Ya he hablado de como la esperanza nos lleva a la serenidad, pues con un empuje similar e inevitable el perdón nos lleva a la reconciliación. Se nos olvida casi siempre que la reconciliación necesita del perdón previo –“…como nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”- y que todo comienza por reconocer nuestros errores y perdonarnos primero a nosotros mismos. Y es que tantas veces lo obvio nos pasa desapercibido, que solemos tropezar una y otra vez en la misma piedra.
Con la Constitución de 1978 se sellaron las heridas de la guerra -para los perdedores se prolongó mucho más allá de las trincheras-, aunque todo ello empezó un poco antes con los Pactos de la Moncloa. En su título preliminar proclama la Constitución un Estado social y democrático de Derecho que propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político, si bien no todos se cumplen a satisfacción de todos los españoles tantos años después.
La transición al régimen democrático ha sido ejemplo para muchos estudiosos y para algunos países que han querido mirarse en nuestro espejo, pero mire usted por dónde, andando el tiempo, hemos descubierto que las heridas se habían cerrado en falso y, en su prevalencia, han derivado en un maligno tumor de división, dando al traste con lo conseguido. Aquella tolerancia, aquella resignación a la inamovilidad de los hechos pasados que llevaron a la defensa de la paz y la armonía a costa de todo, que había soterrado la enemistad y el resentimiento, de nuevo se hace hostil setenta años después.
Sabemos que los enfrentamientos entre los que reivindican la memoria histórica y los amnésicos no acabarán mientras no se produzca el sepelio de todas las víctimas, mientras unos y otros no pidan y ofrezcan el perdón. La reconciliación supone recobrar las relaciones plenas y conlleva un acercamiento voluntario de las partes, un borrón y cuenta nueva que sólo se alcanza reconociendo el dolor del otro. ¡Que los muertos entierren a sus muertos!
No me puede resistir a apostillar algo a este bonito y “reconciliador” comentario. Aunque pienso modestamente que lo has escrito un poco para “despertarme”.
ResponderEliminarPor supuesto, que en este país hubo una que se llamó “Ley de Amnistía” que alguien ha comentado y escrito recientemente que fue amnistía para las dos partes y que los de izquierda eran los primeros interesados. Sí claro, eran los primeros interesados ¿en llegar?.
Pero omiten comentar el pequeño detalle:
.- los crímenes de los de izquierda eran cosas como asociación ilícita, sindicación ilegal, reuniones ilegales, manifestaciones, pancartas, etc.
.- en cambio los crímenes de la derecha franquista fueron nada menos que fusilamientos, cunetas, asesinatos, torturas, asaltos domiciliarios, incautación de bienes, desapariciones de personas, fosas comunes, apropiación de niños, encarcelamientos sin cobertura legal, etc. etc.
.- Por cierto, maldita sea, también entraron los crímenes de ETA, en tal ley de amnisitía.
Por otro lado, la “modélica” y “ejemplar” transición fue la primera tomadura de pelo que nos trajo la democracia. La Cospedal ha dicho hace unos días que en España hubo una transición democrática y una ley de amnistía también de orgullo nacional…
Y una ….. para la Cospedal. En nombre de quién se cree con derecho a hablar?
La transición está siendo indefinida… parece que no se acaba nunca.
Con 35 años transcurridos desde la muerte del dictador parece más verdad que nunca aquello del “todo atado y bien atado”
Resulta que la democracia es impotente para reparar algo de tanto que reparar y marcar distancia con el régimen anterior.
Alguien (Isaac Rosa) ha escrito hace poco que habría que pedir cuentas, no ya al franquismo, sino a esta democracia heredera que ha aceptado y asumido la herencia y está, en la práctica, encubriendo a la dictadura.
Qué esperan? que el tiempo lo “arregle” todo? Efectivamente, quién se va a poner a arreglar ahora los desmanes históricos de, por ej., los romanos, la conquista de América, la Inquisición, la colonización de Äfrica por Europa, los crímenes del comunismo en la URSS, la guerra de Irak, sin ir más lejos ¿?
Y por último: ¿por qué sí se pueden juzgar los crímenes de Pinochet, de Videla, de Stalin, de Hitler, deYugoslavia, de Camboya etc.. y no los de Franco?
Perdón, Paco, quise ser breve por no ser pesado y porque no tengo tiempo.
No sé si lo he conseguido y no sé si mis tristes reflexiones pueden servir de algo a alguien…