Bronce tallado, silencioso, inconmovible,
mirando frente a frente a la
obra de sus obras;
sin pestañear, sin ufanías
ni aspavientos,
sin desmayos; viendo
desfilar ante él
al gentío que se conmueve
antes la obra de sus manos
maestras.
En su obra, todo el poder,
el Gran Poder,
todo el amparo de su mirada
fiable
y la robustez de su brazo
poderoso;
cetrino sin otro cetro que
su corona de espinas
y el madero al hombro,
mirada penetrante
de confortabilidad y amparo;
melena despeinada y guedejas
rebeldes,
consuelo de los débiles y
censor de los poderosos.
Y tú, estatua que placeas,
un posadero más de pájaros y
palomas,
en inmutable silencio y
gesto tosco,
pero interiorizando
quedamente
que casi todos pasan de ti,
pero nadie de Él.
Están calladas aunque las caguen las palomas.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Es que las estatuas son muy resignadas, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Puede que la piedra o el bronce no hablen, pero su historia dice mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Con un poco de imaginación sí que hablan la una y el otro, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Calladas observan el pasar de la vida. Elogio al artista, que cincela la huella de su arte para ser testigo de la vida en los rincones de nuestros pueblos y ciudades.
ResponderEliminarBellas letras...un abrazo.
Muchísimas gracias, Jorge, por tu apreciación.
EliminarUn abrazo.
Que gran verad, al menos así yo lo veo pues muchas veces paso de auténticas obras de arte pero lo que sí estoy segura es de que jamás pasaré de Él Padre y Señor mio.Saludos
ResponderEliminarTe felicito por tu seguridad, Charo.
EliminarUn abrazo.
Jesús del Gran Poder con su simbolismo entrañable,eterno y divino, que todos veneramos, respetamos y amamos...Y la estatua de la plaza, apenas un recuerdo histórico y cultural del pasado. Dios y hombre frente al tiempo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo, Francisco.
Muchas gracias, María Jesús. Este año se celebra el 400 aniversario de la talla por Juan de Mesa, quien mira hacia la basílica desde la plaza.
EliminarUn abrazo.
Generalmente cuando visito alguna ciudad, en mi recorrido por ellas, suelo pararme al ver la estatuas y enterarme de que personnaje se trata.
ResponderEliminarBesos
De hecho, las estatuas son testigos mudos de la historia de la ciudad, así que bien sabes lo que haces. Gracias por tu comentario.
EliminarBesos.
Pienso que las estatuas deberían tener cuidados diarios, la mayoría están cagadas de palomas y tan bonitas que son algunas que me da pena verlas así. Lindo poema amigo Francisco. Saludos.
ResponderEliminarPuede que tengas razón, pero lo cierto es que viven un total abandono a su suerte dando testimonio callado de la historia. Gracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.