30 septiembre 2011

URBANISMO Y URBANIDAD

A mi amigo Josep, enfermo de ELA y conductor de una silla eléctrica y a todos aquellos  que tienen (tenemos) algunas dificultades de movilidad.

Vivir en el casco histórico de la ciudad tiene ciertas ventajas y algunos inconvenientes. En una metrópolis donde su historia se remonta a más de dos milenios, el casco histórico es de una fisonomía intrincada con aceras estrechas, raquíticas y en algunos casos inexistentes. Por si esto fuera poco, a la dificultad del peatón se suman los desaprensivos usos que del espacio común hacen quienes jamás piensan en el otro.
 Estas vallas fueron usadas el fin de semana pasado, pero siguen a la espera de un nuevo uso o de la retirada definitiva; no importa, no obstaculiza el tráfico rodado.

¿Alguien puede decirme  cómo puede circular por aquí una mamá con una silla portabebé? ¿Tal vez con el carrito de la compra o el inválido con sus muletas o la silla de ruedas?
 Obligado a cambiar de acera y sin protección alguna.

En su día estas calles fueron suficientemente amplias, me refiero a cuando el común de los ciudadanos las pateaban; pero vino el automóvil y se apropió de la calzada y de los laterales para aparcamiento. Vinieron los operarios de la construcción y se adueñaron de los espacios a los que hemos sido constreñidos los viandantes. ¿Cómo se hace para pasar por aquí?
 Entre el espejo retrovisor del coche estacionado y la papelera de forja no pasa una silla de ruedas.

Para colmo, de forma permanente, algunos mobiliarios urbanos que angostas las ya estrechas estrecheces. El urbanismo con un poco de urbanidad es el único medio para una convivencia en paz en el que cada quien tenga su espacio.

29 septiembre 2011

OTOÑOMBRE


El verano se resiste,
pero la plaza puebla su pobre soledad
con levedades ocres
mecidas por el viento
que no olvidan la cadencia
del ciclo natural
a pesar de las temperaturas.
La luz del sol se enrama
en los altivos plátanos
y el color del membrillo
anuncia los días opacos
y el sabor húmedo y pastueño
de las primeras lluvias.
La noche acelera el paso
y ya le ha dado un gran mordisco
al día, mas es triste, triste y torpe,
muy torpe corriendo los visillos
sin que le sorprenda la luna
con arrebol dorado de guipur
derramándose por ramas y tejados
con el sigilo noctámbulo del furtivo.
Ya están aquí, ya llegaron los del …embre,
ya la lánguida otoñombre.

28 septiembre 2011

HAIKUS DE OTOÑO


Como el agua es un espejo
en la templanza,
así el alma de traslúcida.

Cuando ejercito la memoria,
el calendario de mis días
pasa hojas de otoño.

Guardé los resentimientos
en un cofre;
perdí la llave.

Por el ojo del puente
las sequías y las avenidas:
yo aguardándote.

El ocaso es balance;
la amanecida
borrón y cuenta nueva.

El trueno sigue al rayo,
el enamorado a la amada:
yo esperando la salida.

Te idealizo en sueños,
te adivino en el duermevela,
¿se producirá el encuentro?

Oriente próximo,
lejano Oeste:
he perdido el norte.

Tras los puntos cardinales
la rosa de los vientos:
minuciosidad.

27 septiembre 2011

VOCERÍO


Canción estridente
de voces enfrentadas:
el autobús vocifera;
cruce de líneas
que acogotan y distorsionan;
todos hablan,
nadie escucha
en el vocerío;
la sordera y el murmullo,
palabras entrecortadas
entre frenazos y acelerones.
¿Por qué hablamos a voces?
En el autobús, por la calle,
en el café,  con el móvil…
¿Por qué ese pregón
vocinglero de intimidades?
Ha emigrado el pudor
y la convivencia
chirría por falta de lubricante,
educativo, tal vez.

26 septiembre 2011

HASTA LOS ANDARES

Se dice que el cerdo es uno de los animales mejor aprovechaos para el alimento humano, no sólo por sus despieces, sino que son múltiples los derivados en forma de chacinas y conservas que el hombre ha sacado de él a lo largo de la historia, consiguiendo con ello acallar las tripas de muchas generaciones. Ahora con los congeladores es fácil abastecerse para una larga temporada, al margen de que las cadenas de alimentación nos proporcionan lo necesario para cada día. Pero venimos de otra situación más perentoria donde las familias se las ingeniaban para pasar los crudos inviernos con abasto de proteína bajo recaudo. La lista de derivados del cerdo es casi interminable, desde el vulgar tocino o la manteca al suculento jamón que, con sólo nombrarlo se aromatiza el paladar, y medios como las salazones, ahumados, conservación en aceite o manteca...


