El manual dice que espíritu deportivo es, entre otras cosas: observar estrictamente las reglas y procurar no cometer faltas deliberadamente, respetar al árbitro, reconocer la dignidad del adversario en la derrota así como la victoria con modestia, renunciar a los medios ilegales o violentos y, en definitiva, saber mantener la dignidad en cualquier circunstancia y demostrar que tenemos control sobre nosotros mismos. Pero en el fútbol las cosas son distintas. Anoche se jugaba el Barcelona el pase a la final y, a pesar de la victoria, perdió la eliminatoria ante el Inter de Milán. Estas son algunas píldoras de mezquindad -antideportivas- que podemos ver en la prensa de hoy:
• El Barça aguó la celebración del Inter poniendo los aspersores a todo gas.
• Un centenar de aficionados madridistas se concentró en los alrededores de la fuente de La Cibeles para festejar la eliminación del Barçá ante el Inter.
• Mourinho saltó al césped para celebrarlo y fue increpado.
• Miles de madrileños no han podido ver en sus televisores el Barcelona-Inter porque la emisión fue bloqueada por "una potente señal de origen desconocido", según informó Telemadrid.
• Mou salió a celebrarlo, Valdés se lo afeó y el Barça activó el riego.
• Cibeles duerme tranquila.
• Mou, te lo has ganado, el pase a la final y tu fichaje por el Madrid.
• Valdés agarra por el cuello a Mourinho al final del partido.
• El Camp Nou se volcó con el equipo, que mantuvo su sueño de la final en el Bernabeu hasta el último instante.
• El madridismo respira aliviado.
Cualquier parecido con el espíritu deportivo es obra del azar.
29 abril 2010
27 abril 2010
55 ANIVERSARIO INSTITUTO SIERRA BLANCA
El pasado viernes, 23 de abril, -día del libro- he asistido a la celebración del 55 Aniversario del Instituto Sierra Blanca de Marbella; una fiesta que como toda conmemoración que se precie ha tenido mucho de celebrativo, pero por encima de todo de entrañable: en sus aulas aprendí algo de lo mucho que me impartieron entre los 10 y los 15 años, a cuyo profesorado guardo sincero agradecimiento, respeto y cariño inolvidable.
Esta institución de enseñanza tuvo un valor extraordinario para toda la comarca. Con anterioridad a 1955, sólo algunos privilegiados de la zona podían acceder a los estudios de bachillerato, aquellos cuyos familiares nadaban en la abundancia y podían enviarlos a algún internado; no así el común de los mortales, cuyo fin era convertirse en mano de obra a muy temprana edad, muchos de los cuales abandonaban la escuela antes de haber recibido una instrucción medianamente aceptable . Me contó mi padre que asistió un buen día al Cinema Moderno, en nuestro Ojén natal, donde algunos profesores venidos de Marbella dieron una charla con la que trataban de motivar a los padres para que mandaran a sus hijos al nuevo instituto. Eso y el empeño de mi maestro, don José Alcalá hicieron el resto.
El acto final de una semana de actividades ha sido una cena en el Palacio de Congresos de Marbella, a la que acudimos algo más de 1000 personas. La cena, elaborada y servida por los alumnos de la Escuela de Hostelería de Marbella fue excelente. En un salón anterior al acceso al comedor, una exposición de fotos en blanco y negro donde fui reconociendo a profesores y alumnos: ¡Mira, Bermúdez! ¡La Señorita Conchita! ¡Estas fotos corresponden a la representación del Gran Teatro del Mundo en el salón de actos de las Salesianas! ¡Don Alfonso, don Miguel, el cura, y la Señorita Pepita! También estaba yo allí, desdibujado de tiempo, pero reconocible.
Lo mejor de todo cuando descubrí la compañía que me encontré al ir a ocupar la mesa que habían asignado: cinco compañeros de curso. ¡Fantástico! ¡Bravo por ti, Enrique Vázquez! Sin duda no habrá sido fácil la tarea organizativa, pero merece el diploma de reconocimiento de todos los asistentes. En la pantalla se iban desgranando las fotos de aquel primer profesorado y aquellos primeros alumnos; tras cada transición, el comentario o la anécdota revivida del personaje; lo luctuoso, el número tan grande de compañeros que ya no están para siempre. Tras la extraordinaria cena, una orquesta animando el baile y dos barras dispuestas para los aún sedientos: yo me ausenté henchido de recuerdos y cargado con los abrazos largamente demorados.
