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13 diciembre 2022

ODA AL PANTALÓN ROTO POR LAS RODILLAS



 

Se acercaba con paso decidido,

como cabalgando una ola

en la que su melena

se balanceaba

de babor a estribor entre sus hombros,

señal inequívoca

y ajustada a su personalidad.

Bella, llamativa, luminosa,

con capacidad

para paralizar todas las miradas

y hacerlas confluir en sus retinas,

quizás

en el vértigo electrizante de su melena

cayendo por la espalda.

Todavía no se oían,

pero seguro que sus taconazos

eran percutores

sobre el acerado,

al ritmo que imponen sus caderas.

La línea de sus perniles de pitillo

dibujan como con rotring

sus sinuosos mulos

y el ajustado perfil

de sus rodillas y tobillos,

encajados

sobre el empinado desnivel

de sus zapatos de aguja.

¡Oh fatalidad!

La pulcritud de tanto ajunte

como funda táctil

de su piel,

incapaces de disimular

el roto,

─tal vez intencionado─

a la altura de ambas rodillas.

Hablan de modas,

pero para quienes lucimos

artesanos remiendos maternos

en la laboriosidad

de la escasez,

es como mirar con gafas ajenas

y mal graduadas.

17 agosto 2018

CRECÍ EN UNA SOCIEDAD DE LA SUBSISTENCIA





Crecí en una sociedad de la subsistencia,
donde la base de la vida
era el pan nuestro de cada día,
si bien, algunos no tenían ni pan.
Un tiempo de ropa heredada
y arreglos transformadores
por medio de las hábiles manos maternas
que, a pesar de la poca escuela,
sabía zurcir y multiplicar las existencias:
una olla donde se cocía lo que daba
la temporada y se repetía insistentemente
hasta agotar la cosecha.
Llevé remiendos en las rodillas
zurcidos en las coderas y el cuello de la camisa
vuelto para no lucir el desgaste del roce;
no heredé ropa de mi hermano
porque era el mayor, pero él quedó saciado
de aquel pueril legado mío
y quizás creció de prisa
para superarme en talla e invalidar
el testamento marcado de la época.
El abuelo tenía una huerta
que luego paso a labrar mi padre
y reconocía las estaciones por sus frutos
mucho mejor que por el calendario.
Quizá por eso, cuando hoy veo
esa desastrosa moda
de romper los pantalones por las rodillas,
establezco un antes y un después
en quienes lucíamos con orgullo las labores
de la hacendosa madre,
y me llevo las manos a la cabeza
cuando pagan más por lo cortisqueado adrede.