Del cerdo hasta los andares, dice el refrán. Y qué decir de las costillas, los solomillos, las chuletas, las paletillas, la cabeza, la papada, el lomo, las orejas, el hígado o asadura, la falda, el rabo, las manos, la panceta, el tocino “entreverao”, el codillo, siguiendo por la morcilla, el chorizo , el salchichón, las salchichas, la manteca de lomo, los chicharrones…

Siendo una de las carnes más consumidas, el mundo se divide entre porcófilos y porcófobos: los primeros son los amantes del cerdo, esos a quienes les gustan del mismo hasta los andares, y los segundos aquellos otros que lo desdeñan o lo tienen prohibido. No me refiero a las recomendaciones médicas contra el exceso de grasas, sino a las prohibiciones derivadas del Corán o el Talmud: tanto mahometanos como judíos consideran al cochino como un animal despreciable y la prohibición es taxativa: nada de cerdo. En cambio, Jesucristo, también judío, dijo: “No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale del corazón”. (Mt 15, 11)

Me atrevo a pensar que tales prohibiciones tienen mucho que ver con la trasmisión de la triquinosis; tal vez los arcaicos medios de conservación y la incapacidad de la medicina de la época para atajar el brote, en otras palabras, tiene más que ver con la higiene que con la impureza del animal. No perdamos de vista que estos mismos códices imponen también otras normas higiénicas como el lavado de manos que nada tienen que ver con el culto, sino con la salubridad. 

25 septiembre 2011

EL INVIERNO DEMOGRÁFICO

Según Michel Rocard,"la mayor parte de los estados de Europa occidental llevan camino de suicidarse”, de suicidarse por la bajada demográfica. Tal vez en esos términos aparezca esta noticia a nuestro ojos como una exageración, pero se refiere al final segurísimo del estado del bienestar, no ya por la crisis económica que nos asola, sino porque la población de ancianos superará en breve a los jóvenes.


La escasa natalidad será quien sepulte ese estado del bienestar del que ahora gozamos y que en definitiva ha sido una especie de espejismo histórico entre la Segunda y la temida y no llegada Tercera Guerra Mundial. La guerra ahora es otra, aunque los intereses siguen siendo como siempre muy oscuros, tiene que ver todo con la economía, con los dueños del dinero, cada vez en menos manos y con la falta de horizontes de esta sociedad donde la familia tiende a la desaparición y se encamina hacia lo unipersonal.


Ya son muchas las voces que han alertado sobre este riesgo, pero la natalidad no deja de decrecer y cada vez estamos más cerca del precipicio. En la antigüedad y durante mucho tiempo, sobre todo en la población rural, el bienestar social estaba en el seno de la familia: los hijos daban continuidad a la decadencia física de los mayores y le aseguraban a éstos las atenciones debidas hasta el final de sus días. Ahora todo es distinto: tenemos mejores casas, pero menos habitadas; más aparatos electrodomésticos, pero menos manos que nos atiendan; mejores medios de comunicación, pero nos sentimos más solos que nunca…  Los mayores son un estorbo para salir de vacaciones, para los fines de semana, para las noches de locura, para cenas, tertulias, conciertos…  Todo esto venía siendo resuelto por ese estado del bienestar que aparca a los mayores en asilos llamados eufemísticamente residencias o para los abandonos en las urgencias médicas jugando al despiste. Pero el invierno está aquí y no salen las cuentas: en España, donde las jubilaciones para el 2040, como consecuencia del descenso poblacional y el aumento de la esperanza de vida, harán que los jubilados españoles representen  más del doble de los que eran en 1950.

Esta mañana he felicitado a un amigo con motivo de la celebración de las bodas de oro, un hito siempre que lleguen ambos cónyuges vivos a los cincuenta años de matrimonio, y un reto en estos días del divorcio exprés; pues resulta que tienen cinco hijos y seis nietos. Todo un ejemplo de ese invierno crudo que nos espera, aunque sean otros quienes lo padezcan.

24 septiembre 2011

EL MISTERIO DE LA VIDA

Que la vida es maravillosa, a estas alturas, no creo que nadie lo ponga en duda; pero que la vida es un misterio casi insondable también lo es, a pesar de los muchos avances en el campo de la medicina, la biología y la genética. Mi nieto Alberto, cinco años, ha sido hasta ahora primogénito y único, así que imagino que para él su vida es la proyección única de sus padres y el centro de interés de todo, pero he aquí que como ya di a conocer y aprovecho para agradecer nuevamente los testimonios, llega una nueva vida a su hogar y está aprendiendo a que tendrá que compartir el espacio, los juguetes, los mimos y las atenciones de padres y abuelos.


Sus papás le están enseñando a Alberto a amar a su hermanito antes de que éste llegue, a verlo crecer y desarrollarse, a sentirlo como propio antes de que el alumbramiento sea una sorpresa para él. Me cuenta su mamá que cada noche se acerca a su tripa a besársela, a palparla con sus manitas y hacerle continuamente preguntas. ¿Mamá lo que tú comes es lo que come el hermanito?” Su madre no puede explicarle todo el proceso de alimentación ni cómo se produce en su interior el milagro de la vida, así que opta por responderle en su misma línea afirmando que sí, que el hermanito se alimenta de lo mismo que ella come, a lo que él le responde: “Pues entonces, mamá, tienes qué comer cosas ricas que le gusten al hermanito".

