Como baúl guardado en el
trastero,
así la oscuridad de las
cosas perdidas,
de todo aquello que echo en
falta
y nunca me atreví a
reclamarte:
esa mirada tuya como aparato
de rayos,
la analítica visual que todo
lo escudriña
y que tantas veces sustituía
a las preguntas.
Como scanner, sacabas a la
luz
mi podredumbre o mi estado
de gracia;
o ese lenguaje de signos, de
muecas silentes
que examinaban mi estado
y la sonrisa final con la
que certificabas
tus errores y nuestros
arrumacos
en el funambulismo callado
de una tarde de domingo.
O cuando repasabas mis manos
y te reías de padrastros y
cutículas
mientras veíamos la película
de la sobremesa.
¡Algo te pasa!
Cuando afirmabas, siempre
tenías razón.
Eras el médico de mi alma,
en especial cuando dabas
rienda suelta
a la sonrisa de tus labios
e imitando a la mermelada de
fresa
la hacías sonora.
Entonces llegó el encierro
que ninguno de los dos
habíamos decidido,
y abrochaste el gesto
con el sonido adusto que sube
una cremallera,
y fueron palideciendo los
días
y con ellos fuimos perdiendo
un sinfín de cosas que no
todas recuerdo.
Nos tienen calados. Aunque callemos saben lo que pensamos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Ja, ja, ja, ja, ja... ¡Cómo lo sabes, Cayetano!
EliminarUn abrazo.
Un gran texto!!!!!!!!!!!! de las locuras y recuerdos de un amor
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Ojalá sepamos "Recomenzar" y ajustarnos a los cambios que nos han venido impuestos.
EliminarUn abrazo.
Perdiendo muchas cosas y haciendo nacer el más profundo amor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Sara, por tu presencia y comentario.
EliminarUn abrazo.
Hay quienes hemos perdido muchas cosas pero que intentaremos encontrar y renovarlas una vez haya terminado esta pesadilla.Saludos
ResponderEliminarCreo que no veremos nunca el fin, sino que llegaremos a un nuevo estilo de vida o así lo afirman algunos.
EliminarUn abrazo.
Este encierro, no está afectando. Estamos en la fase 2 y para mí es como si estuviera en la fase 0. No salgo a la calle, para caminar, aunque ahora está permitido. Salgo para hacer las compras que se precisa y cuando lo hago, tengo ganas de volver. Me agobia el calor de la mascarilla y estoy deseando llegar a casa para poder quitármela.
ResponderEliminarMe suelo sentar en la terraza y veo pasar las gentes con la mascarilla puesta, estonces yo me veo liberada y respiro tranquilamente sin ella. El calor en Córdoba ya se nota mucho y sólo hace falta la mascarilla para sentir más agobio...y esto es lo que nos ha tocado vivir y por supuesto me lo tomo con resignación.
Besos
Ayer salí a comprarme unas zapatillas para estar en casa y me pareció que salía humo del "bozal" como de una vieja locomotora. El calor de Córdoba y Sevilla es muy similar. Nos iremos adaptando a una nueva realidad, pero paso a paso.
EliminarUn abrazo.
Hay que adaptarse a la "nueva normalidad", pero esa base tan segura, hace que la "nueva normalidad" esté asegurada.
ResponderEliminarBesos
Creo que tienes razón, Tracy, o estamos equivocados en los mismo.
EliminarBesos.
No importa lo perdido si perdura el amor. Melancólico y bello poema amigo Francisco. Saludos.
ResponderEliminarComo el resto de las cosas en la vida, todo son pérdidas y ganancias, Sandra.
EliminarUn abrazo.