Esos jóvenes risueños,
cogidos de la mano
y ajenos al mundo que los
rodea;
en ellos me veo como en
espejo de antaño,
en esa despreocupación por
todo
como si sólo ellos fueran
los habitantes del mundo.
No tienen nada, no necesitan
nada;
se tienen a sí mismos
y de la mano. En ellos el
mundo,
sus ambiciones
y todas sus cosechas, las
adversas y las otras.
Bebe cada uno de los labios
del otro
y en el murmullo de sus
risas.
Esa es la música que bailan,
el compás que les armoniza,
el pendular de las horas
como si no corriera el
tiempo.
Esos jóvenes risueños,
cogidos de la mano…
La edad de la inocencia.Luego nos hacemos mayores y aprendemos el lenguaje duro de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
En la edad adulta todo es pérdida, salvo la ganancia de la mentira que llega a convencernos que somos lo que no somos.
EliminarUn abrazo.
Bello verso
ResponderEliminarMuchas gracias, Antonio.
EliminarUn abrazo.
Tienen toda la vida por delante. En ellos está el futuro de este país.
ResponderEliminarBesos
Y estuvo en nuestro, cuando a esa edad todo nos resultaba placentero, hasta la espera en la impaciencia.
EliminarUn abrazo, querida amiga.