Se empeñan nuestros
gobernantes
en colmar sus despachos
con títulos que no ganaron
y en espiar en el adversario
los defectos propios,
esos que mal explicaron,
al tiempo que hacen dejación
de las promesas que les
llevaron al cargo.
Casi medio millón de
atrincherados
en la nómina estatal,
como lactantes de una ubre descalabrada
y reseca,
mientras las inquietudes de
los ciudadanos
duermen el sueño injusto
de “eso no toca hoy”.
Sólo se reforman artimañas y
se aliñan zancadillas,
y es que son barcazas al
pairo de la improvisación
y sin calado alguno
que sólo maquinan lo
inmediato,
los enroques buscan para sí el
para siempre,
en tanto la vida de tantos
deja de ser vida
para formar parte de la desolación,
la precariedad y la
indigencia.