23 septiembre 2011

SOY INOCENTE. YO NO LO HICE

"Yo no lo hice. Siento mucho su pérdida. Pero yo no maté a su padre, hermano o hijo"Con estas palabras se ha despedido de la vida Troy Davis, instantes antes de que le inyectaran sutilmente la ponzoña con la que enviarle al otro mundo sin billete de regreso. Veinte años de seudo-vida ha tenido que soportar David en el corredor de la muerte, después de que hubiera sido asesinado a tiros en 1989 el policía Mark McPhail,  quien instante antes de ser ejecutado afirmaba no haberlo matado.


Después de muchas apelaciones y aplazamientos, una vida que pendía de los hilos precarios de las imputaciones, existían dudas razonables sobre su no culpabilidad, ya que siete de los testigos se han retractado sobre las acusaciones que hicieron en un primer momento. No existen pruebas contundentes sobre él, pero sí una sed implacable de venganza en la sociedad y en una justicia que deja de serlo después de cumplirse con tanta demora y dudas. Precisamente dos de las refutaciones de quienes estamos en contra de la pena de muerte, fundamentalmente la de la posibilidad de estar ejecutándose a un inocente.
                                                                                                                                            
La vida del policía, Mark McPhail, de todos los servidores públicos y de todas las personas, bien merece que se haga todo lo posible por que el culpable pague por ella, pero no a cualquier costa, no en la persona de alguien sobre el que no existen pruebas irrefutables de su acción, ya que en ese caso estamos sumando un inocente a la muerte inocente del primero. Ante la no certeza, más vale liberar a un asesino que segarle la vida a un inocente.

22 septiembre 2011

EL BACHILLERATO EN MARBELLA

A riesgo de resultar pesado, vuelvo a retomar el tema de ayer para centrarme ahora en lo que fue la presentación en sociedad de la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto “Sierra Blanca” y la edición del primer número de la Revista. Para tal fin, se nos cedió el Centro Cultural Cortijo Miraflores y contamos con la presencia de cuatro veteranos profesores de aquellos años. Presidida por la señora alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz Uriol, la mesa estaba formada por Carmen Díaz García, Concejala Delegada de Cultura, Manuel Padrón Rodríguez, Director actual del Instituto, José Manuel Bermudo, periodista, antiguo alumno y mantenedor del acto, y nuestro presidente y mentor de esta asociación, Enrique Vázquez Almagro. Finalizado el acto, comenzó la charla amigable y los encuentros, al tiempo que dábamos cuenta de un magnífico y abundante cóctel.


Para quienes tienen ahora pocos años habría que explicarles el por qué de un acto de este calado, pero los que hemos vivido los años cincuenta sabemos del estado de cosa en la enseñanza y en la sociedad en general,  y el acontecimiento que representó para Marbella y su comarca contar con un centro de enseñanza media. Tiempos en los que las cuatro reglas era el objetivo común, el instituto vino a cambiar el panorama de aquella juventud y sus posibilidades de desarrollo. Por otro lado, el turismo incipiente fue la catapulta que transformó a la ciudad y sus moradores.


En su alocución hizo Ángeles Muñoz, la alcaldesa, mención al mucho material fotográfico que tan bien describe la sociología del momento, pero también de cómo algunos seguiríamos viéndonos tal cual al cabo de los años. Sin duda un modo de rebajar la tensión emocional por las palabras de Enrique Vázquez. Pero sí es cierto que, cerveza en mano, algunos me dijeron: “Espadida  -yo era de los pequeños de edad y estatura-  no has cambiado nada”. Ya comprenderás, lector, que hay personas que se empeñan en hacerte la vida agradable y lo logran, aunque basta con mirarse al espejo o  escuchar los chasquidos artríticos para saber que sólo se trataba de un halago.


Cuando cursábamos el bachillerato, aunque la edad era un poco heterogénea, todos andábamos en la misma tarea, con inquietudes similares, las mismas ganas de juego y diversión. En el reencuentro, 55 años después, nos uniforma la jubilación y el deseo de perpetuar aquella juventud que el paso del tiempo ha desvelado más placentera de lo que la vivimos en su momento. Yo diría que el denominador común es el cariño por aquellos esforzados profesores que nos sacaros del oscurantismo de la época y nos pusieron en el disparadero de nuestras vidas, y el gozo de seguir paladeando la miel del despertar.

21 septiembre 2011

SOMOS LO QUE RECORDAMOS

Este es el motivo de este viaje a Marbella. Lo que publico a continuación es mi aportación a esta revista.

