
y el embozo de la cama no basta
para cubrir la cabeza y desaparecer.

En un abrazo,
que evocaba tabla de salvación,
sorteamos nuestros miedos
hasta ser vencido por el sueño.

A las primeras luces del día,
desaparecida la tramoya de la tormenta,
seguía anclada a la dársena de mi pecho,
tras encallar su miedo en mi miedo.

10 febrero 2020

LOS ÁRBOLES LLORAN




Los árboles lloran la clorofila de ayer,
sus lágrimas son ocres fundidos
en la maceración de los cárdenos,
mustia mirada nostálgica,
demacrados suspiros
de pena enrojecida de impotencia.

Llovizna forestal
que gota a gota, hoja a hoja,
alfombra el paseo y lo hace mullido
en un crujir musical
que marca el ritmo de nuestro caminar
por el paseo o la floresta.

Todo esplendor duerme su noche oscura,
su tránsito ciego;
toda muerte es un renacer a la vida.
No hay vida nueva
sin tránsito por el calvario del dolor.

Lloran los árboles,
llora la naturaleza y lloro yo
la aspersión en el sustrato y humus
del que renace la vida
y el nuevo latir como verde brote de esperanza.

08 febrero 2020

LA GENTE




Llueve;
sobre la ciudad una débil lluvia,
suave, sin estridencias ni aparato eléctrico,
como quien hace la faena callada
en sustitución de los desaprensivos
que no limpian los excrementos de las aceras
cuando sus mascotas defecan.
No llega a correr el agua por las calles,
ni el alcantarillado es consciente
de lo que está sucediendo.
No gotean las canales,
parece que una sed de meses
empapara la escasa lluvia
y las calles aparecen aún más sucias,
más pestilentes;
una señora con gabardina, gorro
y paraguas plegado
hace gestos de desafío y un sin techo
mira con ojos de deseo su indumentaria.
No hay perros en las calles;
quizás sea hora de comer y sestear.
La lluvia, la verdadera lluvia es, en palabras de Pigmalión,
una maravilla en Sevilla; pero este ensayo de lluvia,
casi reseco, es tan sólo un simulacro.

07 febrero 2020

¿QUÉ ME PONGO?




Aunque nunca recuerdas mis respuestas,
me sé todas tus preguntas,
esa sarta interminable y reiterativa
como collar de varias vueltas,
que se enrosca una y otra vez
con la exclusividad de ser siempre la misma:

¿Qué me pongo?

Insistes como un grifo mal cerrado,
como zapatilla que canturrea en el piso
su falta de fijación y su cantilena
o gozne que reclama lubricante.

¿Qué me pongo?

Con el empeño de hacerme tu estilista,
ignoras mis reiteradas respuestas
de ayer y toda la conjunción de pretéritos
que desfilaron secuencialmente
por mis labios a modo de muletilla.

¿Qué me pongo?

Lo que tú quieras, mi amor; lo que tú quieras…

06 febrero 2020

ME DESPERTABA CADA DÍA




Me despertaba cada día
desde el firmamento enclaustrado de su jaula;
era como un arcoíris al óleo y sonoro
que adornaba la ventana y nos adentraba
a lo cotidiano como desde una panorámica
ajena. Por el sonido,
diría que era muy feliz,
pues sus trinos eran como salmodias
o cánticos de alabanza. La Naturaleza
entre barrotes con provisión de agua y alpiste,
una hoja de lechuga al día y media manzana,
hasta descubrir las barritas energéticas,
el paradigma de la felicidad.
En la terraza del bar cercano, a diario,
una leva de gorriones picoteando entre los veladores
y sorteando los peligros;
en días de lluvia, en las ramas de los árboles del paseo
estoicos y chorreando.
Un día, al limpiar la jaula escapó hasta desaparecer
de la vista. Lo inmediato fue imaginarlo volver frágil y cabizbajo
buscando el sustento que no sabía procurarse.
No sé qué habrá sido de él, pero no ha vuelto
pidiendo que lo meta de nuevo entre rejas.

05 febrero 2020

NO MIRES EL CALENDARIO




A mis hermanos Isabel y Juan

No miréis el calendario,
cuando lleguéis haremos fiesta
y se teñirá de rojo el almanaque,
y se acelerarán nuestros corazones,
y volveremos a ser
objetivo paciente de su mirada;
y se encenderá una estrella
en la lejana cúpula del universo,
y sabremos que ella es y sigue siendo
la Pastora de sus amadas criaturas.

Hay vidas que son ansias de encuentro,
como esquirlas de una misma roca
que les conmueve su ancestral pertenencia,
sed endémica de recomponer la diáspora,
del gozo de compartir ese amor
en el que fuimos acrisolados.

No miréis el calendario,
cuando lleguéis haremos fiesta
y danzaremos, y cantaremos,
y será grande la euforia
como regreso de hijo pródigo.

A nuestra edad, a estas alturas de la vida,
las verdaderas fiestas son de júbilo,
de incontenible regocijo por el encuentro.

04 febrero 2020

SI HUBIERA PODIDO ELEGIR




Si pudiera elegir,
sería ráfaga de viento.
CONCHA VILCHES CANSINO


Si hubiera podido elegir,
si hubiera estado a mi alcance,
los sueños no lograrían
trazar las líneas de éxito social
y económico
en los que encaramarme.

El cine me había ayudado a imaginar
el clima soñado
que me fue vedado
en cada una de sus fantasías.

A cambio de ello, un viento adverso
hinchó las velas de mi travesía
y me tocó sortear
alguna que otra zozobra;
hasta más de un naufragio
del que sólo salvé la maltrecha vida.

Hoy, si pudiera elegir,
apostaría por ser lo que soy,
apenas nada, pero todavía más,
a ser posible,
tan sólo pediría capacidad de maniobra
para cada exigencia.
La vida es una regata
sometida a las inclemencias de los vientos.

03 febrero 2020

ESPINOSA SIMETRÍA




Cardo, la espinosa simetría,
la figura en la que se inspiró la alcachofa
para imitar su talle y acercarse a su belleza.

Borriquero para algunos,
con el desprecio de quien no respeta,
epíteto hiriente muchos más allá
de sus numerosas espinas.

En lo insignificante de la nada,
allá donde la gente no suele mirar
porque nada espera,
en un promontorio o en una solana,
erguido sobre sus raíces
se levanta ufano al tiempo que desconfiado,
por eso despliega sus aceradas púas
como hoplita en alerta.

Su flor violácea, cuando llega,
es corona y culmen
de esa pasión por vivir y ser señera
en medio de lo anodino, que no vulgar;
esplendor y destello de lo creado
para aquellos ojos sensibles que saben mirar.