Y
Sevilla se difumina hacia el sur como río que llora, que recoge y se lleva mis
grises pesares y los enmarisma por los arrozales; un batir de alas que migran
al sur ─sin control ni fronteras─ que huyen del invierno que a todos aqueja.
Por esa planicie que corre hacia el sur y va lamiendo el Coto y va emborronando
al propio paisaje y a su paisanaje, que mis cansados ojos envuelven en azul,
cuando hace escalas de grises superpuestos, de angustias narradas con dolor
ajeno. Camino del mar, como migran las aves, se van mis pesares, los propios y
ajenos, y como las nubes vuelven cada día y me traen nostalgias de otras
agonías. A orillas del río que manso serpea salado, como barquitos de papel
ilusionados, esas confidencias de amargas penurias que me confiaron y buscan en
la mar los sueños dorados que el vivir diario no hizo posible. Como llora el
río camino a Sanlúcar; así, quedamente, este paisaje de penas y angustias, este
paisajenaje.
29 septiembre 2017
27 septiembre 2017
DE REPENTE LA LLUVIA
Había dormido en el parque.
Llevaba
consigo sus escasas
pertenencias.
Se despertó a las primeras
luces del día
como con una caricia, sin
violentar la escena,
sin ningún aspaviento;
dulce, quedamente.
Al echar los pies del banco
de madera,
las hojas caídas sobre él
durante la noche
saltaron en su levedad para
caer de nuevo al suelo
y perderse en el anonimato
de la abundante alfombra.
A los primeros pasos, un
redoble crujiente
de ocres, verdes macilentos
y cárdenos ojerosos
envolvían sus pasos en entidad
de mendigo.
Aquella sombra que desplazaba
parsimoniosa
parecía no dirigirse a un
lugar concreto;
junto a la fuente, antes de
beber,
se agachó a recoger una
colilla
que acarició entre sus dedos
con deleite.
Tiraba del esqueleto metálico
y desvencijado
de lo que fuera un posible
carrito de la compra,
con un par de cartones
mugrientos
y otras tantas bolsas de
plástico repletas de… cosas.
De repente la lluvia nos sorprendió
a ambos:
yo me dispuse a cerrar con diligencia
la ventana
y él desapareció de mis
vista para ser de nuevo
tan invisible como siempre
son estas sombras.
25 septiembre 2017
BLANCO Y NEGRO
Mientras me dirijo a
orillas que no conozco.
WALT WHITMAN
A Carmen Hernández
Rey, Juan Ramón Galán y Rogelio Martínez
Arévalo
Mientras transito hacia el
inevitable futuro,
hacia las orillas nunca
holladas,
ante mis ojos, fotografías
en blanco y negro
de un pasado que se ofusca
en perseverar en lo oscuro,
en lo terco e irracional de
una mirada bizca
que mira con parcialidad
endémica,
sin tener en cuenta, sin
respetar la opinión del otro.
Blanco y negro. Tierra de
Joselito y Belmonte,
de fachas y rojos, de
nacionales y republicanos,
de anticlericalismo y de fe
mariana,
de pan y toros que se
transforma al paso de los días
en pan y fútbol, eterno
circo romano,
que se enrosca mutando a
futuro.
España en blanco y negro,
incapaz de tragarse el humo del
cigarrillo ajeno,
dedo que señala con epítetos
que quieren ser
descalificadores.
Me duele tu fractura social,
no mi herida,
sino el desgarro en el
cuerpo social de Cataluña,
de toda España,
que mañana podría ser una
escalada
de aquellos que esperan
agazapados la prueba,
en un tiempo en el que el
mundo gira
la rueda de la unidad de
naciones,
aunque se mantienen las
fronteras para las personas.
Un paso atrás, una vuelta
cainita,
una renovación de las dos
Españas que creí superadas.
23 septiembre 2017
UN PARAÍSO NO PROFANADO
Por donde las adelfas blancas
ribetean el arroyo entre los
espinos
de las zarzamoras,
y evitando un remojón de
otoño
que hubiera desentonado con
la tarde
ilusionada en una luz que no
correspondía,
rebuscando entre los grises secretos
de la melancolía,
un vadear cantarín como paraíso
sin dueño
fue la resultante de la más
grande aventura
que todavía no ha sido
descrita ni en los ensueños
de los cortesanos y palaciegos.