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Memoria
21 abril 2010
BRAIN TRAINING
Hoy es noticia, según publica Nature, y se hacen eco los medios de comunicación, que el brain training sirve para lo que sirve: para entretener, pero no para aumentar el coeficiente intelectual, para eso no es la herramienta adecuada.
No es infrecuente que a los productos comerciales se les asignen propiedades que no les corresponde o que estas sean exageradas, como reforzamiento de la campaña de ventas, lo que no deja de ser una modalidad de engaño suave. Eso no quiere decir que la maquinita no sea válida, como válido era y sigue siendo ejercitarse haciendo crucigramas, acrósticos, sopas de letras, sudoku, y también el parchís, el juego de la oca o el dominó. Por cierto, este último es un buen ejercicio para la memoria, aromada con habilidades deductivas, para imaginar qué fichas tiene el contrincante en sus manos.
No pierdo la esperanza de que antes o después también descorran el decorado con el que la industria láctea ha puesto en escena los bífidus activos: una bacteria que ha estado siempre en los fermentados de la leche como el yogur o el queso, pero que nos la ofrecen como salidas de la alquimia tecnológica de los últimos tiempos. No niego el importante papel que los bífidus juegan en el tránsito intestinal, pero no deja de ser una leche muy cara.
No es infrecuente que a los productos comerciales se les asignen propiedades que no les corresponde o que estas sean exageradas, como reforzamiento de la campaña de ventas, lo que no deja de ser una modalidad de engaño suave. Eso no quiere decir que la maquinita no sea válida, como válido era y sigue siendo ejercitarse haciendo crucigramas, acrósticos, sopas de letras, sudoku, y también el parchís, el juego de la oca o el dominó. Por cierto, este último es un buen ejercicio para la memoria, aromada con habilidades deductivas, para imaginar qué fichas tiene el contrincante en sus manos.
No pierdo la esperanza de que antes o después también descorran el decorado con el que la industria láctea ha puesto en escena los bífidus activos: una bacteria que ha estado siempre en los fermentados de la leche como el yogur o el queso, pero que nos la ofrecen como salidas de la alquimia tecnológica de los últimos tiempos. No niego el importante papel que los bífidus juegan en el tránsito intestinal, pero no deja de ser una leche muy cara.
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Reflexiones
20 abril 2010
¡CUÁNTO NOS QUEDA POR DESCUBRIR!
Desde aquellas toscas lecciones de geografía, en la lejana infancia, donde se nos hablaba de ese mundo instalado sobre nuestras cabezas, constituido por el sol, la luna y las estrellas que veíamos, más la existencia de siete planetas, –reducidos ahora a seis- que se tienen que divisar con otros mecanismos ópticos, aprendíamos las nociones de infinitud. No entendíamos y aún no comprendemos la idea de la inexistencia del espacio y el tiempo, algo que posiblemente nos lograría acercar a una aproximación de lo infinito.
Recientemente hemos podido ver los profanos, por medio de Internet, imágenes en vídeo y power ponit que viajan desde lo ínfimo hasta lo ilimitado, desde una aproximación al centro mismo de las células con aproximaciones de 10 elevado a -10 hasta las muy remotas con aumentos de 10 elevado a 23. Para mi asombro, hay una similitud extraordinaria entre las formas de lo que no podemos ver por diminuto, como de aquello que tampoco podemos alcanzar a conocer por lejanísimo. En ese viaje uno termina diciendo, ¿y yo en medio de todo este mundo vasto e inabarcable?
