30 junio 2019

EL MISTERIO




Hace ya algún tiempo
que trato de desvelar
el misterio
y me pierdo entre causa
y efecto.
Voy al bar,
pido un café con poca leche,
un cortado;
cuando me lo sirven
y pido cambiar el azúcar
por sacarina,
el camarero echa mano
y saca un sobre
arrugado
que hacía guardia en su bolsillo.

29 junio 2019

EL VIENTO AÚLLA




El viento aúlla en la noche
agitando las sombras,
trasladando esporas
como quien siembra
a voleo.
Es generoso dándose,
moviendo entendimientos
y metiendo miedos
a las conciencias intranquilas.

Es una alarma,
no es tempestad;
pero sí inconmensurable
su poder de pánico.

Desde la cama,
localizo y verifico
cómo está a salvo
mi sombrero.

28 junio 2019

SÓLO CON PENSARTE




Sólo con pensarte,
se me enraman los brazos
en semicírculo
y te imagino en el encuentro
de mi existencia
coronándome de gloria.

27 junio 2019

Y EN LOS ESPIGONES




Y en los espigones
que demolieron la ignorancia
y la dejadez suma,
el empeño por recuperarlos
y devolverle a Marbella
el esplendor de antaño
en los acordes
de los olas mínimas
acariciando la orilla.

26 junio 2019

POR LA VEREDA




Por la vereda,
a cada lado,
una valla de zarzas
haciendo guardia
como aguerridos hoplitas,
ciegos autómatas a la voz de mando.

25 junio 2019

TU AUSENCIA




Tras tu imprevisible ausencia,
atesoré en mis manos
el tibio aroma
y el pulso
que de tu flor persiste.

24 junio 2019

AL CAER LA TARDE




Al caer la tarde,
el sol se enrojece
con oscura timidez
que resolverá al alba.

23 junio 2019

QUIENES DE NIÑOS FUIMOS




Quienes de niños fuimos
a llenar el cántaro a la fuente,
tenemos memorizada
la música del agua
entre el martillo y el yunque.

20 junio 2019

ATEMPORAL

Fotografía de Toñi Robles Richarte, "Irenia"



Siendo de natural ingenua, viste lo nuevo
donde no estaba sino lo de antes.
PILAR ALCALÁ GARCÍA


Y se obcecó en vivir al ritmo
que le trompicaba el paso,
como si un cierto retraso le engarzara
a la generación posterior haciéndole caminar
por la senda de lo atemporal.
Para los brotes nuevos era todo un acicate,
un ejemplo de conducta fuera de los cánones
por los que ellos se deslizaban
con el dejarse hacer de su clan.
Esa persistencia resultó todo un referente
para brotes y yemas,
también para las tiernas ramas de cierto fuste
que se habían dejado llevar por la corriente genética,
sin otro razonamiento que “así debe ser”.
Un día, cuando el pedúnculo se relajó
como no era su costumbre,
notó un cierto vértigo, se le aflojaron las piernas,
y sin poder evitarlo se precipitó al vacío.
En su caída, sin que los retoños a su paso lo pudieran evitar,
seca la tensión que le unía a la rama,
se rindió a la evidencia
y dócilmente pernoctó en el otoño al que se resistía.

19 junio 2019

RUDIMENTOS GEOMÉTRICOS




Dame una línea recta, una simple línea recta
y construiré para nosotros un hogar
donde nuestro amor encuentre su acomodo
y nos alumbre la intemperie del cada día.
Quiero edificar para ti la casa de nuestros sueños,
de esos sueños comunes que nos definen:
líneas sencillas, diáfanas
que se asemejen a nuestros caracteres
y a los rudimentos de las querencias compartidas;
nada barroco, tampoco plateresco,
líneas rectas y ángulos rectos, doblar y plegar
como múltiplos de una sucesión.
Cuatro trazos y tendremos el esquema
de un paralelepípedo con la suficiente altura
para las dos plantas que imagino.
Dame también un triángulo; no, mejor otra recta
de la que en tres trazos y ciento ochenta grados
proyecte la cubierta a dos aguas de nuestro hogar.
Dame una tercera línea recta, mi amor,
y trenzaré para ti una quebrada
que de acceso a la planta superior.
Aunque la geometría del corazón
sea un complejo trazado de vasos comunicantes,
nuestro nido de amor se basta y se sobra 
con rudimentos geométricos.

18 junio 2019

LA SIESTA DE LA CRISÁLIDA

Fotografía de Escolástico Martín, "Tico".



Sobre el tierno tallo,
ese que se enciende de virginal lila en la débil fragilidad,
cuyo extremo apunta hacia la incertidumbre del mañana
con más firmeza que dudas
a modo de mástil rendido sin saber a qué honores,
el sopor agazapado de la crisálida
en el rigor de la tarde:
alas plegadas ofreciendo el mínimo rozamiento,
y tres pares de patas como zarpas
o tren de aterrizaje encallado en lo firme;
la cabeza, uncida al letargo,
es una expresión imperceptible que se oculta
en la vellosidad de la especie
sin otro apoyo que la rigidez natural de su organismo
dibujando una línea paralela
con el firme flexible que se agita con la brisa.
Las antenas en celosa imaginaria
y un festín de tornasoles
desplegados a lo largo del fuselaje,
conjugando mímesis y escaso artificio con el entorno.
En el duermevela, las figuraciones
y las quimeras de una calurosa tarde de verano.

