Mostrando entradas con la etiqueta Prosa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Prosa. Mostrar todas las entradas

06 enero 2021

DÍA DE REYES DE 1973


Ese día cumplió ella los veintitrés años, los mismos que yo llevaba esperándola para hacernos uno y serlos desde aquel instante para siempre. Nos ha pasado de todo, como a cualquier otra pareja, horas plácidas y algún que otro temporal, pero hemos sabido amasar el candeal con la harina de fuerza, la floja o la integral, con su afrecho y sus amarguras, con sus risas, sus llantos y las festividades; a veces demasiado quemado, otras generoso, rico y abundante.

Nos habíamos dado seis años de preludio en los que se interpusieron las distancias geográficas del trabajo…   Desde el vértigo de los años, sin necesidad de meditarlo ni mucho ni poco, hoy me ratifico en el paso dado que ahora conmemoramos y doy gracias a Dios por lo espléndido que ha sido con nosotros en todo instante.

El futuro es una caja de sorpresas, pero corto o largo, que sea a su lado por siempre.

28 diciembre 2020

LOS SANTOS INOCENTES


No, no somos inocentes, cuando por acción u omisión, todos deberíamos sentirnos culpables de la explotación infantil que sigue sustituyendo al horario escolar. Al que se suma el desarraigo y mal vivir de infraviviendas, desnutrición y carencias infinitas en todos los órdenes de la vida.

Hoy ponen en duda los historiadores la verosimilitud del relato bíblico sobre los santos inocentes. Para colmo, en los medios de comunicación hasta se mofan del infanticidio gastando inocentadas de mal gusto, como si la vida de los pequeños se pudiera tomar a chanza y chacota.

Quizás Herodes fuera menos pérfido que lo somos hoy, o los medios olvidan consignar las denuncias de Unicef y otras organizaciones de protección a la infancia que denuncian cada día: minas, enfrentamientos bélicos, trabajos peligrosos, vertederos… Y a ello se suma la esclavitud, las vejaciones, los abusos, reclutamientos bélicos, recolectores de basura…

Unos ciento cincuenta y dos millones de niños son usados como mano de obra barata y dócil. En estos momentos, a causa del Covid-19, se ha experimentado un retroceso en los avances logrados a nivel mundial, y aunque los niños del llamado primer mundo están en otros índices, también sufren graves carencias de toda índole.

 

 

 

 

30 septiembre 2015

EN LA AZOTEA




En esta ciudad del bajo Guadalquivir, el nivel freático es presencia a la distancia que un niño ahonda un hoyo con sus manitas, en tanto juega. Mientras la fiesta en la Alameda y el tráfico rodado exasperan al más templado de los hombres serenos; por eso subir a la azotea es vivir en la vecindad del mismo cielo. Tejados, monteras y otras azoteas ondean al viento abanderadas sábanas que se agitan saludándote sin distinción entre casas, calles ni abolengos. El cielo está azul, pero una masa de algodones inmaculados se persiguen una tras otra como quien corre un tul blanco entre el poniente y el nordeste, usando el mismo pasillo que ha abierto la brisa. Espadañas que se asoman a curiosear el repique te las campanas vecinas, conventos y parroquias en competencia, tañen la llamada de las horas. A ras de suelo, el tráfico subraya el caos que en la azotea se ha convertido en paz. A media distancia la Torre de los Perdigones y a mis espaldas la de Don Fadrique, y un batir de alas de vencejos con sus gorjeos característicos. Hacia el norte, el Puente del Alamillo con su tirante enhiesto y enseñoreado y, hacia el sur, siguiendo el discurrir del río, la Torre Pelli con sus muchos metros de redondez y orgullo reciente. Al sureste, el señorío barroco de Sevilla rematado en Giradillo. En la azotea, el panorama es como un pinar de cemento y ladrillos, un lugar donde respirar y una perspectiva desde la que todo está más cerca de lo divino que de lo humano.