Esta es mi geografía de
siempre,
en la que aprendí a
orientarme desde niño,
cuando la rosa de los
vientos
eran tan solo cuatro
extremidades:
la salida del sol, por el
Atajo,
la balconada hacia el mar y
el horizonte lejano,
la Sierra Blanca dando
cobijo al sol poniente
de forma precipitada y
prematura,
y el norte, por donde
arreciaba el frío
y dormía el Cerezal y más
arriba Tajo Negro.
¡Qué bien me conozco y me
sitúo
en sus caminos y senderos,
aprendido de los mayores
como se aprenden las cosas
que no se olvidan!
Así, igualmente indelebles,
mis abuelos, mis padres…
recuerdo el día que nació mi
hermano
y el regate inocente con el
que me alejaron
de casa convertida en
paritorio.
Caía la tarde cuando la
Sierra Blanca
bloqueaba al sol como alero
que guarda su canasta
y casi de inmediato ya
acababan los juegos
y había que regresar a casa:
“Al encenderse las luces os quiero aquí.”
A mi madre no se le
discutían sus órdenes,
ni al sol sus prisas por
retirarse;
pero contábamos con una
promesa no formulada
de que por la mañana se
encendería de nuevo
allá por el Charco de las
Viñas.
A los paraísos particulares siempre conviene volver, los de la infancia.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Un paraíso idílico, como siempre, donde vive la infancia y mis predecesores.
EliminarUn abrazo.
Que suerte. El mío hace mucho tiempo que está ocupado por una serpiente que ni siquiera me ofrece la manzana
ResponderEliminarUn abrazo.
Mil gracias, Arantza. En tal caso, que nadie te robe tus bellos recuerdos.
EliminarUn abrazo.
En una misma geografía, se logran conocer todos los pros y contras. Y a la distancia temporal, hasta los contras saben dulce. Como todo lo no negociable con mamá. :)
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Tienes razón, Sara. Resulta que con el paso del tiempo se desdibujan las contrariedades y ya sólo quedan los buenos recuerdos. Quizá una de las pocas ventajas de la edad.
EliminarUn amable abrazo.
Las raíces, Francisco, son la que nos hacen poner los pies sobre la tierra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sin lugar a dudas, Rafael. Tú sabes mucho de raíces y costumbres populares, de lazos irrompibles con tu medio ambiente de tu Colombia.
EliminarUn abrazo.