Yo era un niño feliz en mi Ojén natal, conocía todas mis fronteras y el mundo acababa precisamente entre la salida del sol por la Sierra Parda y su ocaso por Sierra Blanca; al norte Juanar y al sur el mar extenso y lejano, ese desconocido que debería ser como un río enorme que se besaba –según la canción- con el cielo en los días claros a la altura de río Real. Mi maestro, don José Alcalá, nos hablaba de otros ríos y afluentes, de otras geografías, pero en la que ya conocía y palpaba se habían desarrollado mis predecesores y era precisamente lo que me aguardaba. Dice Rousseau que a las plantas las endereza el cultivo y a los hombres la educación. Mi maestro influyó en mi padre para que me enviase al Instituto Laboral de Marbella, inaugurado el curso anterior. Algunos profesores habían ido a Ojén a dar una charla informativa al polivalente Cinema Moderno, de la que mi padre salió convencido que debía aspirar para mí algo más que saber leer, escribir y las cuatro reglas.

En Marbella no eran las cosas muy diferentes, salvo para aquellas personas que comían en buenos manteles y su familia se permitía llevarlos a un internado a Málaga, Ronda o Antequera, de ahí que aquellos primeros cursos fueran una mezcolanza de edades desde los 10 a los 14 años. Recuerdo el examen de ingreso como la vez que menos nervioso me he mostrado en una prueba; no por suficiencia, sino por inconsciencia. Yo no sabía qué era aquello. Era la primera vez que mojaba el plumín en mi propio tintero –aún no había llegado el bolígrafo- y éste era prestado; luego el oral tuve que defenderlo ante un tribunal del que formaba parte el cura de mi pueblo y en mi mente resultó algo así como una confesión de los conocimientos en lugar de los pecados.

Pincha sobre la fotografía para verla a mayor tamaño y detalle.

Era la primera vez que veía de cerca el mar. Nada más bajar las escalinatas de la Avenida, a la altura del Balneario de los Sánchez, me descalcé en compañía de los otros chicos de mi pueblo y sentí cómo el mar me arañaba la arena bajo los pies, sensación que para mí sigue anclada a ese punto, me bañe en el mar que me bañe. Pasé la prueba y desde el curso 1956-57, durante cinco años, me familiaricé con la Alameda y la Avenida tanto como antes lo estaba con la calle La Fuente y la Plaza. Y aunque todo era novedoso -ya me he referido a mi párroco, aquí profesor de religión-, el profesor de dibujo, don Fernando Alcalá, era de alguna forma una continuidad de mi maestro, de quien era hermano.

Marbella distaba entonces de Ojén dos horas de dura caminata, con buen o mal tiempo, lo que hizo que mis padres buscaran el auxilio de la familia para que me alojaran de lunes a sábado. A veces había suerte y uno de los escasos camiones nos acortaba el camino, a cambio de que al parar en la cantera le ayudáramos a cargar las piedras, para después volvernos a subir sobre la carga. No eran tiempos fáciles, pero sí felices. Cuando recibía el favor de algún camionero, resultaba que llegaba a la Avenida mucho antes de la hora de comienzo de la primera clase. A Juan, el jardinero mayor, le temía lo suficiente para no querer ocupar uno de aquellos bancos de ladrillo visto aunque a esas horas estaba todo el entorno desierto; entonces me iba al Muelle de Piedras y me entretenía dando alcance a algún cangrejo y sorteando los detritus humanos que aún no habían sido arrastrados por el envite de las olas. En otras ocasiones, me invitaban la gente de la mar a halar de la tralla para subir la jábega hasta vararla.

Las circunstancias laborales me alejaron físicamente de Marbella, lo que hace que haya perdido el contacto con casi todos mis compañeros de curso, pero de todos ellos guardo un grato recuerdo. Al ser de los más pequeños, era llamado por el diminutivo del apellido y en términos cariñosos me sentí tratado por la mayoría de ellos; a los que me ofendieron o trataron de hacerme mal los perdoné y hoy todos ocupan el mismo lugar feliz de mi memoria. Me impactó mucho la celebración del LV Aniversario en el Palacio de Congresos: a los postres se fue proyectando las viejas fotos de carné de los alumnos de los primeros cursos –imagino que la mayoría o todas hechas por Pedro Antonio-, y eran numerosos los desaparecidos. Para no extenderme, quiero referirme a Juan Agüera, quien solía venir en bicicleta desde San Pedro y provisto de un bocadillo que guardaba en el pupitre para el recreo, pero que no siempre se lo podía comer porque con frecuencia le desaparecía.

