Han pasado tantos años
que sólo puedo abocetar
la sensación que me causó
apearme en Abando. Bilbao
era entonces gris y su ría
una arteria sangrante de
sudor;
ni siquiera contaba con
el encallado buque de
titanio,
aunque en San Mamés
se hacían cánticos profanos.
Llegué desde la cosmopolita
Donosti
una mañana de verano de luz
mortecina
y apariencia tan invernal
como una mesa camilla.
Con el paso de las horas
se fue sedimentando aquella
sensación primera, cuyo
saldo negativo
quedó saldado durante la
comida.
Ya de regreso, por el
estrecho
camino de hierro hasta
Zarautz,
me seguía centelleando
el colorido de las
vidrieras,
como puzle perfecto o baile
de pupilas
de aquella estación férrea
con vocación catedralicia.
Han pasado tantos años y hemos visto tantas cosas que ...
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces tengo la sensación de album, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Y cuánto ha cambiado Bilbao. Pasear hoy por la ría del Nervión es una delicia.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Sin dudas, Cayetano, se parece bien poco a la ciudad que fue, donde la siderurgia imponía su boina.
EliminarUn abrazo.
Bien descrita esta vivencia y recuerdo.Bss
ResponderEliminarMuchas gracias, Katy, por dejarme tu opinión.
EliminarBesos.
Palabras testimonio de lo que hubo. Pasa todo más rápido de lo que deseamos.
ResponderEliminarBesos anisados.
Es cierto, Sara. En aquel momento debía tener 22 años, 50 menos que ahora, pero es como una fotografía fija en mi memoria. Pero en ningún momento podría imaginar que haya pasado tanto tiempo. Se fue como el humo.
EliminarBesos sabrosos.
No sabes qué ilusión me ha hecho descubrir esa foto como acompañamiento de tus versos. Gracias por este homenaje a mi ciudad. Esa vidriera es para mí uno de los emblemas más queridos. Por cierto, Bilbao ha cambiado y evolucionado mucho en los últimos 25 años.
ResponderEliminarUn besazo.
El recuerdo al que aquí me refiero tiene 50 años. Me fui a trabajar de Marbella a Zarautz y aproveché para viajar por toda la zona cuanto pude. Luego vinieron los cambios y hoy es una ciudad hermosísima. Enhorabuena, Rebeca.
EliminarBesos.
¡Con lo que me gustan a mi las vidrieras... es preciosa!
ResponderEliminarCuando vengas a Sevilla seré tu cicerone, Angalu, y te mostraré las de la catedral que tampoco están nada mal.
EliminarUn abrazo.
Muy bello el poema, al igual que la vidriera. Es preciosa como se ven los diferentes oficios del lugar.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Isa, por tu comentario y tu mirada minuciosa.
EliminarUn abrazo.
Cómo... ¿¿¿Que has estado en Bilbao y no me has dicho nada???
ResponderEliminar¡Ay, Bilbao, Bilbao, cómo has "cambiao"!
Muxuak!
;)
Eso no podría ser nunca, pasar por Bilbao y no verte. Es el recuerdo de mi primera visita a Bilbao en 1967.
EliminarMuchos besos.
¡Ahhh, me quedo más tranquila!
EliminarMuxus
;)
No podría ser de otra manera, neska polita.
EliminarBesos.