La canción de los Chorros
sobre el pilar,
es una constante que se
inició
antes de mí mismo
y ha de perdurarme
como sobrevivió a mis
padres,
una música que se acentúa
cuando se corre el velo de
la noche
y todo parece dormitar;
todo, salvo el generoso lloro
que a Ojén le imprime
carácter
e inequívoca seña de
identidad.
Un manantial sin retorno
que parece dormido en el
tiempo,
como se durmió mi infancia
en la coraza de historias
remotas
que se columpian por la
memoria
sin añadir huellas
recientes.
En el paisaje central de mi
lejana infancia,
los sofocantes juegos
y la sed suturada con hilos
de plata,
tantas veces remojones
festivos.
Una canción de la infancia.
ResponderEliminarMe gusta eso de
"Un manantial sin retorno
que parece dormido en el tiempo,
como se durmió mi infancia
en la coraza de historias remotas..."
Y mientras cae el agua monótona entonando su canción, el tiempo y la memoria se funden en un abrazo.
Y aparece por allí don Antonio, diciendo:
"A la vera del camino
hay una fuente de piedra
y un cantarillo de barro
-gluglú- que nadie se lleva."
Un abrazo, Paco.
Tu comentario engrandece mi poema, Cayetano. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Pilar y vino, ambas cosas se unen en las fiestas de un pueblo alpujarreño llamado Cadiar, si ya es bonito ver sus 7 caños manando agua, no te digo como se pone el pueblo cuando lo hace con vino.
ResponderEliminarUn abrazo
En Ojén la cosa canta de forma diferente, más ceñido a el fin primero de una fuente pública.
EliminarUn abrazo.
Alguna que otra vez, me mandaron a los Chorros; acarreé algún búcaro o cubo de agua, bebía mientras se llenaba.. a la 'jornera' por pan, a Bermúdez por leche.
ResponderEliminarUn pasaje ancestral de mi infancia.
Sin dudas has vivido una etapa de la vida del pueblo muy interesante, por los personajes que nombras. No lo sabía, Merche.
EliminarUn fuerte abrazo.
Son como símbolos de los pueblos esas fuentes, por aquí hay algunas de casi quinientos años.
ResponderEliminarAbrazos.
Esta no es tan antigua, Rafael, pero era el punto de abastecimiento público en mi infancia, antes de que existieran las canalizaciones a los domicilios.
EliminarAbrazos.
Recuerdos de la infancia sublimados por el tiempo.
ResponderEliminarUn beso.
El paso del tiempo es verdad que dora el metal y le da aspecto de oro.
EliminarBesos.
Los recuerdos de la infancia nos ayudan a no perder nuestra identidad.Precioso el poema.Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Katiuska.
EliminarAbrazos.