En la miga del pan se hace presente el ritmo con el que el aire meció
las espigas de trigo desde abril a junio; en la corteza el esfuerzo del hombre
desde la siembra a la mesa.
En las bodas y bautizos se confunden los fumadores con los incrédulos
a las puertas de la iglesia; en el banquete se suman al conjunto los creyentes
y entonces la confusión es absoluta. ¡A la caza del canapé!
La sabiduría reconoce a la ignorancia, pero la ignorancia
no reconoce a la sabiduría ni a sí misma.
En las tertulias habla más el locuaz que el elocuente; quizás por eso
terminan siendo la mayoría de ellas tan aburridas.
En los atardeceres bosteza el sol, le aparecen grandes ojeras rojizas
y termina quedándose profundamente dormido hasta la mañana siguiente.
En los países desarrollados nos preocupamos por la dieta y la
gastronomía; en el tercer mundo por el agua potable y por tener algo que
llevarse a la boca. ¡Qué bien que se viaja en primera sin mirar para el vagón
de cola!
En pleno auge del vocerío informativo, algunos gacetilleros usan los
medios para mediatizar a los mediocres, sin tener en cuenta que los oyentes
oyen, pero escuchan a quienes quieren, si es que les interesa.
En un golpe de suerte te puede tocar la lotería; mientras que una mala
racha te puede llevar a la ruina. ¡Caprichos del azar!
Entre enamorados, uno sueña utopías y el otro se empeña en hacerlas
realidad; luego pasa lo que pasa.
Debe ser bastante más difícil ensalzar que despellejar: de ahí la
proliferación de tanta telebasura.
Es paradójico, ¿cómo puede ser un mate brillante? No es fácil
desentrañar los intríngulis del tenis.
Escuchando a los
demás se aprende a discernir de quién podemos aprender y quién puede
embrutecernos.