Somos lo que recordamos, decía, y la Tabla Periódica o la Propiedad Conmutativa fueron para mí dos grandes descubrimientos que a lo largo de mi vida siempre han permanecido fieles a la señorita Pepita y a don Jaime. Aunque mi vida laboral se ha desenvuelto por derroteros que no han hecho uso de esos dos conocimientos, sí que van ensartados a la persona de los que los aprendí como las cerezas salen siempre como hilvanadas unas con otras. Algo parecido me ha ocurrido con las prácticas de taller: cada vez que he hecho algún arreglo casero –no pocos a lo largo de la vida-, algún cambio de enchufe por necesidades de la ubicación de un mueble o por llevar alimentación eléctrica donde no la había, así como cortar una balda o rectificar un mueble, allí estaba don Cesáreo con su consejo, su enseñanza y su talante enérgico.
Un día preguntó en clase la  señorita Conchita quienes se inclinaban por ciencias y quienes por letras. Recuerdo que de toda la clase sólo nos pronunciamos por letras Eugenio Lorente y yo; luego la vida nos ha llevado a ambos por caminos que no han tenido otro contacto con las letras que las de cambio, a las cuales hemos tenido la fortuna de poder hacer frente. Pero como no podía ser de otro modo, en ella y en mi padre, en su memoria, está mi afición a la lectura y la pulcritud por el trabajo bien hecho. Lo mismo podría decir de don Alfonso, a quien le sigo agradeciendo su dedicación especialísima a imbuirnos en el deleite por el arte: aquellos fustes, aquellas basas y capiteles de los que nos hablaba en sus proyecciones nocturnas no se han desfigurado nunca de mi mente. Es cierto que luego he tenido ocasión de aprender más cosas, pero siempre sobre aquellos mismos cimientos y volutas.

Algo similar me ocurre con don Fernando. Sólo el primer curso se ocupó del dibujo artístico, para el que nunca estuve dotado, pero los cuatro cursos de lineal me han servido mucho para saber expresar lo que demandaba, para interpretar lo que me proponían…  Luego se destapó como un enciclopedista que ha dejado tras de sí una obra que le hace perdurar, como también a don Alfonso con su faceta literaria.
En este leve repaso a la memoria, sin espacio para más, dejo mi agradecimiento expreso a todos mis compañeros de instituto y a mis profesores todos, los nombrados y los que no, pues somos aquello que nos cultivamos en la infancia y juventud, más los aditamentos del paso de los días, a lo que no renuncio. Todos vosotros, todos ustedes, sois corresponsables y constructores de mi grandeza y poquedad.

20 septiembre 2011

YO TE BUSCABA


 Yo te buscaba…
cuando el amor era en mí
una página en blanco;
entonces no sabía
deletrear tu nombre.

Yo te buscaba…
cuando desplegaba el catálogo
descrito en las lecturas
y aparecías diáfana
y sin rostro.

Yo te buscaba…
cuando el viento no te acariciaba la trenza
ni  los efluvios de tu aroma,
pero ya soñaba
tu perfil idealizado.

Yo te buscaba…
cuando el amor jugueteaba
por las plazas,
de flor en flor,
sin saber de tu existencia.

Yo te buscaba…
y un luminoso y buen día,
-iluso de mí,
lo recuerdo con nitidez-
nos descubrimos por azar.

19 septiembre 2011

SOY LO QUE SOY


Soy menos felino que el tigre,
menos ágil que la ardilla,
no puedo maullar como el gato
ni ladrar como el perro;
no corro como la liebre
ni salto como el gamo
y duermo menos que la marmota;
no soy sigiloso como la serpiente
y menos noble que el caballo,
menos prolífico que el conejo
y veo menos que un topo;
madrugo, pero no canto como el gallo;
eso sí, soy más terco que una mula:
¡No todo el mundo me supera!

18 septiembre 2011

EN BUSCA DE LA SONRISA OLVIDADA

El día que dimos por finalizada nuestra estancia vacacional en Marbella dije que  había olvidado una sonrisa en el espejo del baño y tendría que volver a rescatarla. Pues aquí estoy de nuevo, con escusa o sin ella dispuesto a pasar unos días de este septiembre apacible, dorado y luminoso, menos concurrido, en esta ciudad donde sueñan los bolsillos de los ricos y los menesterosos, donde los atardeceres son pausados y el alba perezosa.


Como justificación una cita el martes; como excusa, el deseo de construir un puente artesano desde el viernes al miércoles y disfrutar de este espacio único. Salir fuera y seguir estando en casa es una ventaja que no siempre se toma en cuenta. Son muchos los que buscan incesantemente lo novedoso, pero existe un placer intenso en hacer de lo acostumbrado ocasión extraordinaria, haciendo de lo habitual una fiesta en continuidad: la misma familia, los mismos amigos, los mismos abrazos y los mismos agasajos. En el espejo del baño la sonrisa olvidada y en el recibimiento la alegría de sabernos arropados.

Antes de que emprendiéramos la ruta, Encarni nos anuncia que nos espera en la mesa. Ellos estuvieron días pasados en un crucero por el Mediterráneo y nos muestran un montón de fotografías, con sus comentarios orales, y las galas de un hotel cinco estrellas que fluye sobre la quilla sumergida de una mole gigantesca del placer y la evasión. Se lo merecen. Ahora enjugan las lágrimas pasadas y se recuperan de esas angustias que sin merecerlo nos trae de vez en cuando la vida como en un reparto fallido nada generoso. Luego el dulce encuentro con sus hijos y nietas y los lazos familiares de quienes sólo  -ni más ni menos, sólo digo-  somos amigos.

