Antes de aprender a leer
“mi mamá me ama”,
lo había experimentado
en su regazo y sus desvelos.
Antes de que amaneciera
mi papá había salido sigiloso de casa,
entre las sombras del alba
y las inquietudes del día.
Antes de que en casa
hubiera un aparato de radio,
mi abuela me dormía con cuentos
y mesaba mis heridas.
Antes de saciarme
y antes de rechazar la comida,
mis padres me hicieron ver
que hay muchos otros faltos de pan.
Antes de hacerme adulto
aprendí entre los mío,
que el pan más sabroso
se amasa con el sudor de la frente.
Actualmente hay quien suda y no tiene ni un cacho de pan, vamos que no llega ni a fin de mes. El capitalismo salvaje.
ResponderEliminarUn abrazo.