Ese día cumplió ella los veintitrés años, los mismos que yo llevaba esperándola para hacernos uno y serlos desde aquel instante para siempre. Nos ha pasado de todo, como a cualquier otra pareja, horas plácidas y algún que otro temporal, pero hemos sabido amasar el candeal con la harina de fuerza, la floja o la integral, con su afrecho y sus amarguras, con sus risas, sus llantos y las festividades; a veces demasiado quemado, otras generoso, rico y abundante.
Nos habíamos dado seis años de preludio en los que se interpusieron las distancias geográficas del trabajo… Desde el vértigo de los años, sin necesidad de meditarlo ni mucho ni poco, hoy me ratifico en el paso dado que ahora conmemoramos y doy gracias a Dios por lo espléndido que ha sido con nosotros en todo instante.
El futuro es una caja de sorpresas, pero corto o largo, que sea a su lado por siempre.