Dudo si soy o no el mismo
o alguien que se sometió a evolución
a lo largo del camino
hasta sintetizarse en este hoy
que extraño y no reconozco.
El origen no ha cambiado,
pero el destino ha asumido retrasos
y hasta numerosos transbordos,
tal vez por eso no dejé de trompicar
en cada escollo, en cada novedad
del pedregoso itinerario.
Así, memorizando los riesgos
y sorteando las caídas,
he sido porteado hasta el presente.
De repente, las normas, el acomodo,
el adocenamiento, la masa...
Entre la multitud un divisible,
un elemento común
que no hace saltar las alarmas,
aunque sigue soñando lo intraducible.
La singularidad imaginada
no me ha sido reconocida
y el pálpito me dice al oído
que es más integrador
desaparecer bajo el común denominador
que ser número primo.