De aquella lejana niñez
guardo estampas que acabaron
haciéndose paisaje en la memoria.
Próximo a la caída de la tarde,
cuando el sol era triste despedida
y se acababan los juegos
y volvía a casa, entonces,
y solo entonces,
media docena de barcos o más,
se hacían a la mar
con la esperanza de volver al alba
y alcanzar los sueños en la subasta.
Remos, velas, faenas y aparejos,
buena o mala mar,
buena o mala suerte,
y al alba, entristecidos o ufanos
a rendir su oferta en la porfía
y descansar,
para volver a la tarea de nuevo
a la caída de la tarde.
Recuerdos que permanecen y otros olvidados.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto, a estas alturas hay cosas fijadas en la memoria y otras que andan en fuga.
EliminarUn abrazo.
Hay vivencias que siempre permanecen en nuestros recuerdos.Saludos
ResponderEliminarSin la menor duda. Y esto lo recuerdo como un esfuerzo sobrehumano y rodeado de mucho riesgo.
EliminarUn abrazo.
Una hermosa evocación a los recuerdos de ayert
ResponderEliminarUn abrazo
Bellos recuerdos
EliminarGracias, Stella; gracias, Tracy.
EliminarAbrazos.
Tremenda tarea en la noche frente al mar...Tus versos lo recuerdan y eternizan. ..Muy bueno, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo siempre, amigo poeta.