En el día de ayer, mi amiga Maríadel Carmen Názer, quien se define como: “Docente
jubilada. Profesora de piano. Lectora compulsiva. Obrera de las letras. Presumo
de mi capacidad de asombro. Siempre vigente, a pesar de todas las piedras que
suelen obstaculizar mi camino. Me gusta escribir, lo vengo haciendo desde
siempre y ese siempre es literal. Admiro a la gente que escribe al
corazón y al intelecto, en ese orden. Amo la música, los colores, las imágenes
bellas, la delicadeza y el buen gusto, y por sobre todo soy una buena persona,
siempre con mi luz a cuestas”... Pues ella, María del Carmen Názer, me dedicó el siguiente poema:
Dedicado a mi amigo
Francisco Espada, a quien le gusta mis humildes versos.
En las noches más sombrías
se escuchan sus plegarias
pidiendo luz... reclamando amor...
¿Quién es esa mujer tan
extraña
sigilosa como la brisa
que pasa la noche besando
árboles
a la luz de la luna?
¿Dónde está su alma
que se vislumbra en
lontananza?
Anda vagando por las nubes
luego viene... rondando...
rondando
y se acurruca a su lado,
como los gatos.
¿Quién es ella
que se acerca con la
urgencia del cariño
acumulando arrumacos
para su corazón
atolondrado?
¿Quién es esa mujer tan
extraña
florecida en fiesta de
colores
en el sol y en los
jazmines?
Y yo, por esa dedicatoria, exulto de alegría y pronuncio algunas sentencias:
La alegría es aquello que mana por el rebosadero del corazón cuando éste se siente agradecido.
Dicen que son más alegres los
niños y los ignorantes; creo entonces que vuelvo de nuevo a la infancia.
La alegría, como el escampado,
suele llegar siempre después de alguna mortificación, pero en este caso es como
fuente que mana sin que se conozca los vericuetos subterráneos que hasta mí la
ha traído.
La alegría es más valiosa cuanta
más capacidad de penetración tiene hacia los demás, por eso hoy reproduzco en
mi blog lo que mi amiga María del Carmen ha hecho conmigo, para contento de
todos los que me leen.
Como el agua del manantial, la
alegría es más pura cuanto más cerca de la fuente, allí donde resuenan los
latidos del corazón de María del Carmen; de ahí que haya dejado el enlace a su
blog Volar más allá de las nubes.
Alegría es arrancar la planta mustia
que quedó abatida y resembrar el consuelo con el acompañamiento y la mano
tendida.
La alegría, cuando es producida
por algo material, tiene una vida tan exigua como el celofán del envoltorio.
Quien siembra optimismo, cosecha
alegría; eso no quiere decir que quedes vacunado contra las lágrimas.
La alegría es la media aritmética
entre lo imposible y lo alcanzado, a condición de que no te venza la ambición.
La alegría es efímera por
naturaleza, por eso conviene trasplantarla al corazón, allí donde las raíces se
hacen imperecederas.