Y
Sevilla se difumina hacia el sur como río que llora, que recoge y se lleva mis
grises pesares y los enmarisma por los arrozales; un batir de alas que migran
al sur ─sin control ni fronteras─ que huyen del invierno que a todos aqueja.
Por esa planicie que corre hacia el sur y va lamiendo el Coto y va emborronando
al propio paisaje y a su paisanaje, que mis cansados ojos envuelven en azul,
cuando hace escalas de grises superpuestos, de angustias narradas con dolor
ajeno. Camino del mar, como migran las aves, se van mis pesares, los propios y
ajenos, y como las nubes vuelven cada día y me traen nostalgias de otras
agonías. A orillas del río que manso serpea salado, como barquitos de papel
ilusionados, esas confidencias de amargas penurias que me confiaron y buscan en
la mar los sueños dorados que el vivir diario no hizo posible. Como llora el
río camino a Sanlúcar; así, quedamente, este paisaje de penas y angustias, este
paisajenaje.
Cómo llora mi río, en lamento contenido, así, quedamente en este tramo;¡qué bello su llanto!. A su paso los árboles dejan caer sus hojas, hojarasca de lágrimas, acompañándolo.
ResponderEliminarDebería escribir más para poder leer más comentarios tuyos, Merche
EliminarBesos.
Muy sugerente el discurrir del río entre la bruma...
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
A veces la bruma, como la contaminación en Madrid, lleva mucho más que densidad opaca, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Muy bello francisco. El río de la vida no es fácilmente navegable y a veces hay que remar en contra. Si al menos de vez en cuando el río ayuda... Buen finde. Bss
ResponderEliminarGracias, Katy. Uno imagina que el río ayuda a arrastrar los propios pesares hacia la mar y se siente cierto alivio.
EliminarBesos.
Los pesares no tienen fronteras y se van como dices pero otros vuelven y aunque sean ajenos siempre nos afectan.Pero el río en la mar los hecha y deja sitio para que otros lleguen y no todos son grises, también se mezclan otros colores. Saludos
ResponderEliminarCon esa ilusión los dejé sobre las mansas aguas del Guadalquivir por Sevilla, a escasos metros de mi casa.
EliminarUn abrazo.
Que bonito texto, amigo Francisco. Me gusta mucho como escribes porque pones mucho sentimiento sureño en tus letras, yo soy de Cádiz y lo noto.
ResponderEliminarBesos
Acabas de levantarme el ánimo, Julia, mereces que un día te haga una dedicatoria.
EliminarBesos.
¡qué bonito, hijo!
ResponderEliminarMe tienes muy mal acostumbrado, Tracy, con tus comentarios siempre favorables. Tienes saldo positivo en tu cuenta conmigo
Eliminary mi agradecimiento.
Besos.
Me encanta, cómo tu espíritu se hizo ave para volar sobre el río hacia el mar de la esperanza...Todos los sufrimientos y pesares del invierno nos llevan siempre hacia la primavera...Hermoso y sentido escrito poético, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz semana, amigo.
Como la primavera, la vida es un continuo renacer, a condición de que así se lo permitamos: Pongamos nuestros sentidos en tomar conciencia de ello y vivirlo de ese modo.
EliminarUn fuerte abrazo.
Que todos los pesares se vayan, que renazcan rosas en los corazones de todos los que sufran de todos los que tienen rabia y que se vuelva a la cordura y civilidad.
ResponderEliminarBesos.
El tiempo de la cura suele ser lento, mientras que la herida es instantánea. Así son las cosas, Sara.
EliminarBesos.