Juan y Carmen deshacen nuestros planes de playa. Nos habíamos citado para el desayuno, pero estaban faltos de compañía. Ellos ya han entrado en esa edad donde se manifiesta a pasos agigantados la decadencia física. Él está pasando por ciertos desarreglos de salud y se encuentra como en horas bajas; ella alarmada porque teme a lo que les deparará el futuro. Apenas se ha tomado un poco de café; ha perdido el apetito y se siente incapaz ante los sólidos: zumo, café con leche, pastillas…  en cambio está sediento de afecto y hacemos el esfuerzo por darle de lo poco que tenemos.

Por la tarde a Ojén. Los efectos del reciente fuego quedan bien lejos del pueblo, detrás de la Sierra Parda y fuera del alcance de nuestra vista, lindando con Las Chapas y Mijas. En sus calles el mismo blancor, el mismo calor de sus gentes. Entre los jóvenes reconozco los rasgos de sus ancestros; en los mayores nos sentimos reconocidos; en sus calles los recuerdos infantiles y las peripecias y juegos de niños: la escuela, las canicas, la patineta, la pelota, la comba…   En el abrazo con mi hermana la presencia imposible de mis padres y el deseo de pasar más tiempo juntos. En Rochiles, cena, conversación extendida y ver cómo se oculta la luna antes de la retirada: una noche cuajada de emociones. No sé qué será lo que me deje olvidado esta vez, pero seguro que en ello encontraré la justificación y las ganas de volver de nuevo.

17 septiembre 2011

ISAAC NEWTON

A Chelo, con mucho cariño.


Cuentan que un buen día el bueno de Isaac Newton había salido al campo en buena compañía, se recostaron en la hierba y degustaron el picnic que a los efectos había llevado ella en una coqueta cesta de mimbre. Extendió el mantel de cuadros y dieron buena cuenta de cuantas viandas habían portado. Se ve que el paseo les había estimulado el apetito. La brisa mecía aromas de hierba fresca y toques ácidos de manzanas. Parloteaban frases ininteligibles como tantas veces los enamorados; en eso que se desprende una de las manzana del árbol donde se cobijaban y le asestó a Isaac un golpe contundente en la cabeza. Se reían del incidente como dos chiquillos enamorados, pero de repente él sacó un pequeño cuaderno del bolsillo y anotó con mucho esmero y sin tachaduras:


Ya se sabe que cosas así le ha sucedido a mucha gente. Sin ir más lejos, hace días, buscando higos en el huerto de mi primo Juan, sufrí un leve accidente similar, del que me quedó la camisa tan manchada que dijo mi esposa que estaba irrecuperable, pero ni saqué cuaderno, ni conclusiones, ni hice anotación alguna, sino que apenas sio el incidente para unas risas en el momento y luego el olvido.

No es la única ocurrencia que el joven físico, filósofo y matemático llevaba anotada en su cuaderno, cada una de ellas producto de sesudas elucubraciones, a veces iniciada por la espoleta del azar, En otra ocasión anotó la palabra binomio y la deletreó así:

Estoy detrás de descubrir la anécdota que le llevó a esta fórmula, pero ya daré aquí cuenta de ello otro día.

16 septiembre 2011

QUIERO REINTEGRARME

Había aparcado más o menos lejos. La estructura urbanística de Triana, en ese sector, es un como un pueblo arrabalero de callejas intrincadas y sombras perfumadas de geranios y gitanillas; en la plazuela de Santa Ana, junto a esa supuesta catedral, media doce de bancos de forja invitan al descanso ofreciendo la sombra; el calor aprieta y el sol parece no tener prisas en entrar en el otoño a una semana vista. He sido alegremente reconocido y recibido sin necesidad de identificarme. Fátima es un cielo de mujer. Ha sido poco tiempo porque le esperaban para el comienzo de una actividad y no he querido que se demorara por culpa de mi inoportunidad. Detrás de sus gruesas gafas él me ha dedicado una sonrisa tierna y un abrazo sincero.


“Quiero reintegrarme en la sociedad como una persona totalmente normal, esa es mi meta; te lo prometí y aquí voy a seguir; no voy a fallarte”. Esa es la buena sensación que me llevo y la esperanza que me abriga. En su día le acompañé a la institución, después de largo tiempo de desamparo y noches durmiendo al sereno. ¿Sereno? La calle acaba con la serenidad de las personas; la calle es como la oscura boca de un dragón que te fagocita y te quema, te incinera y te hace irreconocible y un desecho social.

