Antes de que se conociera
como la Costa del Sol,
desde la Nacional 340 hasta
la playa,
la zafra era el dulce
acicate del territorio;
allá en el claroscuro de la
memoria infantil
aquellos carros tirados por
mulas
hasta el cargadero próximo a
la carretera.
Tan antiguo como los
periodos glaciares,
el sol y la bonanza
climática
como señas de una identidad
evolutiva
que nos recuerda las vides y
los higos,
la industrialización del
garum en periodo romano
y los agotados yacimientos
de hierro,
cobre, cromo, níquel, plomo,
grafito, platino y oro.
En el claroscuro del paso
del tiempo,
todo se mueve más rápido que
las placas tectónicas;
el mismo sol, el mismo clima
como constante
a lo largo de los distintos
medios de vida.
Los árabes traen la caña
desde el lejano Oriente
y los ingenios elevan sus
chimeneas a los cielos malagueños;
cambiaron los ciclos
económicos y la caña cedió dulzor
al sol y playa, la sangría y
la paella…
El mismo litoral, el mismo
clima, pero un tiempo nuevo
que seguirá en vigor en
tanto no acabemos con el planeta
como en el claroscuro de los
vertederos
y los fondos marinos se
visualiza.
Esperemos que dure para seguir disfrutando y, sobre todo, recordando un tiempo pasado.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Lo que más noto en los recuerdos es el paso del tiempo. Recuerdo aquellas cartas que llegaban al hotel pidiendo información o reserva y cómo se pasaba un mes entre la primera información y la confirmación de la misma; ahora entra una persona en internet y sin mediación alguna se hace la reserva a su gusto. Adiós correo, televen, telegrama, fax...
EliminarUn abrazo.
Al paso que vamos, terminaremos con el planeta no ha mucho tardar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dicen que no tardaremos mucho en acabar con el planeta, pero a mí no me dará tiempo a ver el desastre, y me alegro, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Al ritmo que vamos y la poca preocupación que existe por el medio ambiente no pasarán muchos años en que sí acabaremos con el planeta.Saludos
ResponderEliminarParece que lo contrario no se atreve a afirmarlo nadie. ¿Será posible que seamos capaces de acabar con la vida tal y como la hemos heredado y conocido?
EliminarUn abrazo, Charo.
A veces me da miedo todo lo que leo y escucho, estamos maltratando a nuestra madre tierra y mucho me temo que todavía no somos conscientes de ello. Pero tampoco nos lo ponen fácil para rectificar.
ResponderEliminarUn beso
En mi vida profesional me dediqué a la hostelería, pero mi padre y mis abuelos sudaron su pan en la agricultura. Con ellos aprendí lo generosa que es la naturaleza y cómo hay un círculo perfecto de semilla a fruto que hay que respetar. Hoy las cosas son distintas y seguro que las próximas generaciones van a pagar nuestros excesos.
EliminarUn beso.
¿Cómo no echar la vista hacia atrás? Si era tan lindo. Nada era en automático y se trataba siempre con personas.
ResponderEliminarUn abrazo con esa nostalgia.
Mientras el hombre ha tratado con productos naturales, la tierra ha respondido haciendo su parte y reciclando; lo malo viene cuando la naturaleza no entiende los códigos químicos y no puede transformar la materia.
EliminarUn abrazo, Sara.
Tiempos nuevos que se fueron gestando de antaño. Ellos habrán sentido lo mismo sin imaginar la suma de situaciones y los resultados de lo visto y hecho. Saludos.
ResponderEliminarPues si, Rosa María, seguro que se nos ha ido a todos de las manos y ahora es difícil volver atrás.
EliminarUn abrazo.