Somos apenas nada en medio de la creación y nos resulta imposible el conocimiento universal, a pesar de lo cual nos creemos el centro mismo y el motor de todo lo creado. La ciencia ha logrado que cada día conozcamos un poco más de los misterios que nos rodean, así como del propio misterio de la vida, pero cuando el hombre cree dominar a la naturaleza, ésta va y se fuma un puro en el volcán subterráneo del glaciar Eyjafjallajökull y todo se paraliza como consecuencia de la nube de cenizas, posiblemente tóxica.
Ante la magnitud de lo poco que hoy conocemos, no tenemos más remedio que preguntarnos, con el salmista: ¿Qué es hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?
Recientemente hemos podido ver los profanos, por medio de Internet, imágenes en vídeo y power ponit que viajan desde lo ínfimo hasta lo ilimitado, desde una aproximación al centro mismo de las células con aproximaciones de 10 elevado a -10 hasta las muy remotas con aumentos de 10 elevado a 23. Para mi asombro, hay una similitud extraordinaria entre las formas de lo que no podemos ver por diminuto, como de aquello que tampoco podemos alcanzar a conocer por lejanísimo. En ese viaje uno termina diciendo, ¿y yo en medio de todo este mundo vasto e inabarcable?
Somos apenas nada en medio de la creación y nos resulta imposible el conocimiento universal, a pesar de lo cual nos creemos el centro mismo y el motor de todo lo creado. La ciencia ha logrado que cada día conozcamos un poco más de los misterios que nos rodean, así como del propio misterio de la vida, pero cuando el hombre cree dominar a la naturaleza, ésta va y se fuma un puro en el volcán subterráneo del glaciar Eyjafjallajökull y todo se paraliza como consecuencia de la nube de cenizas, posiblemente tóxica.
Ante la magnitud de lo poco que hoy conocemos, no tenemos más remedio que preguntarnos, con el salmista: ¿Qué es hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?
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Reflexiones
RECONCILIACIÓN
Ya he hablado de como la esperanza nos lleva a la serenidad, pues con un empuje similar e inevitable el perdón nos lleva a la reconciliación. Se nos olvida casi siempre que la reconciliación necesita del perdón previo –“…como nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”- y que todo comienza por reconocer nuestros errores y perdonarnos primero a nosotros mismos. Y es que tantas veces lo obvio nos pasa desapercibido, que solemos tropezar una y otra vez en la misma piedra.
Con la Constitución de 1978 se sellaron las heridas de la guerra -para los perdedores se prolongó mucho más allá de las trincheras-, aunque todo ello empezó un poco antes con los Pactos de la Moncloa. En su título preliminar proclama la Constitución un Estado social y democrático de Derecho que propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político, si bien no todos se cumplen a satisfacción de todos los españoles tantos años después.
La transición al régimen democrático ha sido ejemplo para muchos estudiosos y para algunos países que han querido mirarse en nuestro espejo, pero mire usted por dónde, andando el tiempo, hemos descubierto que las heridas se habían cerrado en falso y, en su prevalencia, han derivado en un maligno tumor de división, dando al traste con lo conseguido. Aquella tolerancia, aquella resignación a la inamovilidad de los hechos pasados que llevaron a la defensa de la paz y la armonía a costa de todo, que había soterrado la enemistad y el resentimiento, de nuevo se hace hostil setenta años después.
Sabemos que los enfrentamientos entre los que reivindican la memoria histórica y los amnésicos no acabarán mientras no se produzca el sepelio de todas las víctimas, mientras unos y otros no pidan y ofrezcan el perdón. La reconciliación supone recobrar las relaciones plenas y conlleva un acercamiento voluntario de las partes, un borrón y cuenta nueva que sólo se alcanza reconociendo el dolor del otro. ¡Que los muertos entierren a sus muertos!
Con la Constitución de 1978 se sellaron las heridas de la guerra -para los perdedores se prolongó mucho más allá de las trincheras-, aunque todo ello empezó un poco antes con los Pactos de la Moncloa. En su título preliminar proclama la Constitución un Estado social y democrático de Derecho que propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político, si bien no todos se cumplen a satisfacción de todos los españoles tantos años después.
