Se ha maquillado la tarde de crepúsculo
con la convicción de haber acertado
con el atuendo oportuno en su elección.
Lo adecuado, lo que procede, lo oportuno,
lo que se avecina...
Tal vez sea cierta esa alarma de mis huesos
que chirría los cambios sin abarcar sus conjeturas.
Hasta el mirlo se ensombrece un tanto más
y su pico amarillo apunta sin tino
el barrunto de un tiempo novedoso y áspero.
Casi diciembre y no hay humo
con el que localizar a las castañeras.
Desde los apartamentos turísticos
no se divisan las tradiciones
y solo el tronar de los tróleis en el pavimento
es superior a la confusión de lenguas
en esta riada de manada sin pastor.
El ocaso es una muerte transitoria
que lleva asida a su costado
la resurrección de un nuevo día,
aunque tengo la corazonada
de haberlo vivido en reiteradas ocasiones.
Las tradiciones, las costumbres, se van quedando ocultas, con el afán de crear centros de turismo en cada ciudad, todos estandarizados y desprovistos de su belleza natural.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Such a beautiful reflection on change, tradition, and the passing of time. The imagery paints a vivid picture of the season's shift and its emotional weight. I just shared a blog post, let me know what you think.
ResponderEliminarCada tarde al ponerse el sol reflexionamos y nos damos cuenta de que el tiempo se va llevando muchas cosas...Esperemos que la Navidad sigamos celebrándola cada año, sin olvidarnos de su esencia, porque todo cambia constantemente, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo y mi ánimo.