La muerte de un amigo
no es un encargo,
pero sí un epitafio que urge
pidiendo su lugar y
presencia.
No será el ideal, pero tengo
que aprovechar la herida
para mojar la pluma y
transcribir
la hermosura sin par de su
vida
y perpetuarla en la memoria
de quien quiera aproximarse
en su retirada.
Era bizarro y delicado,
culto y sencillo,
serio y sonriente, amigo
fiel
de quien esperarlo todo y
todo recibir.
Su rostro amable, manso y
riguroso,
sus ojos dos ventanales
escudriñando la vida con
sagaz jovialidad;
su decir tenía cierta
musicalidad
y evidente dulzura; no
imponía,
pero convencía con su pose
de certeza
y sus afirmaciones hechas en
tono menor;
se adaptaba a su
interlocutor
siendo capaz de desplegar
toda una baraja
de sucesivas capas
intelectuales,
para que nadie se fuera de
vacío.
Hombre de fuertes
convicciones,
aseguraba que la muerte no
era el fin
y así lo ratificaba ayer
mismo,
cuando las fuerzas ya le
eran esquivas.
Descanse en paz. Si la
muerte
siempre llega antes de
tiempo,
la de un amigo de este
calado
siempre resulta prematura.
Salvo que uno haya vivido todo o esté muy enfermo, la muerte siempre es prematura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tienes toda la razón, Emilio. ¿Qué son 80 años frente a la eternidad? Tantas prisas para una espera tan larga.
EliminarUn abrazo.
Bonita despedida para un amigo que se fue... para no volver .
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Gracias, Cayetano, lo recibo de ti como pésame y te lo agradezco.
EliminarUn abrazo.
Es evidente que su personalidad te ha dejado huella, Francisco...Qué bueno ese equilibrio interior que mostraba y su fé hasta el final.Que Dios lo tenga en su gloria.
ResponderEliminarMi abrazo y mi ánimo.
Tu delicadeza conmigo es exquisita, María Jesús. Mil gracias por tus muchas atenciones.
EliminarUn fuerte abrazo.