Sestea la sobremesa,
acompasada
por el silencioso mundo de
la lectura,
donde late lo ajeno y se
hace
encontradizo con tu propia
vida.
El silencio exterior lleva
compases
de brisa fresca llegada
desde el mar;
de cuando en vez, un
automóvil
trastoca la silente sinfonía
y,
en ocasiones, una
motocicleta
como timbales de dura
resonancia,
martillea cansina y
constantemente;
la melodía de los grillos
zumbando
en los oídos un leve
sostenido
y entre los renglones de mi
vivir
las aventuras que deletrean
mis labios
y dan emoción y alborozo ajeno
a estas horas de callada
presencia,
ejerciendo como de ausente.
Ya se acaba el descanso, ruido en las calles, nietos que vienen del colegio y toca pelea para que se pongan a hacer los deberes, en fin, comienza la rutina.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pero la rutina con los nietos es una tarea jubilosa, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Dicen que este otoño se prepara caliente. Pero llevan tantos años diciendo lo mismo, que ya ni le hacemos caso.A los que buscan problemas les daba yo los que he pasado durante casi dos años. El pasado con el problema de vista de mi hijo Javier, que nos dio un buen susto y muchos meses de verlo padecer, de llevarlo a Barcelona cada semana... y éste con la repentina peritonitis -complicada con otras cosas- de mi marido... ¡Se les iba a borrar tanta tontería de un plumazo!
ResponderEliminarNo hay dudas de que todos damos cierta importancia a cosas que no la tienen en algún momento, pero cuando aparecen aquellas que tocan el corazón, entonces es cuando apreciamos el verdadero valor de las cosas. La salud es primordial y si es de los hijos, lo más de lo más.
EliminarUn abrazo.
Yo también prefiero la lectura en las horas de la sobremesa. Me resulta muy gratificante. Lo malo es que, sin querer, me quedo unos minutos traspuesto entre párrafo y párrafo.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Pero muchas veces mete uno una morcilla al texto que hasta nos resulta sorprendente, Cayetano. En ese duermevela, se hace uno narrador y mete entre líneas cosas que no imaginan os protagonistas y ni el mismísimo autor.
EliminarUn abrazo.
Y yo a un lado cerca de ti, muy quieta y silencita, contemplando la escena y disfrutando de esa placidez, sin romperla.
ResponderEliminarAbrazo.
Si acaso se repite, Sara, entra en la escena para que yo pueda disfrutar de tu presencia y tu plática.
EliminarUn abrazo.