17 junio 2019

PERDERME EN TUS BRAZOS




Con la levedad de una mariposa
que hace equilibrios
en los pétalos de este amanecer,
con la armonía
de una mesura imposible,
casi quebradizo,
y vestida como para ricos esponsales:
oro de Ofir, tejidos recamados
y tul de blondas cubriendo su cabello;
toda beldad, toda pureza, toda incólume,
toda tú…
Sueño inalterable y reiterativo,
fijación desde mi lejana infancia
y anhelo inalcanzable,
te asomas al alféizar de mi memoria
y me ayudas a seguir soñando
a perderme en el calor tibio de tus brazos,
esos que un día se harán realidad
o me condenarán por siempre a seguir soñando.

16 junio 2019

EN EL SALÓN DE BAILE




En el salón de baile familiar
se modeló mi oído musical
al sonido del saxo y el clarinete,
a la variedad sonora de la batería
y una surtida suerte de ritmos.
Eran los años cincuenta,
un tiempo de escasez y estraperlo,
un tiempo pobre de buscada alegría
donde sacudirse la escasez de medios
en un airoso y patriótico pasodoble.
Del cine y la radio, los sueños
de grandes orquestas americanas
y ritmos latinos con maracas cubanas
y corridos mejicanos.
Aquellos artesanos de la vida cotidiana
arrancaban a sus instrumentos los sones
que se disfrutaban en la parrilla de la radio
y sonaba a autóctono tanto como a festivo.
Los domingos de El Tiesto, como por magia,
significaban un día de Feria semanal;
─salvo en Cuaresma─
el esparcimiento de una población
que buscaba con alegría, y se sacudía
por el espejo retrovisor las desdichas
de las vidas truncadas la década anterior.

15 junio 2019

QUIROMANCIA




Aquella joven canadiense,
con impaciente urgencia,
tomó mi mano entre las suyas
y siguiendo el curso de cada línea
y deleitándose en ellas, me dijo tantas cosas
de los caminos, las vías y sus significados…
Afirmó que la línea de la vida era larga
y parece que se va cumpliendo;
todo lo que me fue detallando causaba en mí una gran sorpresa:
me habló de matrimonio y de hijos…
Recuerdo que estábamos de pie en medio de un gentío
que nos ignoraba;
le sudaban las manos y lo achaqué al esfuerzo…
Tras pensarlo un poco, me dijo:
“hay en ti una manifestación artística
que todavía no se ha desarrollado.”
Hasta ese momento no había salido de mí otra obra
que viejas y diarias cartas de amor
mantenedoras del fuego vivo en la distancia.
Para que aquella joven pitonisa no errara sus cábalas,
me centré desde entonces en la poesía
y aquí sigo, sacando esquirlas a esta dura roca
de mi mentón, en espera de que sea
refrendada o rechazada por los lectores.

14 junio 2019

AQUEL LEJANO SUEÑO DE VERANO




Yo era un chico inexperto
y ella un rayo de luz como una sonrisa en cascada,
un ángel dorado, pan de trigo,
sol de Suecia en la playa de San Pedro Alcántara.
Pasábamos la mañana jugueteando en la playa,
enredando como escolares;
ella debió descubrir que mi art amatoria era escasa
como mi nivel de inglés
con el que nos comunicábamos.
Nunca supe qué pudo atraerle de mi falta de pericia;
tal vez, llegara a descubrir
tras aquel canto rodado a orillas del mar
un posible diamante en el que se había encaprichado.
Era el comienzo de los sesenta,
cuando en la Costa del Sol
las suecas adquirieron nombre propio en la carnalidad
y yo no pasaba de ver en ella
sino que lo que había imaginado en los pinceles
de El Bosco ante el Jardín de las delicias
o el enigma de la sonrisa de Mona Lisa de los libros de texto.
Tantos años después, estoy satisfecho
de aquella inocencia mía,
pues el mero tacto hubiera mancillado
aquel lejano sueño de verano.

13 junio 2019

CLAROSCUROS




Antes de que se conociera como la Costa del Sol,
desde la Nacional 340 hasta la playa,
la zafra era el dulce acicate del territorio;
allá en el claroscuro de la memoria infantil
aquellos carros tirados por mulas
hasta el cargadero próximo a la carretera.
Tan antiguo como los periodos glaciares,
el sol y la bonanza climática
como señas de una identidad evolutiva
que nos recuerda las vides y los higos,
la industrialización del garum en periodo romano
y los agotados yacimientos de hierro,
cobre, cromo, níquel, plomo, grafito, platino y oro.
En el claroscuro del paso del tiempo,
todo se mueve más rápido que las placas tectónicas;
el mismo sol, el mismo clima como constante
a lo largo de los distintos medios de vida.
Los árabes traen la caña desde el lejano Oriente
y los ingenios elevan sus chimeneas a los cielos malagueños;
cambiaron los ciclos económicos y la caña cedió dulzor
al sol y playa, la sangría y la paella…
El mismo litoral, el mismo clima, pero un tiempo nuevo
que seguirá en vigor en tanto no acabemos con el planeta
como en el claroscuro de los vertederos
y los fondos marinos se visualiza.

