15 septiembre 2018

SOÑÉ LAS CALLES DE ANTIOQUÍA





Soñé las calles de Antioquía
como se sueña en un amor imposible
o en sacarse un premio del que
no se ha comprado participación alguna.
El Orontes corría a su encuentro salado
sin prisas ni pausas,
sin ningún síntoma rebelde como el que
curso arriba le habían otorgado.
Sus calles un gentío abigarrado,
un tránsito humano que le da carácter
a sus calles, plazas y cafetines.
Dos grandes avenidas porticadas
se cruzan en perpendicular en el ágora,
donde la ciudad se dilata
al tiempo que se comprime y toma su esencia;
lugar en el que Pablo predicó por primera vez a Cristo.
Todavía no comprendo cómo he llegado
hasta esta gloriosa ciudad en otro tiempo,
ni la mescolanza que no enturbia la vida,
aunque la agita,
con sus desiguales aportes de suníes  ─turcos y árabes─
alauitas  ─árabes─ y cristianos  ─árabes y armenios.

4 comentarios:

  1. Hasta que he llegado al final no me he dado cuenta que te refieres a otra Antioquía, no a la Colombiana, entre las dos la diferencia es tan simple como tener o no un acento. Ahí te dejo la posibilidad de hacer un poema, yo soy un negado para ello.

    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Emilio. Como bien dices, es otra posibilidad. Si acaso me decido a hacerlo te lo dedicaré por tu iniciativa.

      Un abrazo.

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  2. Conocer otras culturas es muy sano. Nos cura de muchos males.
    Un abrazo, Paco.

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    1. Lo único que conozco de este fondo Mediterráneo son lecturas. Mira por donde, Cayetano, me ha dado por crear un viaje no hecho.

      Un abrazo.

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