La transición al régimen democrático ha sido ejemplo para muchos estudiosos y para algunos países que han querido mirarse en nuestro espejo, pero mire usted por dónde, andando el tiempo, hemos descubierto que las heridas se habían cerrado en falso y, en su prevalencia, han derivado en un maligno tumor de división, dando al traste con lo conseguido. Aquella tolerancia, aquella resignación a la inamovilidad de los hechos pasados que llevaron a la defensa de la paz y la armonía a costa de todo, que había soterrado la enemistad y el resentimiento, de nuevo se hace hostil setenta años después.
Sabemos que los enfrentamientos entre los que reivindican la memoria histórica y los amnésicos no acabarán mientras no se produzca el sepelio de todas las víctimas, mientras unos y otros no pidan y ofrezcan el perdón. La reconciliación supone recobrar las relaciones plenas y conlleva un acercamiento voluntario de las partes, un borrón y cuenta nueva que sólo se alcanza reconociendo el dolor del otro. ¡Que los muertos entierren a sus muertos!
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Reflexiones
14 abril 2010
DE LA ESPERANZA A LA SERENIDAD
Los primeros relumbres del alba; aún un claroscuro que lucha por ser luz, pero que ya presiento como un nuevo regalo, sin importar que los pronósticos meteorológicos anuncien nubes y posibles lluvias. Pasaba la media noche cuando todavía estaba entregado a la lectura de El Factor Humano, y agradablemente sorprendido por la sabia postura adoptada por Nelson Mandela quien, siendo preso por más de veinte años, consideraba entre rejas que la clave para acabar con el apartheid, en un país dividido por cincuenta años de odio racial, era conquistar a sus enemigos: No quería humillarles. No quería pagarles con la misma moneda, Sólo quería que le tratasen con respeto.
Hay que albergar una fuerte esperanza para que ésta nos lleve a la serenidad, y sin serenidad no se puede, -y menos desde el confinamiento-, vislumbrar el horizonte de los días futuros. Él estaba cargado de esperanza, sabía en su ánimo que era posible aquello que anhelaba, y sin turbación física o moral, sino sosegado y sereno, afrontó los acontecimientos, conociendo de antemano en su corazón y con toda certeza lo que terminaría ocurriendo.
La esperanza es la energía que nos conduce a la serenidad, y la serenidad nos permite que cada nuevo amanecer venga cargado de certezas.
Hay que albergar una fuerte esperanza para que ésta nos lleve a la serenidad, y sin serenidad no se puede, -y menos desde el confinamiento-, vislumbrar el horizonte de los días futuros. Él estaba cargado de esperanza, sabía en su ánimo que era posible aquello que anhelaba, y sin turbación física o moral, sino sosegado y sereno, afrontó los acontecimientos, conociendo de antemano en su corazón y con toda certeza lo que terminaría ocurriendo.
La esperanza es la energía que nos conduce a la serenidad, y la serenidad nos permite que cada nuevo amanecer venga cargado de certezas.
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Libros
12 abril 2010
SABIDURÍA
En la juventud aprendí cuanto pude con avidez,
mostrando interés por casi todo; ahora
trato de asimilar y comprender lo aprendido:
aún dista mucho de mí la sabiduría, lo sé.
No puedo desandar los pasos, ser de nuevo joven,
pero sí puedo seguir aprendiendo indefinidamente
y en ello tengo puesto mis sentidos y mi empeño .
mostrando interés por casi todo; ahora
trato de asimilar y comprender lo aprendido:
aún dista mucho de mí la sabiduría, lo sé.
No puedo desandar los pasos, ser de nuevo joven,
pero sí puedo seguir aprendiendo indefinidamente
y en ello tengo puesto mis sentidos y mi empeño .
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Poesía
10 abril 2010
AHORA ES EL TIEMPO
“Las cosas que le ocurren a un hombre les ocurren a todos.” (J.L.Borges)
Ahora es el tiempo de la reflexión,
del apacible estar siendo, sintiendo,
asintiendo, afirmando, consintiendo,
recopilando, mascullando, regurgitando;
tiempo de días de aplomo,
de calma, de una vida serena
y sin urgencias imprudentes.
No tanto de hacer como de sentir;
no tanto de emprender como de
releer los renglones torcidos.