Cuando Fátima le avisó de mi presencia, se acicaló y bajó las escaleras como lo hacían los galanes de revista, todo él compuesto. Nos hemos fundido en un abrazo y me ha pedido más, más tiempo, más frecuencia. Nos hemos sentado brevemente en el patio y hemos charlado hasta donde podíamos; ha aumentado de peso, se le ha aclarado la piel de intemperie que tenía, pero le queda un rictus de tristeza. Ya son nueve meses; el mismo tiempo que se tarda en gestar una vida y él sigue empeñado en restañar la suya. Lo que alcanza mi vista es todo orden y disciplina amable. Yo vuelvo sobre mis pasos y me alejo llevándome las ganas como promesa de una nueva oportunidad. La doctora estaba reunida, pero me tiene bien informado: aún queda mucho por hacer.

15 septiembre 2011

EL MUNDANAL RUIDO

Cuando estoy, como en este momento, en lo profundo de mi casa y escucho música o leo, o leo y escucho música; cuando me pongo al teclado y brujuleo por entre los blogs amigos o leo los comentarios  -siempre amables-  que me dejáis; cuando vemos una película o conversamos mi esposa y yo, parece como si el mundo estuviera hecho a mi medida y se calza en mis sentidos como un perfecto guante de cabritilla hecho a medida.

“Es la Semana Fantástica y estás fatal de camisas, tenemos que aprovechar los restos del verano para comprarte algunas de manga corta”. Si te dicen que vas, vas. Serpenteamos buscando la sombra por la Alameda, pues a las once de la mañana ya se acerca el termómetro a los 30 grados. El tráfico es sobre todo ruidoso y molesto: invade el silencio, contamina el aire se sube y aparca en las aceras con todo el descaro del mundo. La acera de la derecha está en sombra y la calle es de sentido único; más furgonetas de reparto que me obligan a bajar de la acera, alguna moto sospechosa de llevar el escape libre y las sigilosas bicicletas que zigzaguean por entre las personas convirtiéndolo todo en una jungla.

La semana es fantástica, pero no son muchos los que están en el establecimiento y de ellos miran la mayoría. Se ha acabado el ruido, o mejor dicho se ha transmutado en insípida música ambiental apenas perceptible; la temperatura es inferior a lo aconsejable. Sobre el pecho de la dependienta una tarjeta identificativa dice que se llama Sonia. “¿La talla 4 para mi marido?” “Efectivamente, señora; si quiere le doy una que ya está abierta y se la prueba”. En el probador hay una pareja que discute sobre el largo del pantalón; él no ha debido apreciar que le arrastra por el suelo, pero ella está en los detalles. “Nos llevamos esta, y esta, y esta…” ¡Para, para! “Tú me dejas”. Lo peor es que no desechará ninguna de las que ya tengo y el cajón asignado no da para tanto. ¡Pero por qué tantas, ya estamos casi en otoño! Tú déjame; yo sé lo que hago!

En la calle ya se superan los 30 grados a las doce de la mañana. Busco el intrincado de las calles estrechas, donde la sombra se esparcirá todavía un buen rato. De nuevo el mundanal ruido, los agobios, los irrespetuosos del ceda el paso. ¡Milagro! En un comercio de instrumentos musicales de la plaza de la Gavidia  -oído, Reyes, por si te interesa-  un cartel ofrece empleo y dice: dájanos tu currículum. Me adentro por la peatonal Spínola y un coche no ha respetado la prohibición; otro anterior está estacionado en medio de la calle descargando y le hace esperar; subo y bajo de la acera. Por fin llego a las puertas del convento de Santa Rosalía: la verja está abierta y un mendigo me abre la puerta facilitándome la entrada, al tiempo que extiende la otra mano.

 Clik para ver la foto ampliada

Por delante del altar barroco, recargadísimo, está expuesto el Santísimo. Los anchos y vetustos muros impiden el ruido exterior y dulcifican la temperatura haciéndola muy agradable, más confortable que la artificial del aire acondicionado. Mi espalda pide reposo, precisamente cuando ante mí se ha abierto un mundo de sosiego y paz. Sólo el dorado retablo está iluminado, el resto del templo permanece en penumbra. Suena por la megafonía armónicos cánticos gregorianos y me quedo mirando fijamente la custodia; pierdo la noción del tiempo. Me siento en un oasis y ni siquiera maquino pensamiento alguno, la mente en blanco. ¿Éxtasis? Tal vez; descanso un buen rato  -no sabría medirlo-  y me aíslo del mundanal ruido.

14 septiembre 2011

ARITMÉTICA


Reconozco mi ignorancia
-es endémica-
cuando me queda poco
tiempo para aprender.
He removido la tierra
y no he conseguido encontrar
la raíz cuadrada
-con la cúbica no lo he intentado-
Hubiera querido trepar,
pero mis dedos no imitaron nunca
a los zarcillos y espirales
de las parras y enredaderas
y se entretuvieron en horizontales
y tangenciales
por las derivadas que alejan
sin remisión del infinito.
Reconozco mi ignorancia,
pero ¿alguien sabría explicarme
por qué el cuarzo es vulgar
y estimada la bauxita y el cobre?
He visto a muchos que son
como las aves migratorias
que se arriman al sol que más calienta,
y les va bien; pero soy terco
-además de ignorante-
y reconozco, a mi pesar,
que mi denominador no es común.