Tras el recodo, los álamos
de verdes tiernos
y enveses blancos, como la
cantarina espuma del agua,
temblando de bucólica
armonía;
hacían contrapeso y simetría
a la negrura
que abrochaba la tarde; los
pinos,
borrachos de aroma y de
resina untuosa,
se jactaban de la esbeltez
rolliza de sus figuras
ante la lánguida mirada
violeta de la flor imperial
y modestia de servidora.
Tras el laurel,
un insospechado fauno
haciendo imposibles cabriolas
que más tenían de
figuraciones
que de circenses ejercicios
del más difícil todavía
y una sonrisa templada como
las notas de una lira
persiguiendo las acrobacias
de una intrépida libélula
en ágil y zigzagueante vuelo
interminable.
Por donde las adelfas
blancas,
una panorámica otoñal que
imprime a la tarde
ribetes plásticos cercanos a
un paraíso no profanado.
22 septiembre 2017
¿QUÉ SE ESTÁ COCIENDO?
Y mientras nos desgastamos
la vista
mirando hacia Cataluña,
en tanto que la tinta de los
titulares
parece dibujar exclusivas
esteladas de amor
o desafección para otros,
cuando bizqueamos de mirar
en una dirección única
y levantamos murallas de
candidez patria incondicional
y al otro lado
el odio;
mientras reproducimos
comentarios
del siglo pasado,
tiempo de fracaso y
ombliguismo,
de jactancia de un poder
que se limita a prescribir
recetas
de la rebotica de ver pasar
el tiempo
que no nos correspondía
vivir,
como quien torea de salón el
toro de la estampida,
en tanto que el vocerío
entre sordos prepotentes
se desgañita y nos acobarda
de miedo,
¿qué se está cociendo?
21 septiembre 2017
LA CANCIÓN DE LOS CHORROS
La canción de los Chorros
sobre el pilar,
es una constante que se
inició
antes de mí mismo
y ha de perdurarme
como sobrevivió a mis
padres,
una música que se acentúa
cuando se corre el velo de
la noche
y todo parece dormitar;
todo, salvo el generoso lloro
que a Ojén le imprime
carácter
e inequívoca seña de
identidad.
Un manantial sin retorno
que parece dormido en el
tiempo,
como se durmió mi infancia
en la coraza de historias
remotas
que se columpian por la
memoria
sin añadir huellas
recientes.
En el paisaje central de mi
lejana infancia,
los sofocantes juegos
y la sed suturada con hilos
de plata,
tantas veces remojones
festivos.
20 septiembre 2017
SOBRE LAS CRESTAS DE LAS OLAS
Sobre las crestas de las
olas,
como surfista inagotable,
las maquinaciones de los
cazadores de nubes;
un mar de sonrisa blanca
en la espuma de nácar
de sus agitadas crestas
móviles.
En el agua de los mares,
los proyectos que navegaron
aciertos
y los errores embarrancados
en los arrecifes de lo
insólito
y en los fracasos.
El mar, latidos líquidos
que trasiegan aventuras
─a punto de sal─
bajo la mirada azul del
cielo
que todo lo observa en
silencio.
19 septiembre 2017
EN LOS CHOPOS DEL RÍO
En los chopos del río
la brisa campanillea
blanquiverde
con cierto rubor de hojas
temblorosas
que se agitan por saludarse
en el reflejo del agua
y guiñando al cielo
como quien acumuló silencios
que quieren convertir en
decires.
Por el cauce,
deshilachando suspiros,
cascabelea juguetona el agua
saciando al barbecho
colindante
su mustia agonía
como quien aspira el perfume
de un parterre cercano.
En los chopos del río,
formación de milicia vegetal,
se refleja la esbeltez
arbórea
y se acicala
el alma blanda de madera
como elevándose al éter celeste.
Así también yo
desde mi escasa estatura
mirándome en tus huellas
y cortejándolas.
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Naturaleza,
Poesía
18 septiembre 2017
EN EL SILENCIO DE LA NOCHE
En el silencio de la noche,
pentagrama en blanco
sobre el que dibujar los
escalofríos,
se articula el descanso
y la placidez de los sueños;
tiempo para reparar fuerzas,
para repostar luz
al sonido sombrío de los
días
y orientar la brisa trastornada
hacia los entresijos del bienestar.
