Hace ya algún tiempo
que trato de desvelar
el misterio
y me pierdo entre causa
y efecto.
Voy al bar,
pido un café con poca leche,
un cortado;
cuando me lo sirven
y pido cambiar el azúcar
por sacarina,
el camarero echa mano
y saca un sobre
arrugado
que hacía guardia en su
bolsillo.
¡Oh, nooh! ¿quién concilia el sueño ahora, metida en harina, ante el misterio de la sacarina?.
ResponderEliminarHasta la próxima ¿solución?.
Ja, ja, ja... Nada te turbe, nada te inquiete, es una anécdota sin más trascendencia, Merche.
EliminarUn abrazo.
¡Qué 'desacongojada' me dejáis con esta 'intrascendentada' aclaración!, pues no me hallaba yo.
EliminarAbrazos cafetEros
Te lo tomarías con hielo. Con este calor...
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Cayetano, el café siempre calentito, como los abrazos.
EliminarUn abrazo.
Francisco, sabes bien que todo tiene un sentido interno, que a veces pasa desapercibido. La vida nos espera cada día con su lección, su misterio y su enigma...Y aquí estás tu dejándolo en bandeja.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz domingo,amigo.
Muchas gracias, María Jesús, por el análisis que haces.
EliminarUn abrazo.
La flor de la fotografía es bonita, espero también que el sabor de ese café.
ResponderEliminarBesos.
Personalmente no me atrae el café con espuma ni con dibujos; buen café y poca leche.
EliminarUn abrazo,, Amapola.
Pues me ha sorprendidio ese sobre arrugado en el bolsillo del camarero.Saludos
ResponderEliminar¡Cosas veredes, amiga Charo!
EliminarUn abrazo.
El café calentito, como los abrazos .. 😊
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Francisco
Siempre calentito, my Lady María.
EliminarUn fuerte abrazo.