Entre los recuerdos,
─como adormecidos─
un desfile de personas
─muchos sin nombre─
que me acompañan ciegos y
mudos
como esas páginas amarillentas
del ayer
que ni guardan las hemerotecas
ni fueron nunca impresas.
A veces meros gestos, otras
tonos de voz,
casi ninguno en toda su
integridad
sino más bien un collage
archivado en sueños
o quizás trastocado en la
vigilia.
Así, con el pasar del
tiempo,
una colección de teselas
inconexas
─las más veces─
que conforman el pavimento
de mis días,
no todos seres anónimos.
De esa nebulosa en la que me
barajo,
deduzco que también soy para
otros
una posible foto sepia
que acabará no siendo nada,
si es que todavía es algo;
quizás como también me pasa,
un vago recuerdo de
equilibrio inestable.