En el descanso nocturno,
el enlace perdido con las
ensoñaciones
y el reposo
sobre el que entroncar el
esqueleto
del mañana.
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Poesía,
Reflexiones,
Sueño
17 septiembre 2017
EL COLOR DE TUS OJOS
Ese cauce azulverdoso del
medio día,
como desteñido de la
clorofila que lo circunda,
ese manso caudal, arteria de
la geográfica;
plomizo al atardecer
y áurica lámina al caer la
noche:
travestismo líquido del
Guadalquivir
a su paso por Híspalis.
El color miel de tu mirada
con toques de fruición
exquisita
cuando me apruebas
y el tanino ácido que de
ella se desprende
cuando me censuras y
castigas.
16 septiembre 2017
MAÑANA DE LLUVIA
Mañana de lluvia
cansina y fría, gris,
muy gris y muy marchita,
como con cierta desgana.
Por las aceras, las canales
son pequeñas cascadas
o rebosadero a cántaros
de los tejados y las
azoteas.
En la Alameda, los árboles
son sombrillas y no paraguas
que destilan con demora
y en virtud del viento.
Por las paredes chorrea la
tristeza
y en la plaza se animan las
prisas
chapoteando olvidos
que serán largamente
aplazados.
Nadie camina, todos corren
desconocidas urgencias;
menos los niños, que navegan
los charcos con sus zapatos anfibios.
15 septiembre 2017
MI VELETA
La veleta tiene un gallo
con espolones de acero,
y una flecha como un palo
de un supuesto gallinero
a modo de agarradero
que nos descubre los vientos
en origen y destino;
que gira si gira el viento
como giran los molinos;
¡Ay, el extremo del astil!
donde suele el emplumado
¡Oh, tú gorrión azabache!
te simula agazapado;
que no es tordo, es bien
pequeño
aun siendo más avezado.
Más abajo, como a un palmo,
cuatro puntos cardinales
que no giran, que están
fijos
para leer las señales
de donde asoman los vientos
y por donde estos se salen.
Por encima del alero,
del tejado en lo más alto,
un gallo descolorido
y todito él es bien negro.
14 septiembre 2017
AGUAS ABAJO
Fotografía de: María del Pilar Ferrari Díaz. |
Y por Sevilla,
como maniatado con grilletes,
baja el Guadalquivir tan
mansamente
que uno llega a dudar
hacia adónde sangra,
en qué lugar queda el abrazo
marítimo.
Pero al pasar la exclusa,
donde la naturaleza suple al
hormigón
y le da al río verosimilitud
de cauce natural,
se hace espejo bruñido de
plata dorada,
por donde se asoma La Puebla
y las riberas son una fiesta
entre deportistas y
caminantes
que queman colesterol
donde la naturaleza es
rabioso
esplendor sublime
y dan comienzo los arrozales.
Y cuando la Cañada de los
Pájaros es un adiós,
el río vocaliza R – o – c – í - o,
adentrándose por las
marismas,
y sueña en el regazo salado
donde acabará dejando su último
latido líquido.
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Sevilla
13 septiembre 2017
BESO ROBADO
Me miraba en sus ojos,
en el brillo azabache de sus
negros ojos;
pero yo soñaba sus besos.
Me enroscaba en sus oídos,
en las caracolas de nácar
con que asimilaba mis decires;
pero yo soñaba sus besos.
Me electrizaba su tacto,
un rayo de gran potencia que
me hacía retemblar;
pero yo soñaba sus besos.
Me fascinaba el aroma de su
ser,
tan exclusivo y especial como
la esencia del narciso;
pero yo soñaba sus besos.
Me agitaba la jugosa frescura
de sus labios,
el dibujo carmesí del volcán
en erupción de su boca;
pero tuve que robarle el
primer beso
para que supiera por dónde encallaban
mis anhelos.
12 septiembre 2017
PAISAJE DESDE LA VENTANA
El arroyo, en el meandro
inmediato
se remece y se remansa
y se hace un collar verdoso,
líquido y paniaguado,
con islas de pan de rana
y algún que otro renacuajo
que salta
de charca en charca.
Del almez caen almecinas negras
y de poca talla, como
estrellas pequeñinas
lejanas y descolgadas
como cuentas de un rosario
que nunca se ha de rezar por
desconocer
el santo y la adecuada
plegaria.