12 junio 2019

LA MISMA EDAD, OTRAS VIVENCIAS




Después de la escuela,
con la merienda en la mano
y las canicas en el bolsillo,
la urgencia del juego metiendo prisas.
Juan tiene un balón,
pero debe jugar solo o compartir
lo que con tanto celo guarda
y se reserva el derecho de elegir.
Todos llevan honrosos remiendos en las rodillas,
a veces de un tono parecido,
pero siempre visibles a lo lejos.
La plaza es un hervidero de juegos y disputas,
donde triunfan los más habilidosos,
hasta agotar la licencia
con el pobre encendido del alumbrado público.
Los nietos de aquellos que jugábamos en la calle,
─si es que salen
una vez concluidas las extraescolares─
han roto su pantalón por las rodillas
para uniformarse al colectivo,
pero teclean en soledad sus móviles cabizbajos
o se encierran en lo recóndito de su cuarto:
la misma edad, otras vivencias.

11 junio 2019

LA MÚSICA Y LA ESPERANZA




La mar, en permanente ejecución
de su líquida partitura,
es resoplo incesante que va y viene,
es fuelle de fragua
hasta estrellarse en la sordina de la arena,
o en los sonoros platillos de la roca,
o en el dique que abraza a la playa
con mimo de estola.
A veces me adentro por el espigón
y me siento miembro de la orquesta,
entre la cuerda y la madera,
lejos del estruendo de los timbales
donde se subrayan los acentos en sorda tonalidad
y todo deja de ser armonioso.
Un día aciago nos robaron en Marbella
aquellos espigones por los que uno se adentraba
en seco por medio de la mar,
como Titán escapado de la Teogonía de Hesíodo.
Me había ensayado desde niño
en el Muelle de Piedras
y de aquel recuerdo sólo me queda
la música y la esperanza.

10 junio 2019

QUIERO PLANTAR UN ÁRBOL




Quiero plantar un árbol
y verlo crecer con pausa,
ver cómo engrosa el tronco lentamente,
según caen las hojas del calendario,
y cómo se viste
hasta formar una hermosa copa
donde aniden los pájaros.

En mi patio, tan mínimo,
no hay árboles, sólo macetas,
y los pájaros también son ausencia
o rara vez canto fugaz que pasa
como ráfaga de viento
dejando una estela de armonía
que levanta el deseo de sembrar un árbol.

Quiero plantar un árbol, ¿pero dónde?

09 junio 2019

¡QUIÉN SABE!




Se estrecha la noche, constreñida
entre un crepúsculo rezagado
y un alba acelerada de urgencias.
Por la mañana el sol azota a la ventana
antes de que suene el gallo metálico
de acordes digitales;
por las rendijas de la persiana
se asoman líneas paralelas de puntos suspensivos
que anuncian el nuevo día,
un ejército de luciérnagas paramilitares
en perfecta formación,
a la espera de ejecutar las órdenes recibidas.
Ella duerme plácidamente,
como adueñada del tiempo,
y en mis bostezos son escasos los minutos
para que suene la alarma.
Amanece, unos jóvenes vocean por la calle
el desmadre alcohólico sin el menor respeto al descanso de otros.
Una noche más, un nuevo amanecer,
similar a otros, pero único.
¿Tal vez el último? ¡Quién sabe!

08 junio 2019

MONUMENTO A LA TOLERANCIA





Lo profundo es el aire.
EDUARDO CHILLIDA


Trabajar en un hotel es como pasear el mundo
desde un punto fijo.
Como tantos otros personajes, en Madrid,
─entre miles de incógnitos huéspedes─
Eduardo Chillida, con su inequívoco porte de chicarrón del norte
y sus manos de obrero manual;
enjuto, erecto, algo combado,
hablaba de “lo profundo del aire” en su obra
y de la importancia del volumen y los vaciados,
formando un todo abigarrado y táctil
más allá de las formas definidas.
Cambié de aires en vísperas de la Expo’92
y él también vino a Sevilla a plantar
en el Muelle de la Sal
el Monumento a la Tolerancia:
una mole de hormigón que abarca todo un profuso volumen;
en esos brazos curvados de hormigón,
donde se representa la reconciliación con el viejo Sefarad,
expulsado por edicto real en 1492,
y cuyo espacio aspira a alcanzar y melar, desde el ayer al hoy,
los profundos sentimiento y enjugar las lágrimas
de todas esas generaciones con un credo intolerante.