Vivir es recordar; meditar,
el medio por el que reconciliarnos con la historia,
con mi historia, con nuestra historia,
con lo inamovible, con los latidos frenéticos,
con las tachaduras y los equívocos;
tiempo de corregir la deriva y pedir perdón.
Cuando la noche se presiente,
cuando el ímpetu sestea los pasos perdidos,
emerge el sosiego y hacen opalinas las tardes tórridas
de histeria prepotente y tozuda:
luz mortecina alumbrada de experiencia.
No es tiempo de insultos ni revanchas,
sino de encuentro, porque
“las cosas que le ocurren a un hombre les ocurren a todos”.
Ahora es el tiempo de la reflexión,
del apacible estar siendo, sintiendo,
asintiendo, afirmando, consintiendo,
recopilando, mascullando, regurgitando;
tiempo de días de aplomo,
de calma, de una vida serena
y sin urgencias imprudentes.
No tanto de hacer como de sentir;
no tanto de emprender como de
releer los renglones torcidos.
Vivir es recordar; meditar,
el medio por el que reconciliarnos con la historia,
con mi historia, con nuestra historia,
con lo inamovible, con los latidos frenéticos,
con las tachaduras y los equívocos;
tiempo de corregir la deriva y pedir perdón.
Cuando la noche se presiente,
cuando el ímpetu sestea los pasos perdidos,
emerge el sosiego y hacen opalinas las tardes tórridas
de histeria prepotente y tozuda:
luz mortecina alumbrada de experiencia.
No es tiempo de insultos ni revanchas,
sino de encuentro, porque
“las cosas que le ocurren a un hombre les ocurren a todos”.
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Poesía
08 abril 2010
VOCACIÓN DE VERDAD
Quien dice que nunca miente, es un mentiroso empedernido que ha perdido la noción de la verdad. No es mentira aquello que se dice pensado que se corresponde con la verdad, sino cuando se dice falsedad con intención de engañar, cuando se manifiesta lo contrario a lo que se sabe, se cree o se piensa. La mentira se encuentra rayana contra la moral, aunque suele ser permisible cuando se miente para proteger a otras personas de un opresor inmoral; en otras palabras, cuando se trata de mentiras piadosas. En caso contrario, cuando la mentira se pronuncia con la innoble intención de poner en riesgo a terceras personas, la gravedad de la misma se multiplica.
Mentimos sobre por qué hemos llegado tarde al trabajo o a una cita, mentimos en el amor con simulaciones, mentimos en las relaciones de amistad y en todo lo que se relacione con un compromiso preestablecido, mentimos con la imagen que de nosotros mismos queremos proyectar... mentimos cuando contamos dos medias verdades, pensando que la suma lleva a la verdad. El mentiroso compulsivo lo hace tratando de gobernarnos mejor, de obtener o mantener un poder sobre nosotros.
Mención aparte merecen las mentiras que cuentan cómicos, comediantes, escritores, creadores de ilusión que hacen del mundo de la ficción su medio de vida, para recreo y gozo de sus espectadores y lectores, todos ellos sabedores de sus mundos fantaseados. En ellos no hay engaño, sólo ficción que cuenta de antemano con el beneplácito del receptor y cómplice.
El mentiroso necesita tener buena memoria, porque conociendo la verdad a la que traiciona, versiona y transforma, tiene que hacer uso de ella para que su lengua no cometa el desliz de pronunciar aquello con lo que quiere engañar. No hay mentira sin engaño; quien no dice la verdad porque no la conoce sólo comete un error. Es la artimaña, el afán de subvertir el orden de las cosas quien produce la mentira. Éstas pueden ser muy variadas, dependiendo del objetivo que se quiera alcanzar. Para algunos son tres los tipos de mentiras que existen: las piadosas, las grandes mentiras y las estadísticas. Yo añadiría la mentira con vocación de verdad, aquella que por repetitiva e insistente trata de convertirse en verdad a base de ser pronunciada, como el alud que se conforma según va rodando y rodando hasta hundirnos en el desconcierto.