13 septiembre 2011

FUEGO DEVORADOR

Estas sierras forman parte del paisaje de mi infancia; una gran parte de la naturaleza devastada resultará irrecuperable. Aquí dejo algunos vídeos que hablan por sí solos en la prensa: Diario SurABCEl Mundo


LAS CUATRO ESTACIONES



Primavera: allegro molto vivace.
Verano: piano, ma non troppo.
Otoño: andate melancólico.
Invierno: adagio moderato.

12 septiembre 2011

CÁLCULO


¿Alguien podría calcular el dolor
latente en un gran hospital?
¿Peritar las lágrimas secas y las otras?
¿Computar las penalidades ajenas?
¿Recontar los padeceres del alma?
¿Medir las dudas de las angustias?
¿Tantear los baremos de los males?
¿Determinar el fiel de los sufrimientos?
¿Evaluar las oscuras aflicciones?
¿Escrutar las punzadas por minuto?
¿Valorar los gemidos del silencio?
¿Tasar las dolencias del abandono?
¿Estimar la escarpadura de los calvarios?
¿Inventariar las arduas quemazones?
¿Enumerar los picos de los espasmos?
¿Investigar los suplicios de la noche?
¿Contar las convulsiones del espíritu?
¿Apreciar con todo rigor los dramas?
¿Catalogar los tormentos de las curas?
¿Cubicar los achaques por metro cuadrado?
¿Sabes tú acaso, lector, lo que pasa
por las tripas de un gran hospital?

11 septiembre 2011

PARTITURA


Sobre las líneas del teléfono,
pentagrama comunicativo:
las golondrinas ensayan
los trinos
con los que regresarán
la próxima primavera.

Sobre el auricular de mi teléfono,
la espera, la larga espera:
me paso los días ensayando
el gran recibimiento,
soñando en que vuelvas.

Ya casi es otoño y pronto
empezará a amarillear;
sigo ensayando
la música con la que recibirte,
¿tal vez
la próxima primavera?

10 septiembre 2011

ME FALTA ALGO EN ESTA MANO

Iba caminando más achacoso que de costumbre; en esta ocasión estaba solo y andaba un tanto más encorvado, a pesar de su esbeltez. José es un octogenario con muy buena planta y apuesto. Con el bastón en su mano izquierda, solía ir siempre ofreciendo el interior de la acera a Dolores, su esposa; con frecuencia, cuando el ancho del acerado lo permitía, lo hacía de la mano que no se ocupaba del bastón. Saludaban de forma escueta, pero siempre sonrientes, destilando la armonía de sus propias vidas. Nunca los veía solos. En esta ocasión iba como perdido y cabizbajo. Al cruzarnos no dijo nada ni hizo ningún gesto como solía; su sonrisa se había oscurecido.


     - ¡Buenas tardes, José.
    -  ¡Hola!
No había expresión en su rostro, llevaba la mirada perdida, como sin rumbo.
     - ¿Y la señora?
     - La enterré hace una semana.
     - ¿Cómo?
     - Sí, se puso enferma y se me fue en diez días.
     - ¡Lo lamento, José! ¿Hacia dónde camina? 
     - Voy a la parroquia, a encargarle una misa.
     - Le veo muy decaído, ¿cómo se encuentra?
    -  ¡Mal, me falta algo en esta mano! –me dijo moviendo torpemente la mano con la que no llevaba el bastón.

Efectivamente la mano libre iba como buscando un apéndice que no encontraba. “Fueron 65 años juntos, siempre juntos; 57 de casados y 8 de novios; toda la vida”. Le temblaba la mandíbula inferior al hablar; lo hacía sin ganas ni fuerzas. Nos dimos la mano, se la estreché con fuerzas e intención y sus ojos respondieron a la emoción. José siguió caminando hacia la parroquia para encargar la misa. Se volvió unos pasos más adelante y me repitió: “No ve que me falta algo en esta mano”, al tiempo que se le llenaban los ojos de lágrimas. La soledad es eso, que falte algo en tu mano.

09 septiembre 2011

DESENCUENTRO


Septiembre tiene voz lánguida
con tornasoles de uvas doradas
y paladar acidulado,
pámpanos que empiezan
a estar mustios de tanto fragor
tras el fatigoso estío;
yo estoy encendido
de deseo,
reverdecido de pasión
-ya conoces mi sed desértica-
pero no escuchas mi entonación
y enmudeces
por coladas y senderos
jugando a descolocarme.
Cae la tarde,
el cielo se echa por los hombros
un echarpe  gris
amenazando tormenta
y las estrellas lloran conmigo
el desencuentro.