Desde el espejo de tus ojos
he mirado a los caminos del cielo,
desde la centralidad de tu ser,
el más allá, la infinitud
en la que mi ignorancia se pierde,
sin haber aprendido los accesos
por los que retornar a tus brazos,
ni memorizar los nombres de sus sendas.
Todo mi universo está en ti
y tu aroma es la memoria que me ciñe:
como el día se estrecha en el ocaso
y la noche se expande hasta el alba,
así la dependencia que nos acerca.
Sin el espejo de tus ojos,
por los que orientarme,
la ruina total, la bancarrota.
La dimensión de una mirada puede ser infinita.
ResponderEliminarSaludos.