Mentimos sobre por qué hemos llegado tarde al trabajo o a una cita, mentimos en el amor con simulaciones, mentimos en las relaciones de amistad y en todo lo que se relacione con un compromiso preestablecido, mentimos con la imagen que de nosotros mismos queremos proyectar... mentimos cuando contamos dos medias verdades, pensando que la suma lleva a la verdad. El mentiroso compulsivo lo hace tratando de gobernarnos mejor, de obtener o mantener un poder sobre nosotros.
Mención aparte merecen las mentiras que cuentan cómicos, comediantes, escritores, creadores de ilusión que hacen del mundo de la ficción su medio de vida, para recreo y gozo de sus espectadores y lectores, todos ellos sabedores de sus mundos fantaseados. En ellos no hay engaño, sólo ficción que cuenta de antemano con el beneplácito del receptor y cómplice.
El mentiroso necesita tener buena memoria, porque conociendo la verdad a la que traiciona, versiona y transforma, tiene que hacer uso de ella para que su lengua no cometa el desliz de pronunciar aquello con lo que quiere engañar. No hay mentira sin engaño; quien no dice la verdad porque no la conoce sólo comete un error. Es la artimaña, el afán de subvertir el orden de las cosas quien produce la mentira. Éstas pueden ser muy variadas, dependiendo del objetivo que se quiera alcanzar. Para algunos son tres los tipos de mentiras que existen: las piadosas, las grandes mentiras y las estadísticas. Yo añadiría la mentira con vocación de verdad, aquella que por repetitiva e insistente trata de convertirse en verdad a base de ser pronunciada, como el alud que se conforma según va rodando y rodando hasta hundirnos en el desconcierto.
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Reflexiones
06 abril 2010
AFÁN DE NOTORIEDAD
El rey del pop art, Andy Warhol, dijo: “a lo largo de la vida, por muy miserable que ésta sea, todo el mundo tiene derecho a sus 15 minutos de gloria.” Y esa afirmación se ha convertido en la aspiración obsesiva de cada día un mayor número de personas, en pos de un desmedido afán de notoriedad. La notoriedad, cuando surge como luz del desarrollo intelectual, científico, deportivo, laboral o artístico, viene a ser una proyección que irradia inevitablemente desde el interior del ser y se expande a su entorno con luz propia; mientras que cuando se trata de un forzado empeño en alcanzar la fama inmerecida, es el simple reflejo de una esquizofrenia, lamentablemente puesta en boga.
La apetencia de convertirse en noticia, de copar los titulares de los medios, especialmente de la televisión, no es ninguna novedad, si bien recientemente alcanza tintes epidémicos. Ya en la remota antigüedad griega, hubo un pastor llamado Eróstrato que quemó el templo de la diosa Artemisa en Éfeso, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo, no porque tuviera nada en contra del templo, ni de la diosa, sino que su objetivo era que tenía la certeza de que el autor de un destrozo tan grande escribiría su nombre con letras doradas en la historia. Y es que el afán de notoriedad produce sombras en la mente que la desequilibran.
En psicología el reconocimiento social representa la percepción de estima que el sujeto experimenta de los demás hacia uno mismo, pero cuando eso se consigue a base de una búsqueda obsesiva, con el deseo de obtener prestigio social, dinero o vivir una emoción fuerte, sin importar el precio que se deba pagar, la cosa adquiere tintes dramáticos. Meursault, protagonista de El extranjero, de Albert Camus, decía: "aun en el banquillo de los acusados es siempre interesante oír hablar de uno mismo." Y, a pesar de considerarse inocente, no se revelará contra su ajusticiamiento ni mostrará sentimiento alguno de injusticia, arrepentimiento o lástima. ¿Hasta dónde puede alcanzar el morboso placer de alcanzar notoriedad?
Habría que estar en la piel de las muchas criaturas que van a los programas vomitivos de la televisión a escupir sus impudicias, sin el menor recato, para saber qué se siente. Se necesitaría psicoanalizar a los muchos jóvenes que cuelgan en You Tube las grabaciones de sus propias fechorías para saber de qué hablamos. Lo cierto es que, si bien el afán de notoriedad es una constante a lo largo de la historia del hombre, ahora alcanza cotas verdaderamente preocupantes.
