Mañana de lluvia
cansina y fría, gris,
muy gris y muy marchita,
como con cierta desgana.
Por las aceras, las canales
son pequeñas cascadas
o rebosadero a cántaros
de los tejados y las
azoteas.
En la Alameda, los árboles
son sombrillas y no paraguas
que destilan con demora
y en virtud del viento.
Por las paredes chorrea la
tristeza
y en la plaza se animan las
prisas
chapoteando olvidos
que serán largamente
aplazados.
Nadie camina, todos corren
desconocidas urgencias;
menos los niños, que navegan
los charcos con sus zapatos anfibios.
Un poema que me remonta a mi niñez, cuando hacía navegar barquitos de papel sobre los charcos de agua y enfundada en mis botas de goma.
ResponderEliminarGracias por traerme esos recuerdos.
Besos
Gracias, Julia, por dejarte conducir hasta tu niñez. Sin dudas fue esa misma niñez la que me ha traído hasta aquí.
EliminarBesos.
Voy a templar tu aguacero y el aire de amenazas.
ResponderEliminarYo templaré mi lira y cantaremos salmos de alabanza por la necesaria lluvia.
EliminarBesos.
No estaría de más un poco de lluvia que suban los niveles de los pantanos, alivie la sequedad de los campos y puedan los niños chapotear en los charcos.
ResponderEliminarBesos
Eso mismo de cía en la respuesta anterior. Hoy he sido día de boda y la mente no está para muchas divagaciones.
EliminarBesos.
Hermosa descripción de un paisaje exterior, que espero no llegue a ser del alma
ResponderEliminarSin lugar a dudas, lo que a ti te parece hermoso, Angalu, seguro que es bello.
EliminarBesos desde el alma.
La lluvia es tan necesaria como triste.
ResponderEliminarNo te falta razón, TRACY.
EliminarBesos alegres.
Por las paredes chorrea la tristeza
ResponderEliminary en la plaza se animan las prisas
chapoteando olvidos...
La lluvia deja caer su nostalgia en cada gota,en cada charco y en cada cscada que cae de los techos.
Un placer visitarle.
Saludos.
El placer es mío, Azulgenia, cuando me visitas, me lees y subrayas mis palabras haciéndolas más sabrosas.
EliminarUn abrazo.
Buenos recuerdos de niños viendo las gotítas corriendo por los alambres de tender la ropa,el chapotear en los charcos y las reprimendas de los adultos por mojarse los niños. No entendían que era algo divertido. Un abrazo.
ResponderEliminarSin dudas esos mismos recuerdos en mí al escribirlo, Katiuska.
EliminarUn abrazo.
Volvemos a ser niños con esos días de lluvia, cuando el alma anda limpia.
ResponderEliminarBesos.
Al llegar a viejos, volver a la infancia siempre es muy reconfortante.
EliminarBesos.