Y resultó que montaba una
gacela
que surcaba los cielos
como por campos de lavanda
en el misterio de una tela
de araña
que sólo apresaba la brisa
templada
y se rendían ante las manos
blandas
de la noche que estremece de
espanto.
Ella era una amazona
gaseosa,
un cúmulo blanco de algodón
ingrávido como el silencio
nocturno
y desvelado por amores
infructuosos
de bonachones desatinos.
Junto a la fuente, un
corazón abrevando
hilos de plata y destejiendo
las risas
en vecindad a la fuente
umbría,
donde se asoma la estrella
polar
a retocar sus siete velos
luminosos
y retomar sosiegos
proféticos como elaciones.
En el agua derramada, un
pájaro azul
se acicala en el espejo
helado
y ve pasar sombras de un
pasado cursi,
rosáceo y cursi de bonachona
figura.
Un sueño, tal vez la
pesadilla de una amazona
que cabalga las noches a
lomos de sí misma.
ResponderEliminar"Una amazona que cabalga las noches a lomos de sí misma".
Una estampa muy sugerente.
Aunque, a decir verdad, la imagen no se me antoja como una pesadilla.
Un abrazo.
Efectivamente no es una pesadilla, sino un dulce sueño.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Pues has tenido un sueño precioso. Bello poema a pesar de que la noche no es grata.
ResponderEliminarAbrazosss
Cuando las circunstancias son adversas, la mente busca protección soñando un mundo idílico o fantástico, Isa.
EliminarUn fuerte abrazo.
'Mi corazón se ha convertido en el receptáculo de todas las formas: es pradera de gacelas y claustro de monjes, templo...
ResponderEliminarPorque profeso la religión del Amor y voy adonde quiera que vaya su cabalgadura, pues el amor es mi credo y mi fe.'
Abrazo de gacelilla
La vida Real es esa amalgama de cosas contradictorias,Merche.
EliminarBesos.
Qué belleza, Paco. Me encantan las figuras.
ResponderEliminarGracias, Morenaza, todo va entorno a las figuras, como destacas.
EliminarBesos.
Dulces sueños tienes amigo.
ResponderEliminarA fé que ha sido dulce, intenso y reparador. Muchas gracias, Tracy.
ResponderEliminarBesos.