“Recuerde el alma dormida”
pasos que me precedieron,
y dejaron testimonios
de amor lacerado a fuego.
Yo también me marcharé
por la senda sin retorno,
con preaviso o sin el,
con demora o repentino,
¡quién sabe qué!
“Nuestras vidas son los ríos”
que no dejan de manar,
consciente o inconscientemente,
se nutren de las vivencias,
de los aciertos y errores
sin dejar de caminar.
Es día de mirar atrás,
de acordarme de los míos
que nunca dejé de amar;
de hacer memoria y balance,
de saber que soy uno más,
de pedir perdón y condonar,
de saberme limitado,
imperfecto y obstinado,
agua que se va a la mar.
Inspirado en Jorge Manrique. Bonito acompañamiento para rememorar el dia de difuntos.
ResponderEliminarEsa ha sido precisamente la intención, un par de versos prestados y adelante.
EliminarUn abrazo.
Ríos que desembocan en el mar de lo infinito y tal vez la verdadera existencia.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande con mi solidaridad por lo acontecido tan desafortunado.
Muchísimas gracias, Sara, por tus condolencias. Ha sido tremendo.
EliminarUn abrazo.
Hay muy buenos poemas, para esta fecha tan señalada. Hace unos minutos que he leído uno de Bécquer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo mío es comida casera, Antonia, algo más de andar por casa.
EliminarUn abrazo.
Precioso poema y triste como el de Manrique
ResponderEliminarEs difícil hablar de este tema y no evocar a Manrique.
EliminarUn abrazo.
Todos estamos en este río de vida...Francisco...Gran reflexión, la vida no distingue entre ricos y pobres, todo somos iguales. La humildad es muy necesaria y valorar cada instante de vida.
ResponderEliminarMi abrazo siempre.