La apetencia de convertirse en noticia, de copar los titulares de los medios, especialmente de la televisión, no es ninguna novedad, si bien recientemente alcanza tintes epidémicos. Ya en la remota antigüedad griega, hubo un pastor llamado Eróstrato que quemó el templo de la diosa Artemisa en Éfeso, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo, no porque tuviera nada en contra del templo, ni de la diosa, sino que su objetivo era que tenía la certeza de que el autor de un destrozo tan grande escribiría su nombre con letras doradas en la historia. Y es que el afán de notoriedad produce sombras en la mente que la desequilibran.
En psicología el reconocimiento social representa la percepción de estima que el sujeto experimenta de los demás hacia uno mismo, pero cuando eso se consigue a base de una búsqueda obsesiva, con el deseo de obtener prestigio social, dinero o vivir una emoción fuerte, sin importar el precio que se deba pagar, la cosa adquiere tintes dramáticos. Meursault, protagonista de El extranjero, de Albert Camus, decía: "aun en el banquillo de los acusados es siempre interesante oír hablar de uno mismo." Y, a pesar de considerarse inocente, no se revelará contra su ajusticiamiento ni mostrará sentimiento alguno de injusticia, arrepentimiento o lástima. ¿Hasta dónde puede alcanzar el morboso placer de alcanzar notoriedad?
Habría que estar en la piel de las muchas criaturas que van a los programas vomitivos de la televisión a escupir sus impudicias, sin el menor recato, para saber qué se siente. Se necesitaría psicoanalizar a los muchos jóvenes que cuelgan en You Tube las grabaciones de sus propias fechorías para saber de qué hablamos. Lo cierto es que, si bien el afán de notoriedad es una constante a lo largo de la historia del hombre, ahora alcanza cotas verdaderamente preocupantes.
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Sociología
05 abril 2010
DIÁLOGO
— …pues a mí me ha dicho el traumatólogo que debo ir a nadar dos o tres días por semana.
— ¡Claro! A mí me lo aconsejó también y estoy yendo.
— ¡Pero yo sólo puedo nadar de espaldas!
— Sin dudas es buenísimo para la columna.
— ¡Lo peor son los pelos!
— Es obligatorio usar gorro de baño.
— ¡Ya, pero igualmente se mojan!
— No se preocupe tanto por la estética, señora, vale más pensar en la salud y en la belleza interior, eso es lo que verdaderamente cuenta.
Me miró con cara de desprecio y sin respuesta me dio la espalda. Apuró su café y se echó una píldora a la boca con un trago de agua; sin despedirse, cruzó de acera y entró en la Bouquite del Cabello.
— ¡Claro! A mí me lo aconsejó también y estoy yendo.
— ¡Pero yo sólo puedo nadar de espaldas!
— Sin dudas es buenísimo para la columna.
— ¡Lo peor son los pelos!
— Es obligatorio usar gorro de baño.
— ¡Ya, pero igualmente se mojan!
— No se preocupe tanto por la estética, señora, vale más pensar en la salud y en la belleza interior, eso es lo que verdaderamente cuenta.
Me miró con cara de desprecio y sin respuesta me dio la espalda. Apuró su café y se echó una píldora a la boca con un trago de agua; sin despedirse, cruzó de acera y entró en la Bouquite del Cabello.
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Relatos
01 abril 2010
DÍA DEL AMOR FRATERNO
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros…” (Jn 13, 34) Si yo tuviera la valentía de pronunciarme, de evaluar en voz alta lo que el mandato de Jesucristo ha significado en mi vida, posiblemente lo resumiría con lágrimas como Pedro. Si yo, y todos los humanos diéramos cumplimiento al mandamiento nuevo del amor, haríamos de la tierra un paraíso; pero yo mismo olvido con frecuencia que un día seré juzgado: “…porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber; era forastero y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis…” (Mt, 25, 35-40).
¡Dios mío, ayúdame a compartir, ayúdame a amar al otro como tú me amas!
¡Dios mío, ayúdame a compartir, ayúdame a amar al otro como tú me amas!
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