“Recuerde el alma dormida”
pasos que me precedieron,
y dejaron testimonios
de amor lacerado a fuego.
Yo también me marcharé
por la senda sin retorno,
con preaviso o sin el,
con demora o repentino,
¡quién sabe qué!
“Nuestras vidas son los ríos”
que no dejan de manar,
consciente o inconscientemente,
se nutren de las vivencias,
de los aciertos y errores
sin dejar de caminar.
Es día de mirar atrás,
de acordarme de los míos
que nunca dejé de amar;
de hacer memoria y balance,
de saber que soy uno más,
de pedir perdón y condonar,
de saberme limitado,
imperfecto y obstinado,
agua que se va a la mar.
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