Por encima de la encina,
donde la copa acaba
en silueta de globo y
comienza el firmamento,
una autopista de luces, un
bullir de luz lejana
que cruzando el firmamento
parece que rubricara tan
altísimo contento.
Sobre el alféizar,
un reseco cactus florece
en estrella de diez puntas
más amarillas que blancas.
Nada pide,
bebe poco y por siempre está
callada.
Asomado a la ventana, en el
cercano
arriate que adosado a la
pared
da color a esta fachada tan
blanca,
y entre su ramaje verde del jazmín
que ella sembrara,
el dulce aroma que embriaga
a unos novios que se besan,
que se hacen arrumacos,
que callan, que se dicen en
silencio
y que en silencio se largan.
Por el monte, me imagino, ya
que la vista
no alcanza, corretean las
ardillas,
los cabreros y las cabras y
esa vida que yo intuyo
y no alcanzo a vislumbrarla.
Desde esta postración,
asomado a mi ventana,
veo la vida pasar…
¡Qué bonita es mi ventana!
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Sueño
11 septiembre 2017
APENAS UNA NIÑA
Apenas una niña con sonrisa
franca y una emoción inmensa
por descubrir el mundo.
En su tierna veintena
ya conoció la sajadura del
bisturí
y cómo ara la carne que debe
y la que no
con justificaciones que se
sostienen
como un cubito de hielo
en el alféizar de la
ventana.
Llegó el drama
cortocircuitando la jovialidad
y lo que había creído amor
fue escapatoria por la
escalera de incendios.
Mas como clavo saca a otro
clavo,
una sonrisa tímida del
terruño
vino a enjugar sus lágrimas
y, a poco, conjugando el
verbo amar,
comenzó a latir en su seno
una esperanza que ilumina su
rostro.
Sonia sigue siendo una niña,
una sonrisa apaisada
que ha cambiado dolor
crónico
por ilusionante espera.
10 septiembre 2017
SALA DE ESPERA
Plástico ardiente, uniforme
de modelado y color,
apelmazado; asientos cosidos
por el costado
que se agitan con las toses
ajenas;
en el ambiente, un murmullo
ininteligible de
conversaciones solapadas
como tormenta en vaso
campanudo.
De vez en cuando,
la megafonía pronuncia un
nombre
y un número de consulta
con voz metálica que se
entrecorta;
tampoco así se hace el
silencio
y la espera se modula
desesperante.
Por fin,
mi nombre y número de
consulta;
mientras me levanto,
repetición y cambio de sala:
hoy todo se presenta en
contra,
ojalá el diagnóstico
tome por la bisectriz que
todo lo equilibra.
09 septiembre 2017
ASÍ ES COMO YO LA VEO
Su cabellera un trigal
remecido por el viento,
su cuello fuste elegante,
armonioso, muy discreto,
su boca buzón de besos,
─algunos de ellos robados─
una herida carmesí,
herida por la que sangro;
sus ojos dos ventanales
abiertos de par en par,
su sonrisa son dos olas
que me invitan a soñar,
un arrebato batido
que no es de aquí ni de
allá.
Así es como yo la veo,
muy ilusa realidad.
08 septiembre 2017
AMANECER MARÍTIMO
He salido hacia la playa
cuando la luz del día
era sólo promesa instalada
en la costumbre;
la luna en menguante
y el silencio atronador en
el frío asfalto.
Ningún rugido de motor. La
luz
de las farolas, fanal
proyectado en el suelo vacío.
Tras la duna, una inmensidad
centelleante que se mueve a
ritmo
y la música salada en los
oídos como constante,
certificando el encuentro.
Soledad. Los primeros rayos
de luz
y soledad total en el
momento más fresco del día.
En la arena mojada, pisadas
de ayer
o de más madrugadores, rastros
inciertos
de otras emociones
pretéritas.
Calibro visualmente y le
adjudico el ayer
que me coloca en primicia;
de inmediato, un nuevo ciclo
de olas
y de inmediato quedan
borradas las huellas.
Entonces admito que otros
se anticiparon a disfrutar
el espectáculo.
En algo tan cotidiano, no es
fácil la exclusiva
ni llevar la delantera a
nadie.
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